¿Impulsa la tecnología un mundo más conservador?

La tecnología y el mundo crecientemente dependiente de ella desembocarán en una sociedad mucho más conservadora que la actual. Esa es la respuesta que ofrece Tyler Cowen a esta pregunta en un largo e interesante artículo publicado en Politico.

Los dos argumentos principales que esgrime Cowen son:

  1. El envejecimiento de la población: por una parte los avances técnicos permiten que se viva más tiempo (aunque más nos vale aprender a usar mejor los antibióticos existentes, y los que puedan desarrollarse en el futuro), y por otra el descenso de natalidad, ambos referidos sobre todo a primer mundo.
  2. Meritocracia sostenida en el tiempo. La velocidad de innovación tecnológica es tan alta que Cowen ve factible el establecimiento de canales meritocráticos permanentes que permitan a personas de orígenes humildes alcanzar posiciones altamente rescompensadas y con gran influencia. Estas personas tienen un sesgo especial en cuanto a cómo ven la sociedad en que vivimos: saben que la oportunidad existe y creen que el que no progresa es porque no se esfuerza lo suficiente. En otras palabras: debido a su origen están especialmente equipados para no empatizar con los más desfavorecidos en la nueva sociedad ultratecnológica, no entienden por qué habría de existir más ayuda cuando con la actual ya existen oportunidades (ellos son el ejemplo demostrativo).

El primer factor es más determinante según Cowen. Algo de esto ya comentó en su día en su The Great Stagnation (aquí un post algo naïve sobre el libro). La columna de Cowen, de hecho, es un extracto de su nuevo libro, que creo que aportará poco sobre su anterior obra, pero seguramente merezca la pena leer (The Great Stagnation está muy bien).

Sesgo de (no) disponibilidad como pacificador social

Me gustaría destacar su percepción de que contrariamente a lo que se refleja desde la ciencia ficción (comienza su artículo refiriéndonos a Asimov), el crecimiento de la desigualdad observado desde hace décadas sería compatible en este futuro con lo que él llama «paz democrática», que es algo que yo vengo a asimilar a eso que se define como paz social desde el poder político y el poder sindical (admitámoslo, este último está tan poco identificado con los trabajadores como el primero). Afirma que este sistema crecientemente conservador y esta desigualdad al alza se tocan en los extremos, por ese curioso pero innegable mecanismo que hace que los más pobres sean los más inclinados hacia políticas restrictivas y conservadoras. Al fin y al cabo, y esto es lo que yo he visto en diversos lugares, son los más pobres y quienes poseen una menor cualificación profesional los que más miedo tienen a perder su empleo ante una avalancha de mano de obra barata llegada de otras partes del mundo. Visto desde ese ángulo, los que tuvieron la ocasión de estudiar y adquirir alta formación se pueden permitir el lujo de ser progresistas, porque ellos tienen trabajos en los que hoy estás aquí y hoy allí posteando fotos de restaurantes en Instagram. La realidad, claro, es que si las reglas son iguales para todos, nada te privaría de irte a vivir a un lugar donde te paguen más. Pero eso es otro tema, porque lo innegable es que si hablamos de empleo y falta de empleo la actual crisis es la nueva norma: la automatización crece (Foxconn planeaba ya en 2011 multiplicar por 100 el número de robots en sus fábricas hasta 2014) y el trabajo automatizable no volverá a ser realizado por personas, con el factor a tener en cuenta de que cada vez más tareas serán automatizables.

Todo en línea con su idea de la hiperespecialización que favorece Internet. En una competencia global, lo importante es ser el mejor en algo, aunque sólo tengas un reducido nicho de clientes. Es algo que ya viene comentando hace años en su blog, y cuyas consecuencias impregnan la interesante visión de Josu Ugarte sobre cómo crear nuevos empleos, que llega a la misma conclusión desde el extremo opuesto del tablero (donde Cowen es economista teórico profesor de universidad, Ugarte lleva toda años trabajando en internacionalización en el sector privado).

Algo que Cowen no menciona y quiero mencionar es que más desigualdad no equivale a más pobreza. Si yo tengo uno y tú tienes dos, y mañana yo tengo tres y tú tienes veinte, hay más desigualdad, pero yo no soy más pobre, sino que soy más rico. Es este escenario el más probable: más calidad de vida en muchos sentidos para un gran segmento de la población (otro segmento, no obstante, va a pasarlo muy mal por falta de acceso a puestos de trabajo), y sin embargo Cowen no dedica una línea a explicar esto, que es algo que con frecuencia se pasa por alto.

Una última idea que quiero rescatar de su columna es el concepto de «envidia local». Esto es, el sesgo de disponibilidad aplicado a la envidia común, y que se traduce en que nos cabreamos menos cuando vemos a un megamillonario, con su yate y su mansión y sus fiestas desatadas en su playa privada, de lo que nos cabreamos cuando vemos a ese conocido/amigo/familiar que apenas gana un puñado de euros al mes más que nosotros. Y esto es así porque nos cuesta imaginarnos a nosotros en la posición de ese megamillonario, de forma que la comparación parece irreal y no encontramos motivos para el cabreo. Sin embargo, con ese otro personaje que vive cerca nuestra o trabaja con nosotros o quizá estudió con nosotros, sí que nos identificamos. Nos identificamos badly y la pagamos con él, para entendernos.

Ese mecanismo, el mayor anestésico que hace posible la mencionada paz democrática pese a la campante desigualdad (ya explicado arriba), se ve potenciado principalmente por herramientas que nos permiten conocer hasta el último detalle de la vida que más nos rodean. Básicamente, stalkear constantemente el muro de Facebook de nuestros contactos nos provee de infinitos ejemplos para disparar el sesgo de disponibilidad de esa envidia local. Supongo que es el mismo mecanismo que está detrás de la infelicidad que genera el usar Facebook. Un motivo más para huir de esa herramienta y otras construidas bajo el paradigma del timeline.

Influyendo en la narrativa social para imponer una visión del mundo

Ciertamente, no me veo capaz de predecir el futuro, y desconfío mucho de este tipo de predicciones, pero creo que la columna tiene un toque acertado. En parte no mira al futuro sino que describe lo que vemos. Esa generación que llega de la nada y se alza con el poder económico en las últimas dos décadas ya influye enormemente la narrativa social, de forma que la amolda a su visión y sus gustos. En cierto modo, está detrás de ese mito del emprendedor que tanto daño hará a medio y largo plazo.

Quizá tengan la sensación de que les he destripado la columna, pero si tienen unos minutos vayan a leerla, que hay más cosas que no comenté y la web de Politico Magazine es tan agradable de leer que no creo que se arrepientan.

Bitcoin y su verdadero valor como divisa

Bitcoins

De Bitcoin se habla mucho, no en vano es la más visible y conocida de las criptodivisas actuales. Se habla sobre todo de la especulación en torno a esta divisa pero más allá de eso, ¿cuál es el verdadero valor que proponen Bitcoin y las nuevas divisas digitales?

El principal valor añadido es la desintermediación respecto de los bancos centrales. Bitcoin es peer to peer, y ninguna entidad controla la emisión de moneda. Eso no significa que no vaya a haber intermediarios, al final, necesitamos un ente que actúe como proxy de Dunbar extendiendo los círculos de confianza más allá de nuestro entorno directo. Significa que habrá competencia por ser el intermediario elegido.

El otro día fue muy comentada una transacción realizada en Bitcoins en Blockchain, un popular mercado para esta divisa. En concreto, se transfirieron unos 195.000 bitcoins, el equivalente a 150 millones de dólares en la cotización actual. La comisión aplicada fue de medio bitcoin, o unos 350 dólares.

En Hacker News, desde donde llegamos a Blockchain, un comentario lo pone de relieve:

Considéralo así: pagaron 0.5 BTC (unos 350 dólares) por transferir 150 millones de dólares.

Una transferencia directa (no basada en crédito cedido por una tercera parte) de riqueza de esta magnitud entre dos entidades consiste generalmente en enviar físicamente, fuertemente custodiado, y asegurado, dinero en metálico, u oro. Dependiendo de la seguridad deseada en la transferencia, y de lo distantes que se encuentren ambas entidades en el globo, esto puede costar cientos de miles o millones de euros.

Bitcoin tiene un valor real. Resuelve problemas de una escala increíble.

Esta visión, que considero acertada, se alinea con lo que mencionaba hace dos años en Criptodivisas, software libre y autonomía para un futuro post-geográfico:

El corolario es que cada día que pasa y Bitcoin se afianza como metadivisa (divisa de intercambio), su credibilidad aumenta.

(…)

Las criptodivisas llevan en su código genético todo lo necesario para convertirse en ese Western Union global, instantáneo y optimizado.

Voilà. Pasaron volando estos dos años.

Obamacare, la NSA y la disfuncionalidad federal estadounidense

Obamacare

Obamacare

Una idea: la disfuncionalidad federal estadounidense se refleja en el hecho de que una parte del gobierno de los Estados Unidos sea capaz de espiar simultáneamente a la mitad (o más) de la humanidad y otra parte sea incapaz de hacer una página web que permita buscar seguros médicos subvencionados por el Estado.

Pese a toda la polémica alrededor de Obamacare (que llevó al polémico «cierre» de gobierno de hace unas semanas), en Mother Jones extraen una conclusión interesante:

En realidad todo el asunto es por la web. En los sitios en que está funcionando, la gente se está registrando y está bastante contento con lo que están obteniendo. El precio de algunos servicios premium es un problema para algunos, pero no para demasiados. La conclusión más imporante es la peor pesadilla para el Partido Republicano: una vez que Obamacare lleve funcionando un tiempo, va a ser muy popular.

Tan sólo arreglad la maldita web.

Para quien no haya seguido el tema, la web a través de la cual debía agilizarse la contratación de los nuevos seguros médicos es ahora mismo un desastre tan catastrófico del que están intentando buscar culpables (con testimonios variables según quién hable, claro).

Para recordar un poco de qué iba esto de Obamacare y de qué iba la pelea política entre unos y otros, recomiendo el excelente resumen en Obamaworld.

ACT
RD
VS
CTN

Falacias de cine, una historia de piratería

Cine Albéniz, en Málaga

Cine Albéniz, en Málaga

Una paradoja argumental (y falaz) que sale a la luz cada vez que se habla de piratería. En este caso, traigo un ejemplo de cine. Fluye así:

  • Falacia 1: Si el precio del cine sube, las personas dejan de ir al cine, pero es por culpa de la piratería.

    (Ver, por ejemplo, Vanitatis.)

  • Falacia 2: Si el precio del cine baja, las personas vuelven a ir al cine, ergo no era que las pelis fueran malas ni que estuviéramos cansados, era el precio.

    (Ver, por ejemplo, El País.)

¿Notan algo raro? Lo adivinaron: cuando la afluencia a las salas baja, la culpa es de la piratería, pero cuando la afluencia a las salas sube la piratería no recibe disculpas. Es tan sólo que no estábamos tan cansados y aún nos gusta tontear con él, o con ella, en el cine, y ser majos y jóvenes como cuando, esto, como cuando éramos majos y jóvenes.

Por supuesto, nadie comenta que la industria del cine lleva más de 30 años convenciéndonos de que lo que de verdad mola si hablamos de cine es verlo cuando se nos antoje en el salón de casa a la hora que queramos y tan cómodo como nos apetezca: para eso nos convencieron primero de que queríamos tener VHS, y luego DVD, y Bluray, y Home cinema, y Dolby 5.1 para el salón de casa, que si no el sonido desmerece las 52″ de la nueva tele. Luego, claro, si les hacemos caso y decidimos que lo que queremos es ver las películas en nuestra pantalla gigante con nuestro sonido de cine, a la hora a la que me dé la real gana y con las zapatillas de andar por casa, entonces es que estamos matando al cine con tanta piratería. Acoso y derribo semántico.

Y todo ello sin dejar de observar como pueriles esos esfuerzos por extrapolar modelos y tendencias en cuanto a la evolución de la asistencia a salas de cine cuando los resultados no son estadísticamente significativos ni hay base para hacer afirmaciones tan contundentes. Pero todos quieren tener un modelo que extrapolar, aunque el resultado sea una tontería de magnitudes épicas. Para empezar ambos asumen que el precio de la entrada tiene algo que ver en todo esto, cuando no lo parece en absoluto. Pero para eso mejor les recomiendo un buen post de Remo en Xataka, que tiene una foto preciosa del cine Albéniz que yo he tomado prestado para este post porque, lo admito, a mí me encanta ese rinconcito de Málaga.

Periódicos y comida basura para tu cerebro

Circle of concern and circle of control

Circle of concern and circle of control

Un post en el blog de Buffer analiza los hábitos de lectura en Internet y es crítico con la lectura de medios masivos. Se titula The power of ignoring mainstream news: Why reading the paper is low quality food for your brain y es un must.

El post va directamente al grano y debate el rol de agenda setting que entregamos a los medios masivos al renunciar a todo lo que Internet nos permite hacer. La fijación de la agenda pública es crítica en una sociedad, y es el causante final de muchas de las reflexiones que he dedicado por aquí al hilo de blogs, lectores de feeds y la importancia de controlar la propia lectura. Hemos hablado tanto del tema que hasta tenemos una entrada en la Pedia sobre el asunto. Este tema es el que está detrás de todo el mito del descubrimiento, sobre el que también he reflexionado, abogando por entregar el control último a las personas.

Lo que me llama la atención es que abunda en algo que en este blog he defendido desde hace ya muchos años (2009, Por qué tener un blog propio es importante –originalmente incluido en el Blogguest de Antonio Cambronero), y Por qué dejar de leer los periódicos es una necesidad inminente).

En el horizonte de este debate se encuentra la desintermediación de las personas respecto de los medios, que como su propio nombre indica no son un fin en sí mismo, sino una vía para alcanzar un resultado. Una vía cada vez menos necesaria dada la capacidad tecnológica que tenemos cada uno en nuestros ordenadores, en nuestras manos, en nuestros bolsillos. Una vía casi perniciosa, si atendemos a lo manipulables que son y al poder que entregamos a los mismos.

Sabemos además que la desintermediación no es una vía para todo el mundo (aunque muchos más se sumarían si supieran cómo). El coste de oportunidad que pagamos al no desarrollar nuestros propios sistemas de información con nuestras propias fuentes es altísimo. Es tan alto que el mercado de información intermediada movió y seguirá moviendo millones de euros al año, por eso todos los servicios web que no controlamos aspiran a ser el intermediario.

Google Wallet, tarjetas físicas y bancarización de empresas tecnológicas

Google Wallet

Hace más de un año publiqué en Cartograf un post titulado «La bancarización de las pequeñas compras» en el que hablaba de grandes empresas tecnológicas que quieren ser bancos y de qué tienen los bancos que temer ante este movimiento.

Hoy hemos sabido que Google ha comenzado a emitir tarjetas de débito físicas, de plástico, de las de toda la vida, para entendernos (Droid life).

Un momento ideal para recomendar ese post en el que hace más de un año advertíamos de este asunto como algo inminente.

De momento sólo emiten tarjetas para residentes de Estados Unidos. Pero no van a parar ahí, por supuesto que no.

Espionaje, navegadores y software libre, en el podcast de Mozilla Hispano

Podcast

Hace unos días mantuvimos una interesante conversación a tres bandas entre Arturo Martínez, Rubén Martín y yo mismo. Durante una media hora estuvimos hablando de espionaje al ciudadano, de la NSA, PRISM, y del rol del software libre y la recentralización de Internet en todo este tinglado que nos los Estados han montado para vigilarlo todo, en todo momento.

Lo que salió de esa conversación quedó plasmado en el podcast #051 de Mozilla Hispano que ahora pueden oir y a cuya participación me hizo una terrible ilusión ser invitado, así que quiero agradecer la oportunidad desde aquí. Hacía muchos años que no participaba en un podcast y ayudar en el de Mozilla me parece especialmente reconfortante. Quienes me conocen ya saben lo mucho que creo en el software libre y lo afín que soy a los valores que Mozilla representa.

Sobre el rol del software libre y las implicaciones del espionaje masivo de la NSA añadir dos enlaces recientes:

  • Schneier afirmando, en una conferencia recogida en Ars Technica, que los agujeros de seguridad calzados por la NSA en piezas clave para el funcionamiento de Internet no tardarán en ser aprovechados por atacantes fraudulentos. Básicamente, dice que esto va a ser un merdal que nos vamos a comer todos por culpa de la NSA.
  • Una breve entrevista con Javier de la Cueva en la que describe los sistemas (tanto hardware como software) que usa y donde deja más que claro la dramática importancia de usar software libre, cifrado y conexiones seguras a día de hoy. No sólo es posible y barato, es que además es lo único que te garantiza un mínimo de privacidad.

Dicho esto, para aquellos que tengan constumbre de oir podcasts, denle una oportunidad al #051 de Mozilla.

Este blog usa cookies para su funcionamiento.    Más información
Privacidad