Transición demográfica, prosperidad, y retos globales

Ciudad del s. XVIII con un toque steampunk victoriano

Respecto de la relación entre prosperidad y natalidad se asume como verdad infalible que los países reducen su natalidad conforme prosperan y mejoran sus condiciones de vida. Es lo que normalmente conocemos como transición demográfica. En general es correcto, pero hay excepciones. Como es el caso de Francia sobre el que trata el artículo publicado en Work In Progress.

La transición demográfica en Francia precede en más de un siglo a la de otros países que en aquel momento gozaban de mayor riqueza y mejores condiciones de vida, como Inglaterra. Así, es un ejemplo de que no siempre existe esa correlación. Desde mediados del siglo XVIII Francia ha algo más que duplicado su población mientras Inglaterra la multiplicó por diez.

En el artículo se relaciona esto también con la pérdida de la hegemonía continental francesa, aunque asumo que las cosas son un poco más complejas y otros factores habrán contribuido también. En la línea de otros autores que advierten de que, más allá de la sobrepoblación, el verdadero reto global es el de cómo frenar la disminución de población global cuando India o China transicionen a una demografía con mucha menor natalidad, como parecen indicar los datos.

Por último hay que recordar que sigue existiendo la tentación utilitarista; aquello de decir que la natalidad es parte de la recuperación de la prosperidad y defender la primera únicamente en base a la segunda. Las pensiones, et cétera. No es que esa afirmación sea incorrecta, pero de verdad hay otras formas mejores de defender ese tema, como comentamos al hilo de los límites del utilitarismo.

[Imagen: Ciudad del s. XVIII con un toque steampunk victoriano, hecha con Stable Diffusion.]

Optimismo pacifista actual y el paralelismo con la historia del s. XIX

Decadent city urban conflict

Una de las muchas cosas interesantes que Joshua Freeman cuenta en Behemoth, libro del que ya hemos comentado algún pasaje, gira en torno al optimismo de la flamante sociedad industrial tras haber disfrutado muchas décadas de paz. Aquella sociedad se percibió a sí misma como una suerte de sociedad postbélica en la que las guerras se han superado y pertenecen únicamente al pasado, como una forma anticuada de resolución de conflictos.

El contexto de lo que Freeman nos cuenta es el de la larga paz acontecida entre el final de las guerras napoleónicas (1815) y la guerra franco-prusiana en 1871. Durante ese periodo, el único conflicto entre países que tuvo lugar en Europa fue la guerra de Crimea, en 1844. Pero esa guerra fue percibida como lejana por las sociedades más ricas de europa occidental, que experimentaban una industrialización revolucionaria, por lo que la percepción general fue la de una duradera paz de más de cinco décadas. Salvedad para el convulso siglo XIX español y sus guerras civiles, Freeman habla desde el contexto de una revolución industrial protagonizada por otros países y que ciertamente también llegó tarde a España.

Así, el sentimiento general en ese momento histórico era de progreso: mejoras en las condiciones de vida, mejoras en las relaciones comerciales entre países, y como consecuencia las guerras se veían como cosa del pasado, obsoletas como consecuencia de todo lo anterior. La civilización habría superado a la barbarie.

Poco sabían quienes vivían en 1870 que en un periodo prácticamente igual, apenas unos años más, habrían de tener lugar en el centro de Europa dos cruentísimas guerras mundiales con decenas de millones de muertos, lo que da buena idea de cómo de erróneas eran aquellas expectativas.

Lo que me llamó la atención de lo que cuenta Freeman es el paralelismo con el momento actual, guerra en Crimea incluída. En el occidente globalizado el sentimiento actual es muy parecido a aquel. Setenta años tras la segunda guerra mundial, cincuenta tras el fin de la dictadura en España, apenas quedan supervivientes de aquellas guerras y la población casi en su totalidad no ha conocido escenarios de conflicto o guerra en las ciudades que habitan, lo cual provoca el sesgo de percibir algo así como absolutamente imposible y al mismo tiempo por falta de experiencia en primera persona, una frivolización de lo que estas cosas conllevan y un aumento del lenguaje belicoso, como hemos visto en la deriva populista española desde el 15-M.

No llegamos a imaginarnos la guerra impactando directamente nuestras vidas. Por contra, tendemos a concebir la historia como un proceso de mejora inevitable y ni siquiera concebimos que hay muchas papeletas de que la conflictividad que ahora mismo solo se vive en algunas ciudades europeas como Bruselas, París, o Marsellas, pueda en un par de décadas ser la moneda común en muchas otras ciudades europeas que ahora mismo son remansos de paz, pese a que estos escenarios son los que hace ya muchos años vaticinan quienes de estos saben mucho como Jesús Pérez.

En el s. XIX, este largo periodo de paz atravesó una fase de optimismo y culminó en dos guerras mundiales que desbarataron esa ensoñación. Del mismo modo que paz pasada no garantiza paz futura, afortunadamente guerras pasadas tampoco garantizan guerras futuras. Conviene, no obstante, no dar por sentada la paz futura, no sería la primera vez que nuestra sociedad se equivoca y quizá la historia que no estudiamos suficiente pueda servirnos para prevenirnos en esta ocasión.

[Imagen: Ciudad decadente asolada por conflictos urbanos, hecha con Stable Diffusion.]

Una definición de inteligencia artificial

La Inteligencia Artificial es el intento de conseguir que las computadoras sean buenas en cosas en las que, por el momento, las personas son mejores.

Robin R. Murphy, Introduction to AI Robotics

Esto explicaría que en la década de mil novecientos sesenta ya se hablase de inteligencia artificial para cosas que, a día de hoy, ni de lejos se consideran lo suficientemente avanzadas como para recibir esa etiqueta.

El tercer sonido

The fact that none of these bands could open for Metallica or the Exploited without suffering abuse merely proves how thoroughly the underground’s absorbed certain influences, resulting in music that isn’t punk-metal but a third sound distinct from either.

Some of these influences are apparent visually; blatant posing on stage is acceptable again. I’ve seen all but one of these bands live at least once and a few of the musicians, along with many of their fans, could pass for members of Ratt. Some people find this distracting, as it seems to have little to do with the style of their music. I personally don’t mind boys in makeup. If bands today can get by with rifling rock history for any cheap thrill they can find, I say that’s great, because it serves to further break down divisions and discourage snobbery and purism, the worst enemies of rock ‘n’ roll.

DAWN ANDERSON, reviewing Deep Six en The Rocket, June 1986

Estoy disfrutando mucho Everybody loves our town, an oral history of Grunge de Mark Yarm, un librito sobre la escena musical de Seattle desde el punk de los años 70 hasta el boom global de los primeros años 90 del siglo pasado.

Más allá del contenido, que me apasiona, me está gustando mucho el tono de la narración, transmite constantemente la frescura de un documental. En cierto sentido engaña porque aparenta muchísimo menos trabajo del que realmente hay tras cientos de entrevistas y organización de la información, que es monumental.

En ese pasaje, Dawn Anderson sugiriendo, antes que nadie más lo hiciera, que esos grupos musicales tenían un tercer sonido que aún no tenía nombre pero no era ni metal ni punk, y sí una mezcla de elementos de ambos. El término grunge aún no se había acuñado para etiquetarlo.

Identitarismo no familiar promovido por el estado

Define collapse

La población ha sustituido a los niños por gatos, y si publicas fotos de tus gatos por ahí es guay y nadie te llama pesado, pero si publicas una foto de tu niño eres un pesado. (Algo que por otra parte yo no hago por otros motivos.)

¿En qué momento hablar de tus gatos es socialmente aceptable pero hablar de tus niños pasó a ser de pesados proselitistas? La demolición por parte del estado de toda estructura de valores alternativa al estado mismo es imparable. Tras la fulgurante secularización occidental de las últimas décadas, la familia es la única estructura haciéndole frente, la única institución que aún da unos valores diferentes a los que el estado quiere para ti. Si le sumas que el estado está encabezado por políticos mucho más cutres y malintencionados que cualquiera de tus vecinos, porque la obvia selección adversa entre quienes se dedican a la política, el cóctel es terrible.

Hay mil motivos más que justificados para que muchas personas no quieran tener hijos, pero hay ese clima de cierta niño-fobia en la vida pública. Incluso entre quienes tienen hijos existe una tendencia a recibir la noticia de embarazo en nuestro entorno con la clásica bromita de aprovecha a dormir porque luego ya no, jajaja. Prueben a destacar las molestias y las externalidades que generan el tener un perro en un piso enano en el centro de una ciudad y abran el paraguas, porque les van a llover críticas.

No se trata tampoco de ser un brasas, pero no deja de ser llamativo que existan una infinidad de identidades con las que nos arrogamos derecho a tratamientos especiales, moralmente superiores, y sin embargo el tener una familia no ha recibido ese estatus de identidad a destacar. Cualquier cosa sirve para hablar de microagresiones, aunque no existan tales cosas como microagresiones. Y llamadme señor-martillo-que-solo-ve-clavos pero no dejo de ver que no ha sido así porque quienes han elevado a los altares esas identidades, esa élite intelectual encamada con la élite política que controla el estado, tenían otros intereses para los que la familia es un problema. De hecho, ellos no dudan en tener hijos en cuanto pueden, mientras te repiten que el clima no puede con tanto ser humano.

No me entendáis mal, tampoco se trata de buscar más identitarismo: cada vez que valoramos personas por lo que son y no por lo que hacen terminamos en genocidio. Pero no creo que sea casual que la glorificación identitaria narcisista de cualquier detalle que nos permite sentirnos especiales se haya olvidado de ensalzar o promover la única identidad que promueve valores y estructura social al margen del estado, ahora que la religión como referencia ética y vital de una mayoría se puede dar por eliminada en occidente.

[Imagen: Colapso, hecha con Midjourney.]

Lo que tu llavero y un truco de magia tienen en común

La neuropsicología ha mostrado que la memoria a corto plazo dura entre 15 y 30 segundos, tras los cuales ha de ser codificada en la memoria a largo plazo o decaer. La razón por la que no encuentras tus llaves minutos después de haberlas soltado es parte de lo que hace un truco de magia imposible de reconstruir.

Shuja Haider, en la columna de NYT sobre Tamariz que comentamos el otro día

La mejor promoción de un idioma, producción intelectual relevante

Tuve la suerte de crecer disfrutando cada semana a Juan Tamariz en la televisión, uno de esos recuerdos eternos de la infancia. Por eso me ha encantado este perfil que publica el New York Times sobre esta leyenda viva.

Habría mucho que comentar y, sin embargo, hoy me quedo con este párrafo sobre un tema tangencial, no centrado en la magia.

In the mid-20th century, at the behest of Ascanio, Spanish magicians like Tamariz learned English in order to study the canonical literature of the craft then emerging from North America and the United Kingdom — in its way, a small act of rebellion against the parochialism of the Franco regime. But today, Wilson is one among many magicians of his generation who have learned Spanish in order to study the work of Tamariz.

Muchas veces oímos lamentos sobre si tal o cual lengua está en peligro y si es una pena que los niños estudien en inglés o que haya que fomentar la adopción de una lengua u otra por la vía legal.

La realidad es más sencilla: aprender un idioma requiere esfuerzo y si no hay retorno a esa inversión las personas estudiarán otro idioma. El factor más obvio es que ese idioma dé acceso a mercados, por ejemplo que sirva para encontrar un trabajo mejor pagado. Otra forma es la que se comenta al hilo de Juan Tamariz: que exista una verdadera creación intelectual de élite en el mismo.

Para eso necesitas tener pensadores de primer nivel, científicos de primer nivel, artistas de primer nivel, empresarios de primer nivel, todos ellos produciendo conocimiento que el resto del mundo quiera conocer de primera mano, sin delegar en ediciones traducidas.

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