El estado del software libre en el ámbito del NoSQL

Desde hace un tiempo presto cada vez más atención al estado del software libre en ámbitos hacia los que no solíamos mirar. Uno de ellos, como el lector habitual ya conoce, es el de la movilidad. El otro, del que hablo menos pero leo tanto o más, son las bases de datos no relacionales, o bases de datos NoSQL.

En este ámbito, tenemos tres proyectos de los que se habla mucho: CouchDB, MongoDB y Cassandra. CouchDB es uno de los emblemas de las nuevas tecnologías de bases de datos NoSQL, posición de honor que comparte con MongoDB y Cassandra, proyecto liberado por Facebook. Los tres son software libre: CouchDB y Cassandra licenciados bajo licencia blanda (Apache) y MongoDB licenciado bajo licencia dura. Cassandra, a la sombra de su origen en Facebook, es posiblemente el que más papeletas tiene para convertirse en el rey del NoSQL libre.

Resolvamos el puzzle. CouchDB, actualmente gestionado por la fundación Apache, tiene un futuro desde hoy más incierto. Los desarrolladores y el fundador se marchan para trabajar en Couchbase, un proyecto empresarial que evolucionará su propia versión paquetizada y privativa de CouchDB. Lo explica Damien Katz, fundador y desarrollador original, en su blog: van a impulsar un proyecto que, «sin duda alguna, no será parte de Apache».

No soy nada partidario de las licencias blandas. Entiendo que pueden animar mercados que de otra forma quizá no se conquistarían con software libre (como fue en el caso de Android), pero lo hacen pagando un precio altísimo (entregando el poder al intermediario, precisamente en tiempos de desintermediación), la victoria de Android (si algún día llega) será una victoria pírrica: otra como ésta y no la contamos. Android no ha llegado a ser el sistema libre, abierto y empoderador que necesitamos. CouchDB ahora pasará a ser privativo. Cassandra será libre mientras a Facebook le interese.

Mientras tanto, queda MongoDB, que hace años que está licenciado bajo AGPL, una licencia tan buena que Google intentó por todos los medios que no gozara de aceptación y prohibió su uso servicio de alojamiento de proyectos de software libre.

CouchDB tiene aceptación por parte de muchos programadores, y aunque Cassandra goza de más nombre, no dejo de pensar que quizá la coyuntura actual abre una ventana de oportunidad a MongoDB. El software libre en el ámbito del NoSQL goza de buena salud, pero lo hemos visto mil y una veces: las licencias blandas son tramposas y favorecen la intermediación al permitir los derivados privativos. Por mi parte, espero que MongoDB se alce sobre otros proyectos, pues es la única de las tres alternativas que recurre representa el software libre como aquí nos gusta: con una licencia GPL pata negra.

Cómo los hackers y sus drones nos recuerdan el camino de la libertad

Este año será decisivo para la Red, la previsible entrada en vigor de la ley Sinde pondrá la libertad más difícil a partir de marzo. La extensión de la Stop Online Piracy Act desde Estados Unidos a Europa promete ahondar en la creación de fronteras y limitaciones artificiales en Internet.

Pero no queda ahí la cosa. El año comienza muy movido en temas de seguridad. Lo de menos, que a una compañía especializada en seguridad y defensas antivirus, como Symantec, le robaran el código fuente de su software. Aparte del escarnio, lo más probable es que se descubra alguna puerta trasera que Symantec ofrezca habitualmente a alguno o varios gobiernos alrededor del mundo. Nada que debiera sorprendernos a estas alturas; menos aún en el mundo de los móviles.

La caza de hackers que viene

Entre tanto, un grupo de hackers publicó decenas de miles de datos de tarjetas de crédito radicadas en Israel y ahora el estado israelí les quiere aplicar la ley antiterrorista. Pere Quintana apunta a que la responsabilidad ante la emergencia de este tipo de políticas durísimas debe ser compartida por black hats y gobiernos.

Es posible, pero no se puede negar que los Estados persiguen encontrar excusas que justifiquen la regulación de los usos de la informática. Si hay alguien interesado en la guerra contra el ordenador personal, esos son los estados, que actualmente ven cómo el usuario doméstico puede cifrar mensajes que sus servicios de inteligencia no pueden descifrar. Esta búsqueda no es nueva, pero está claro que en tiempos de SOPA y política del miedo equiparar a hackers con terroristas es el próximo paso en la instauración de un sistema post-democrático como la sociedad de control.

¿Recuerdan la caza de hackers? Sterling la glosó maravillosamente en The Hacker Crackdown. Mucho me temo que el empuje represivo será mucho peor ahora, sobre todo si poseer o usar un ordenador personal llega a ser alguna vez percibido como raro o exótico, un horizonte que puede ser terriblemente cierto de aquí a cinco años. O quién sabe, quizá lo que levante sospechas sea, como me contaba Aleix Cabarrocas en un correo electrónico, no haber sucumbido a la twitterización de la Red.

Guerra fría digital y el ataque de los drones

El gobierno japonés anuncia la creación de una ciberarma: lo llaman el virus antivirus pues, dicen, sólo será usado en defensa propia. Esta noticia ha sido recibida con estupor, y se apunta a que podría marcar el comienzo de una escalada de inversión en ciberarmas que, seguramente, recibió ya un pistoletazo de salida con Stuxnet.

Uno de cada tres aviones de guerra de Estados Unidos son robots. Máquinas que no necesitan tripulante, son controladas remotamente por un militar cuya vida no corre peligro. En los ataques sobre Pakistán, estos robots son responsables de un elevadísimo porcentaje de las muertes causadas por los aviones estadounidenses desde 2004. En los próximos años la proporción robot:humanos crecerá hasta haber más de 100 robots por cada persona, y ¿quién nos asegura que los primeros no serán utilizados para el control masivo de los segundos? John Robb, pintor habitual de escenarios apocalípticos, apuntaba en esta dirección recientemente. Robb puede equivocarse, pero lo cierto es que unas semanas después de que Robb publicara su artículo supimos que la frontera de Estados Unidos con México está siendo vigilada con estos aviones no tripulados, que facilitan y ayudan en la detención de los emigrantes.

La tecnología no es un fin, pero hace posible el fin: el fin único es la libertad

Mucho se ha hablado esta semana de las recientes declaraciones de Vinton Cerf sobre si el acceso a Internet es un derecho universal o no lo es. Cerf argumenta que la tecnología no es un fin, sino un medio. Tiene toda la razón.

Por eso, la pregunta que debemos hacernos acerca de la tecnología es, cómo podemos usarla para ser más libres o hacer más libres a quienes nos rodean. Ahí entroncan muchos de los temas que tratamos habitualmente: el software libre, el uso de los ordenadores como medio para generar autonomía a las personas, en lugar de dependencias, o en un plano low-tech el uso de jaulas de Faraday para proteger nuestras tarjetas de crédito cargadas de RFID.

Occucóptero
[Foto por Sean Captain: Tim Pool muestra su drone hackeado, conocido como Occucóptero, preparado para permitir la cobertura aérea de las manifestaciones de Occupy a los reporteros ciudadanos.]

Los drones no son un tema aparte. Ya hay quien los usa para monitorizar manifestaciones. Estas personas son hackers, en el sentido que Himanen da a la palabra y aquí tanto nos gusta. Sin embargo, lo más probable es que cuando lean la palabra hacker, ésta venga vinculada a otros temas: piratería, delincuencia, virus. Se trata de una confusión interesada que desgraciadamente se ha colado en la agenda, para lamento de quienes se sienten hackers, como Rudy Rucker nos contaba hace unos meses:

«Hacker en el sentido original, antes que la prensa tomara la molesta costumbre de asociar hacker con criminal. Una costumbre muy molesta porque estábamos orgullosos de ser hackers. Queríamos explorar el caos»

Que un dispositivo como un drone doméstico sea utilizado para monitorizar una protesta como la de Occupy Wall Street cuyos objetivos están por aclarar y sus éxitos están por ver no deja de ser anecdótico y, como tal anécdota, poco relevante en sí mismo. Lo importante es el hecho: la tecnología, en manos de las personas, es una fuente inagotable de puertas hacia la libertad. No es la libertad, pero la permite. Por eso cuando prohíben y criminalizan la tecnología (del p2p al cifrado, limitado por ley en algunos países) el daño es mucho mayor del aparente. El daño que Internet ha recibido durante 2011, y el que posiblemente va a recibir durante 2012, tendrá una proyección tremendamente negativa en los años por venir.

Quizá el futuro de Internet y la comunicación libre pase por un enjambre de drones enviando reportes a través de los mismos Magnet Links a los que ahora han abocado a The Pirate Bay y conectados a un Ushahidi (como el que hace unas semanas pusimos a punto en el Hackaton de Open Data). Toda la potencia del p2p, a nuestro servicio gracias a la disponibilidad de hardware. Estos drones domésticos son baratísimos y en muy poco tiempo podrían ser un dispositivo cotidiano. No es desdeñable la posibilidad de que el Estado intente impedirlo y seguro que muy pronto comienzan a retumbar los tambores de la regulación. Cada día que pasa es un día menos para la llegada del momento en que para volar un drone doméstico haya que pedir una licencia al Estado; eso sí, todo en nombre de la «seguridad nacional».

El reto es, por tanto, conseguir que siga siendo posible la obtención de libertad y autonomía para las personas, el fin del que hablamos nosotros, pero también Cerf. Ese reto requiere que no se criminalice a quien haga un uso liberador de la tecnología, ya se trate de un ordenador personal o de un pequeño avión teledirigido. Las campañas de generación de miedo y las prohibiciones exhaustivas buscan demonizar la diferencia y se apoyan en nuestros sentimientos más irracionales.

Si rechazamos ser aterrorizados y si rechazamos ser controlados, podemos crear un entorno mejor en el que vivir, ¿tendremos la voluntad de hacerlo?

A neutralidade de Internet, próximamente en português

Comentábamos en La neutralidad de la Red que había dos maneras de destruir la neutralidad de la Red.

  • Una es por la vía legal, haciendo posible la intercepción y el bloqueo del tráfico de datos en función del contenido del que forman parte, obviando la verdad fundamental: que un bit es siempre un bit, sin que importe que formen parte de una fotografía, un e-mail o una canción, quizá un vídeo.
  • La otra es delegando el control sobre la infraestructura. Al ceder el control de nuestra presencia a grandes empresas que controlan cada vez un porcentaje mayor de Internet, de su infraestructura y del tráfico de datos, esos nodos de la red, que en principio eran como nosotros, ganan un rol dominante, centralizador, del que obtienen control.

El avance de la primera es imparable con leyes como Sinde, el nuevo tratado internacional antipiratería o la Stop Online Piracy Act. Se frena únicamente con dominio público. El avance de la segunda está más en nuestra mano: huir de los grandes proveedores como Google, Facebook o Amazon y retomar el control de lo que hacemos en Internet, desde los enlaces que compartimos a nuestra actividad en «medios sociales» es prioritario.

Se preguntarán a qué viene todo esto. Y ya se lo explico: estos días estoy muy contento porque Miguel Almeida, hermano de armas en esto de la seguridad y la privacidad y autor de Notas sobre segurança, ha comenzado la traducción de La neutralidad de la Red al portugués. Hace muchos meses, 2.0 Editora se interesó por hacer una traducción al gallego, pero lamentablemente tras cambiar algunos mails el proyecto entró en un silencio tremendo del que esta editora parece salir sólo recientemente.

Así que el proyecto de Miguel Almeida me ilusiona mucho, y esperamos podamos culminarlo. El mérito es de él, y este post sirve a la vez como anuncio y como agradecimiento. Eso sí, mientras tanto, recuerden que se pueden descargar el libro La neutralidad de la Red en español, desde su página.

Bocados de Actualidad (141º)

Aquí estamos una semana más con una ronda de enlaces que no tuve tiempo (o ganas) de comentar durante la semana. En realidad, semanas, pues los bocados no aparecían por aquí desde antes del cambio de año… y de eso ya hace tres domingos. La ronda centésima cuadragésima primera de los bocados nos llega a ritmo de Mastodon y su The Hunter.

  • Agujero de gusano y ¿estamos con las marcas o con los productos?
  • Pere Quintana hace un detallado review del Kindle desde el punto de vista del usuario. También sobre Amazon, Error 500 y los libreros jugando al despiste y Julen Iturbe y la extraña globalidad de algunas empresas.
  • Luis de la Cruz reflexiona sobre si los lectores pueden/deben implicarse en la financiación de un medio de comunicación.
  • Samuel Parra y Vodafone sustituyendo tu mail en reparación por otro con datos cargados… conscientemente.
  • Bianka Hajdu habla de Tim Harford y el Síndrome de dios.
  • El club del tetraedro cumple 6, y Sergio Hernando ni más ni menos que 8. ¡Enhorabuena a ambos!

Esto es todo, ya sabéis que durante la semana voy dejando algunos enlaces compartidos también en mi gestor de marcadores.

Y, más importante aún, recuerden que todo lo que vean por la tele sobre propiedad intelectual y piratería es mentira, una excusa para imponer medidas de control.

La SOPA inevitable

Leemos en La quadrature du net:

Un document stratégique clé sur les politiques Internet montre que la Commission européenne se prépare à proposer de nouvelles politiques répressives. Avec le vote de consentement à venir sur l’accord anti-contrefaçon ACTA et la révision de la directive sur les «?droits de propriété intellectuelle?» (IPRED), les mécanismes de censure qui font actuellement débat aux États-Unis arriveront bientôt en Europe.

Y esto sólo es el comienzo. Lean el post entero. A estas alturas, ya ni tiene mérito eso de te lo dije. La realidad es más como en La dama y el vagabundo: «tomarás sopa si te place, tomarás sopa si no te place».

Lecturas recomendadas: compartiendo enlaces y más enlaces

Hay quien ya se ha dado cuenta. Para los demás, aquí va este post. Desde hace casi dos semanas, en la barra lateral de este blog se pueden encontrar una serie de los enlaces a lecturas interesantes. En concreto, a las más recientes que he compartido desde mi gestor de marcadores.

La historia completa nos dice que en estos tiempos de recentralización y nube, cuando Google quiere que todo sea Plus y Amazon que todo sea Kindle (y si no hay enlaces, mejor, así no podrás salir de su tienda), a pesar de que muchos utilicen a tal fin otros servicios (también centralizados y también fuera de su control, pero eso es otra cosa) como Tumblr o Twitter, la recomendación de enlaces no puede ser tercerizada. Los enlaces son la red y, como tal, su gestión es estratégica para la red.

Hay una explicación más larga en el blog de Cartograf, en un post que recomiendo leer: Enlaces, malditos enlaces, y gestión del conocimiento.

Y, en todo caso, ya están avisados de que no estamos parados.

Enlaces, malditos enlaces, y gestión del conocimiento

Si tenemos algo como una red, es porque hay personas que buscan y desean conectar con otras personas. La Red es el agregado de esas conexiones entre personas. Si hablamos de la web, estas conexiones se materializan en los enlaces, ¡ah, los viejos hiperenlaces!, y en la facilidad para recorrer el camino, a veces convertido en aventura, que el enlace propone y cuyo final sólo conocemos cuando, llegados a nuestro destino, descubrimos qué sorpresa nos esperaba allí. Haciendo click en nuevos enlaces abrimos nuevos caminos, nuevas puertas de conocimiento cuyo aprovechamiento y utilización sólo depende de nosotros. Y es que los hiperenlaces desempeñan en la red una función muy similar a la que los enlaces químicos juegan en las moléculas de las que estamos compuestos: nos permiten relacionarnos con lo que nos rodea y nos permiten ser lo que somos.

Los enlaces han existido desde siempre, para permitir al más atento reconstruir un mensaje más amplio, de mayor calado. Quizá los referentes más antiguos que preservan la idea de un enlace como lo entendemos ahora sea la enciclopedia tal como la concibieron Diderot y d’Alembert, en plena ilustración y como una pieza clave de su proyecto ilustrado. Esa enciclopedia, con sus referencias cruzadas tenía un fin (saltarse la censura de la monarquía absolutista reinante en Francia a mediados del s. XVIII) y una virtud (lograrlo de forma efectiva).

Han pasado más de dos siglos. Podemos hacerlo mucho mejor que ellos. Sabemos hacerlo mucho mejor y la web es una demostración de ello. Porque la enciclopedia verdaderamente valiosa a día de hoy no es la Wikipedia, aunque ésta sea útil. Hay muchas enciclopedias posibles, todas viven en la Red, tan sólo están esperando que las descubras, que las construyas y que sigas el camino que te abren.

No pocas leyes se ciernen sobre Internet y amenazan con revivir el tipo de necesidades que animó a los ilustrados, pero afrontar la situación desde un enfoque similar sería limitante. A pesar de eso, la mayoría de las veces el recurso al enlace es algo natural. Estamos rodeados de cantidades enormes de información, no poseemos todo el conocimiento (de hecho, el conjunto de personas que nos rodean saben mucho más que nosotros, incluso para el caso de grandes organizaciones). Por supuesto, en ocasiones tenemos la respuesta y ser autorreferente es necesario, está justificado y pone en valor nuestro propio trabajo y conocimiento. Pero no podemos ceder ante la tentación de no incluir enlaces hacia afuera, como si nuestros lectores fueran más tontos que nosotros y fueran a quedar atrapados en nuestro discurso que, al carecer de inputs externos es, además, empobrecedor.

Esto es Internet: hay sobreabundancia de información, y no podemos impedir el acceso a las fuentes. Podemos, eso sí, convertirnos en una guía, un apoyo. Todos necesitamos métodos para aprender mejor de la información con la que nos cruzamos. Ya hemos hablado del rol que las pedias desempeñan en todo esto. Pero, ¿acaso no es igualmente valioso crear un huequito en el que soltar esos enlaces que queremos recomendar?

La personalización tiene demonios, pero también tiene destellos de abundancia, de interacción a escala real: la recomendación de contenidos por parte de las personas en las que depositamos nuestra confianza es uno de estos detalles donde se vislumbra que la red es esa maraña de conexiones entre personas.

El discurso imperante nos dice que el mejor sitio para compartir enlaces y contenidos es una mezcla de plataformas externas, desde Twitter a Google Plus. El colmo llega con la tabletización y la appificación: lo que antes se hacía en la web, de forma abierta, interconectable, ahora se hace en aplicaciones que en su mayoría son un mero canal cerrado ideado para ser un jardín vallado que mantenga cautivos a los usuarios-consumidores. Obviamente, este sistema tiene más éxito en los sistemas y dispositivos ideados como dispositivo de consumo de información. Como daño adicional, un sistema de reglas tan estrictas limita la experimentación, pone trabas al muy necesario espíritu innovador del hacker. En preservar la capacidad de libre experimentación y desarrollo que tenemos ahora en la red el gran reto de los años por venir. Hay quien esgrime motivos para ser optimista sobre la appificación y el futuro de la web.

Una de esas señales de que hay motivos para ese optimismo es eso que ahora definen como «nueva tendencia»: los link logs o registros de enlaces. Hubo una época en la que creímos que del.icio.us nos enamoró. Pero era centralizado, privativo y su lógica (acogimiento a estándares, enfoque abundante, completísima API mantenida estable) no estuvo presente en las herramientas web que llegaron después. La web 2.0 no estuvo a la altura de la promesa de su propio hype.

Para innovar a menudo basta con saber reciclar. Frente al discurso que nos anima a compartir usando servicios que no controlamos, apostamos por compartir y recomendar contenidos desde nuestro propio espacio, sin darle fuerza y alas a la bestia de la centralización de Internet y el cloud computing. Ejemplos no faltan a uno y otro lado del Atlántico: Dave Winer, Iván Vilata o JotaRP. Yo mismo tengo en mi blog personal un pequeño widget donde muestro los últimos enlaces que he compartido.

Y es de eso que quería hablar en este post. En Cartograf tenemos claro que éste es el momento de eso que Julen Iturbe denomina empresa abierta. Tenemos vocación de generar conocimiento libre, y de hacerlo de forma transparente. Por eso hicimos una Pedia en la que ir estructurando ideas. Y por eso hablamos en público de algo que ya lleva un tiempo funcionando y cuya existencia algunas personas ya habían notado: para las ideas a medio cocinar anunciamos nuestros Marcadores.

¿Qué puedes esperar encontrar ahí? Pues punteros a reflexiones, ideas, proyectos y, en general, cualquier cosa que encontremos en nuestras abundantes lecturas diarias, que normalmente almacenamos para nosotros mismos pero que en ocasiones abrimos también a las personas que nos siguen. ¿Sobre qué temas? Seguramente te interesarán esos enlaces si tienes un interés en los temas que tratamos en nuestros blogs, tanto ésta bitácora como nuestras bitácoras personales.

Está claro que la gestión y compartición de enlaces no es gestión de conocimiento per se. Pero una adecuada gestión de la información es crucial para su posterior aprovechamiento y es, sin duda, uno de esos ladrillitos con los que construimos nuevo conocimiento. Por eso hay que acometerla desde el principio y tratarlo como algo estratégico, que no podemos delegar en servicios externos.

¿A contracorriente? No, no lo creo. Hay muchas corrientes, no todas van en la misma dirección y no todas tendrán las mismas consecuencias. Recuperar el control de la propia actividad en la Red es la corriente y esto no es sino otro pequeño pasito en la dirección correcta.

Marcadores de Cartograf tiene varios feeds que quizá querrían seguir:

[Este post fue publicado originalmente en el blog de Cartograf.]

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