El axioma: Cada vez que le dices a alguien «usa GMail, no te arrepentirás», los dioses condenan a un gatito a morir lentamente.
Justificación for dummies. Obviemos que comenzaron a cobrar por Google Apps (hecho descubierto súbitamente por mucha empresa que usaba la versión gratuita de Google Apps), o por la API de Maps. Vamos, obviemos el hecho de que Google no para de intentar cobrar por cada vez más servicios.
Obviemos que hay servicios que se pagan con datos del usuario, y servicios de pago con dinero. Y que los segundos seguramente son, si el usuario puede permitirlo, mejor opción (son menos precarios). Me cuesta trabajo aceptar los servicios que además de pagar con dinero se pagan con datos. Desconozco si es que los datos del usuario no son suficiente para su rentabilidad o si es que son tan conscientes de su control sobre el mercado que se atreven con todo.
En los últimos días Google ha anunciado que cierra un servicio que usaban muchos usuarios, del mismo modo que cerraron Wave (que habían presentado con toda la fanfarria unos meses antes).
Parece que, después de todo, no es tan fiable construir sobre los servicios de Google: te cambia las condiciones de pago o te cierra el servicio de forma azarosa. Vamos, que las cambia sin avisar y sin dar mayores explicaciones. Y pese a toda la protesta que se ha desatado, no es reprochable: lo hace porque es el dueño de la infraestructura. Punto. En sitios de tu mente en los que nunca buscas (al menos, no con ahínco), sabías que esto podía suceder y sucedería en cualquier momento. Punto.
En los últimos días Google ha anunciado que da la espalda abiertamente a dos de los estándares libres más adoptados en Internet: CalDAV para agendas y calendarios, y Jabber para mensajería instantánea.
Y así con todo. Pero nada, tú usa (y recomienda usar) GMail, que no te arrepentirás.

