Optimismo pacifista actual y el paralelismo con la historia del s. XIX

Decadent city urban conflict

Una de las muchas cosas interesantes que Joshua Freeman cuenta en Behemoth, libro del que ya hemos comentado algún pasaje, gira en torno al optimismo de la flamante sociedad industrial tras haber disfrutado muchas décadas de paz. Aquella sociedad se percibió a sí misma como una suerte de sociedad postbélica en la que las guerras se han superado y pertenecen únicamente al pasado, como una forma anticuada de resolución de conflictos.

El contexto de lo que Freeman nos cuenta es el de la larga paz acontecida entre el final de las guerras napoleónicas (1815) y la guerra franco-prusiana en 1871. Durante ese periodo, el único conflicto entre países que tuvo lugar en Europa fue la guerra de Crimea, en 1844. Pero esa guerra fue percibida como lejana por las sociedades más ricas de europa occidental, que experimentaban una industrialización revolucionaria, por lo que la percepción general fue la de una duradera paz de más de cinco décadas. Salvedad para el convulso siglo XIX español y sus guerras civiles, Freeman habla desde el contexto de una revolución industrial protagonizada por otros países y que ciertamente también llegó tarde a España.

Así, el sentimiento general en ese momento histórico era de progreso: mejoras en las condiciones de vida, mejoras en las relaciones comerciales entre países, y como consecuencia las guerras se veían como cosa del pasado, obsoletas como consecuencia de todo lo anterior. La civilización habría superado a la barbarie.

Poco sabían quienes vivían en 1870 que en un periodo prácticamente igual, apenas unos años más, habrían de tener lugar en el centro de Europa dos cruentísimas guerras mundiales con decenas de millones de muertos, lo que da buena idea de cómo de erróneas eran aquellas expectativas.

Lo que me llamó la atención de lo que cuenta Freeman es el paralelismo con el momento actual, guerra en Crimea incluída. En el occidente globalizado el sentimiento actual es muy parecido a aquel. Setenta años tras la segunda guerra mundial, cincuenta tras el fin de la dictadura en España, apenas quedan supervivientes de aquellas guerras y la población casi en su totalidad no ha conocido escenarios de conflicto o guerra en las ciudades que habitan, lo cual provoca el sesgo de percibir algo así como absolutamente imposible y al mismo tiempo por falta de experiencia en primera persona, una frivolización de lo que estas cosas conllevan y un aumento del lenguaje belicoso, como hemos visto en la deriva populista española desde el 15-M.

No llegamos a imaginarnos la guerra impactando directamente nuestras vidas. Por contra, tendemos a concebir la historia como un proceso de mejora inevitable y ni siquiera concebimos que hay muchas papeletas de que la conflictividad que ahora mismo solo se vive en algunas ciudades europeas como Bruselas, París, o Marsellas, pueda en un par de décadas ser la moneda común en muchas otras ciudades europeas que ahora mismo son remansos de paz, pese a que estos escenarios son los que hace ya muchos años vaticinan quienes de estos saben mucho como Jesús Pérez.

En el s. XIX, este largo periodo de paz atravesó una fase de optimismo y culminó en dos guerras mundiales que desbarataron esa ensoñación. Del mismo modo que paz pasada no garantiza paz futura, afortunadamente guerras pasadas tampoco garantizan guerras futuras. Conviene, no obstante, no dar por sentada la paz futura, no sería la primera vez que nuestra sociedad se equivoca y quizá la historia que no estudiamos suficiente pueda servirnos para prevenirnos en esta ocasión.

[Imagen: Ciudad decadente asolada por conflictos urbanos, hecha con Stable Diffusion.]

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.
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