La guerra contra el ordenador personal

Buscando la raiz de las guerras del copyright que estamos viviendo, hay que remontarse hasta el origen mismo de la informática moderna. Hasta esos grupos de académicos que en los años 70 aprovecharon la visión que los estrategas habían esbozado una década antes para la investigación y la inteligencia militar. Fueron ellos quienes comenzaron a extender una red y a desarrollar nuevas prácticas y nuevo conocimiento en ella. Gracias a la visión de aquellos pioneros, un par de décadas después (ya en los años 90) la verdad flotaba en el ambiente: la llegada de la «sociedad de la información» era inminente y, con ella, también la de la economía basada en la información.

Desde que esa noción fue asumida, quienes controlaban los aparatos de poder han tenido un sueño húmedo: el de proveer a los usuarios acceso inmediato y de pago a todas la información que deseen… cobrando lo máximo posible por cada una de ellas. Esta ambición ha chocado una y otra vez con un muro hasta ahora infranqueable: Internet hace tremendamente difícil bloquear el uso que se hace de la información y, en consecuencia, forzar a cada usuario a pagar cada vez que desea acceder a algo.

Por el contrario, lo que surgió desde el comienzo fue un nuevo tipo de economía: la economía de la atención. Las estrategias para lograr el cumplimiento de aquel viejo sueño han sido varias: la recentralización de la Red, tanto a nivel de software como a nivel de hardware han pretendido en todo momento devolver a los usuarios a un estado de independencia y autonomía inferior al que disfrutaban. El caudal de datos que Internet puede manejar crece exponencialmente y el coste del hardware para almacenar datos disminuye exponencialmente. ¿Por qué, entonces, esa insistencia reciente con la nube? Para recuperar el control, para crear dependencias a los usuarios.

Desde que Richard Stallman iniciara hace casi tres décadas la mayor revolución de nuestro tiempo al crear e impulsar el movimiento del software libre su figura ha sido objeto de críticas y burla. Sin embargo, aquellas afirmaciones que sus detractores tildaron de paranoia son una realidad innegable en 2012: los sistemas operativos para móviles no son libres y mantienen al usuario en una jaula en la que es casi imposible hacer algo que no haya sido pensado por el diseñador del dispositivo (ni hablar ya de ejecutar código), los dispositivos portátiles son ampliamente usados para espiar a sus usuarios y, por si fuera poco, este tipo de sistemas operativos-jaula comienzan ya su asalto a los ordenadores personales.

En los ordenadores personales nos jugamos el futuro: Windows 8 podría impedir que instales tu Linux (Microsoft dijo que eso sólo será así de forma opcional… una opción para reducir nuestras opciones) y en algunas arquitecturas sólo ejecturará aplicaciones para Metro, esto es, si te compras tu ordenador con Windows en esa arquitectura, tu ordenador tendrá la usabilidad de un tablet. Y en el típico tablet el control lo tiene el fabricante, siendo la capacidad de usarlo para usos no pensados por el fabricante extremadamente reducida. Las aplicaciones tipo Metro sólo se podrán instalar desde la App store de Microsoft y deberán ser aprobadas por Microsoft para estar ahí. Apple cambió el comportamiento del scroll en OS X para asimilarlo al diseñado para iPhone y iPad.

Una tendencia, tres caras de un mismo prisma:

  • los ultraportátiles baratos, que fueron promovidos ampliamente en la esperanza de las operadoras de vender tarifas de datos, suben de precio o desaparecen de las estanterías, toda vez que las tarifas de datos se venden ya en el móvil, un entorno mucho más amigable a las operadoras y la cultura de usuario que poco a poco han logrado imponer. Como dijimos en La neutralidad de la Red, no es que Internet llegue al móvil, sino que el móvil llega a Internet.
  • Los portátiles comienzan a venir ya en dos módulos para que te quedes la pantalla y lo uses a modo de tablet.
  • Los portátiles se convierten, directamente, en una prolongación del móvil.

En todos esos casos, la potencia y la libertad que ofrece un portátil es sustituida silenciosamente por la facilidad enjaulada del móvil. Dicen que Steve Jobs fue el visionario que hizo posible que en cada hogar haya un ordenador personal. Si hay justicia, la historia lo recordará como el visionario que decidió que había que llevarse de casa todos esos ordenadores.

Ante este advenimiento de nuevo hardware de capacidades limitadas por un software diseñado a tal efecto, la anti-Internet (centralizada, controlada, disneyficada) se regocija mientras los hackers ven un futuro steampunk en el que los sistemas de DNS alternativos (que llevan años con nosotros) gozan de adopción masiva y las darknets y la economía identitaria son parte de nuestra cotidianeidad.

SteamPunk Octupus por raybender
[Ilustración: SteamPunk Octupus, por raybender.]

Todo ello parece inevitable pese a los esfuerzos por controlar la Red, pero lo parece tan sólo porque damos por sentado que tendremos con nosotros la herramienta que nos ha acopañado en todas nuestras batallas en las últimas décadas. Esa herramienta es el ordenador personal, pero el ordenador personal tal y como lo conocimos, abierto, configurable, clónico, manipulable y hackeable podría no estar con nosotros cuando nos haga falta, víctima de una guerra que está pasando desapercibida para muchos. Inundando el mercado de cajas tontas de bajo precio, el PC se convierte en objeto de lujo, «para desarrolladores» y uso profesional que será artificialmente caro precisamente cuando el hardware es más barato. Es el precio de la libertad y espero equivocarme, pero nos lo van a subir muy pronto. En el camino quedarán los excluidos, la mayoría, con sus tablets-pc, herramientas diseñadas para consumir y no para crear.

Todas las luchas que tenemos pendientes dependen de tener éxito algo primordial: disponer de herramientas. La primera y más importante batalla es la de poseer hardware que podamos controlar y usar a nuestro antojo, evitar la tabletización de la informática personal para poder usar el software que necesitamos para ser autónomos y libres.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

25 comentarios

  1. Vamos de cabeza hacia una sociedad de consumidores, no de creadores. Banalizada. De verdad hay que luchar contra la tabletización de la informática.

    1. La lectura equivocada es pensar que me quejo de las pantallas táctiles o de la usabilidad maravillosa de las tablets. ¡Nada más lejos! De lo que me quejo es de que no haya nada más allá de eso: que el root sea el fabricante, que las opciones estén predefinidas y que toda aplicación que no reciba el urbi et orbi de Jobs, Ballmer o el capo de turno sea convenientemente retirada de la app store.

      Por lo demás, las interfaces táctiles molan y la usabilidad es siempre un objetivo, pero no a costa de libertades de configuración, uso o aprendizaje (mediante la configuración y el uso!).

      1. Tabletización: dícese del fenómeno de quitarle al usuario dos cosas. 1. capacidad de modificar y trastear a su gusto 2. capacidad de crear con el dispositivo. ¿De qué manera? 1. con una plataforma cerrada donde es el fabricante el que decide qué se pone y qué no (por ejemplo, a través de las famosas app store + «ladrillización» del dispositivo que el usuario intente modificar fuera de la app store). 2. Quitándole las herramientas que facilitan la creación. En este caso, el teclado y el ratón. Una vez haya alternativas (por voz podamos escribir mejor que con teclado; mediante dedazos consigamos precisión) podemos retirando este punto. Pero de momento, todo lo que no sea leer o mirar es un suplicio en el entorno táctil.

  2. plas, plas, plas. Nada que añadir.

    Una reflexión, a los que descubrimos internet antes de estos tiempos que describes en seguida nos pareció evidente que aquello era cosa de ponerse a llaborarlo ¡aquellas torpes combinaciones tipográficas! ¡aquellas cajas con bisel a golpe de <TABLE>! No cabía duda de que salvo ciertas páginas y portales había mucho amateurismo, así que enseguida nos pusimos a buscar manuales. Y daba igual que no fuéramos muy técnicos, porque el html no era un lenguaje de programación era una especie de alfabeto. Adoptamos la red como un ecosistema de ida y vuelta como algo natural.

    Esto no es posible ahora, las aplicaciones son «gemas» bien pulidas, sólo accesibles para informáticos, con conocimientos de C++ o Java,, con su propio entorno de desarrollo. Por no hablar de las lmitaciones de los dispositivos a las que haces referencia o a los markets.

    Cargarse la red es sin duda el paso necesario para cargarse la semilla que de revolucionario (en el aspecto más social) esta contiene.

  3. Para crear un mundo, primero hay que soñar con él, y para soñar con él hay que poder soñar con él. Si no puedes pensar en ello, no existe… y no existirá.

    Entiendo que tuvimos la suerte de llegar a la Red en una época en que la barrera de entrada era pequeña (marcar texto para hacer HTML no es como programar en Ruby o en Java), pero también entiendo que en las nuevas generaciones que se van incorporando a la red hay muchas personas que podrían adoptar eso. Yo no sabría mejorar el kernel de Linux, lo cual no me impide usarlo y apoyarlo, y ¡defenderlo cuando se tercia!

    Sobre las App Stores, poco que añadir. Han triunfado porque contentan al intermediario, y éste las apoya… no dejan de ser repositorios en los que la mayoría de aplicaciones son de pago. Habría sido imposible hacer un repositorio de pago para Debian, pero en un entorno tabletizado, es la norma. Ya todos tienen App Store (todos los sistemas móviles, pero también OS X y Windows 8 y los pasos de Canonical hace tiempo que lo intentan… pero en Linux para PC ese enfoque está aún lejos de ser aceptado).

    El día que la red masiva sea lo que están construyendo, no nos quedará más remedio que buscar alternativas. No sería problema en un mundo menos dado a linchar a las minorías, pero ya sabemos qué mundo tenemos. Y si eso sucede, habrá una barrera, inculcada sabiamente por el sistema (y desde el sistema) desde tiempos ancestrales: la criminalización de lo diferente (raza diferente, pasaporte diferente, ¿red diferente?). Cuando hablamos de política del miedo lo mencionábamos, todas estas campañas tipo «si ves algo raro, llama a la policía». Al final desembocan en falsos positivos (no se denuncian situaciones peligrosas, sino que lo minoritario aparece raro a nuestros ojos y al final se producen sesgos que conducen a linchamientos de estas minorías. No será diferente con la minoría que use tal o cual sistema de DNS para leer noticias… serán percibidos como los raros, los peligrosos, los hackers, los antisistema… Por eso no es suficiente con decir «que se queden su Internet disney, yo me voy a mi red empoderada», la violencia latente sería (me temo) demasiado grande. Hay que salvar Internet en su conjunto, para que en ella (y no en otro universo paralelo) quepan (como hasta ahora) todas las redes que son y serán…

    PD. Me quedo macrocomentario…

  4. Un articulo directo y elocuente.
    Timeo danaos et dona ferentes = Temo los regalos de los aqueos
    La tableta capada será el Caballo de Troya, el juguete maravillas que hace la informática y el interneteo fáciles, mediante el cual invadirán los aqueos la ciudadela de la libertad y neutralidad de la red, de modo que se recuperará el control del canal de difusión, pues tabletas y descargas son conceptos no miscibles. La comunicación entre usuarios se limitará al charleteo en las llamadas redes sociales.

    1. No conocía el dicho de los aqueos, ¡qué cierto!

      Como decían Héroes del Silencio (o Bunbury, que aunque demostrara ser un capullín, en su época hizo cosas interesantes): «los placeres de la pobreza han vencido a nuestra burlada revolución».

  5. En mi curro uso más Windows que linux, porque prefiero no virtualizar algunas de las aplicaciones que uso Windows-only. Ya sea mi caja de ese momento linux o windows, el software que uso básicamente es el mismo, mayoritariamente libre.

    Hay que relativizar el éxito de las tabletas, más allá de la moda. La mayor parte de los cuellos blancos trabajan hoy con ordenadores de escritorio, y la inmensa mayoría (algo más del 90%) son windows en España. En iberoamérica la cuota es mayor, porque Apple hace productos para el primer mundo y porque linux exige un nivel de conocimientos más accesibles para los ricos inquietos, dicho con perspectiva global.

    No está claro lo que va a pasar con UEFI. Yo creo que no va a ser para tanto, para empezar porque no será necesario: Linux perdió sus oportunidades reales de principios de siglo de impactar en el escritorio. La tabletización, bonita expresión para la jaula dorada, vendrá como un tsunami a cámara muy lenta. Windows 8 será el último windows con win32 nativo (creo), y mac os x va rápido hacia iOSización (más que windows, diría yo).

    Hay un rasgo evolutivo especialmente interesante: el iPad empezó siendo el ordenador para tu madre, tan limitado como inmediato. Pero de las manos de tu madre ha pasado a las manos de obama y los parlamentarios españoles, alcaldesas y demás. De juguete a objeto de deseo, brunete mediática mediante.

    El iPad y demás tablets son los objetos para la diversión fuera del trabajo, como decís el troyano cultural definitivo.

    1. Muy de acuerdo en lo que comentas: yo también he estado en entornos donde usaba Windows (en la Universidad, por ejemplo, teníamos software que no corría en Linux y que nos era necesario para el trabajo diario). Las tablets tienen mucho de moda y resulta claro que la gran mayoría de personas quiere otra herramienta para trabajar.

      Al menos todavía. Porque antes las herramientas iban del trabajo a casa (y así llegaron los ordenadores y luego todo lo demás), pero ahora es al revés (en el trabajo me capan Internet, y yo me llevo el móvil y lo suelto en el escritorio para tener WhatsApp y chat todo el día). Así llegan los Mac a muchas oficinas… porque la gente los tenía en casa.

      Sin ir más lejos, hoy leía un post sobre el nuevo Windows Phone y el flamante Nokia Lumia, cito textualmente:

      I soon realised that my geeky 11-year old self would have hated this phone. There are almost no options to play with. You can change the “accent colour” in the UI. That’s about it. Maybe this is a problem in that the techy early adopter crowd won’t really appreciate the phone and thus recommend it to their less geeky friends. However, the busy 27 year old me appreciates this. This phone has good defaults. It just worked, and I didn’t have to worry about messing around with it.

      El niño de 11 años amante de los ordenadores se tira de los pelos ante la falta de opciones, y el adulto responsable de 27 acepta pasar por todos los aros del mundo con tal de que le funcione. Y es una opinión, no sé si representativa, pero me temo que más abundante de lo que nos creemos.

      Es esto lo que me hace temer siempre lo peor. Por ahora OSX está más iOSeizado que Win7 está Metroizado, pero con Windows 8 piensan dar un golpe de timón importante (y realmente lo darán). Y la gente lo aceptará, como lo acepta este chico con su móvil.

      Y claro, aunque todo eso no llegue a suceder tienes razón cuando defines los tablets como el troyano cultural definitivo. La antesala de la televisión 2.0, que esta vez sí funcionará: consumir, consumir, consumir.

      1. A este respecto es muy interesante esta entrada de edans que probablemente hayas leido

        http://www.enriquedans.com/2012/01/byod-e-informatica-corporativa.html

        a mí me parece evidente que el BYOD que menciona es algo de directivos y profesionales apañados, que por la moda entran en línea de colisión con los responsables de sistemas y BOFHs de toda la vida. Lo más interesante son sin duda las aportaciones de algunos de los lectores, in-cuestionando el principio BYOD y mostrándose inmunes a sus distintos peligros. Un mal de época tan insidioso como oscuro.

        Tu ejemplo del 27añero es muy tópico de los switchers a Mac del segundo tipo. Los primeros son lusers que, sin control sobre sus cajas windows, quieren algo con aureola doble de moda y de invulnerabilidad. Los segundos son linuxeros que «se hartan de trastear» y «quieren que todo funcione». Claro, una caja windows bien mantenida «just works», pero eso es impensable para ambos por distinto motivo.

        El problema del switching, del «just works» es que renuncia a las estupendas suciedades del hacking sobre tu propia máquina. No hablo de virtuosismo, sino de conocimiento en detalle razonable de las posibilidades de tu máquina y de las distintas vías para lograr el mismo objetivo. El just works niega el conocimiento «heredado», el inmenso grimorio de detalles y trucos repartidos en miles y miles de foros.

        Y eso nos lleva a herramientas ciudadanas, aún más importantes que las profesionales. Los ciudadanos no nos liberamos, sino que nos encadenan, cuando nuestras máquinas son cajas negras de las que no tenemos control y que -de MOMENTO- privilegian el acceso a disneyworlds dentro de Internet.

        Somos ciudadanos peligrosos para las elites con máquinas completas accediendo a una Internet sin control.

    1. Pues no conocía este BYOD, y no había leído el post de Dans, pero bueno… ya he leído ambos enlaces. Es el fenómeno que hablábamos más arriba, respaldado por los gurús del management… así que ya ves. La historia como yo la entiendo:

      Primero te generan una molestia (digamos, te bloquean el acceso a Hotmail o a lo que sea que uno quiera usar en la falsa creencia de que así te concentrarás más… cuando es exactamente al contrario: si no chequeo el email y lo quiero mirar, estaré pensando en eso, ergo no trabajaré mejor sino peor).
      Segundo yo descubro que tengo en mi mano hacerles el puente a mi jefe y al sysadmin que sniffea mi tráfico: mi teléfono/tablet con mi tarifa de datos.
      Tercero la empresa descubre que mando los powerpoints desde el GMail y decide que si va a ser así, ellos se ahorran el puesto de escritorio. Quizá hasta me «subvencionen» la compra, cuando la realidad es que me lo harán pagar de mi salario…

      Lo que tú mencionas: hay un punto de obscenidad en ese plan. Pero los gurús del management necesitan siempre nuevas palabras con las que aparentar ser los mayores cazadores de tendencias. En una pyme con 4-5-20 miembros casi puedo entender que hay más libertad de uso de dispositivos y software, y hasta de llevar tu propio hardware, pero es una situación totalmente intransferible a organizaciones y empresas de otra escala.

      Además, me parece un escándalo desde la seguridad: es mucho mejor para la empresa permitir el uso de Internet sin trabas en los puestos de trabajo (y luego juzgar a las personas por lo que se las debe juzgar, tareas completadas, y no horas que pasaron allí sentados), y abordar esa situación de «inseguridad» desde un entorno que los departamentos de informática puedan gestionar.

      En fin, me lo apunto, fijo que alguien nos sale con ello más pronto que tarde…

      1. Yo no acabo de ver esto como tan amenazante… Veamos: el BOYD proviene de una demanda del «trabajador», el argumento es que eso da a atractivo al puesto de trabajo porque, hoy día, tu máquina y tu conectividad es algo que se mueve en tu vida laboral y personal de modo permanente y con una porosidad total: tienes tus configuraciones, claves… puñetas. Además, no es «nuevo». En muchas empresas ha habido una especie de pacto tácito por el que, cuando te ibas, te podías llevar el portátil: tiene lógica, normalmente está amortizado, hay modelos nuevos mejores, etc. etc. Se formateaba el disco y punto. Por otro lado, la gente detesta cambiar (por la razón dicha al principio) de entorno técnico para desarrrollar su trabajo, así que dice en la oficina quiero que me des un mac y no quiero tu pc. Esto lo empeceron los directivos, hasta los güevos de los departamentos de sistemas. Es más: si no se lo dan, se lo llevan de casa. Y sortean tus barreras saltándose tus reglas: sé de una conocida empresa que tiene como navegador de facto IE6. Flipa. ¿Qué hace la gente? Se inventa de todo para tener Firefox, máquinas no homologadas… y se conecta a las wifis para trabajar. También lo hacen cuando teletrabajan. El entontecimiento de las máquinas facilitaría el control, pero la libertad de decidir tu propio hardware del que eres titular tiene un componente poderosísimo si se sabe aprovechar. Queda feo que te digan «el boli lo pones tu», pero caray ¿qué vale un boli? ¿Cuántas veces no te has llevado tu elegante pluma para escribir porque disfrutas más con ello que con el bic estándar? Tu pluma es más cara, pero es mejor.

        1. Pues lo dicho: la necesidad de llevar tu portátil nace de la limitación de la empresa, que no te deja instalar software en el equipo. A mí me parece bien que te lleves tu PC, pero yo no necesitaría llevar mi portátil (en Zürich llevaba cada día mi portátil, en Málaga la mitad del tiempo (la otra mitad era inútil porque tenía que hacer fallback a windows para usar algunas aplicaciones) y en Dortmund no me lo permitían) si me dejaras usar el software que necesito y quiero usar… La base es que yo quería usar mi Linux, conceptualmente es el mismo problema. Si me hubieran dejado instalar un Linux y ellos lo hubieran supervisado, el problema desaparece solo.

          Y claramente no es tan amenazante, no hay que enfocarlo como «qué malas las empresas», el enfoque es «qué tontas las empresas». El BYOD surge de una imposición estúpida por parte de alguien que decide que has de usar IE6 porque instalar otro software es inseguro (ríete… más inseguro que IE6?).

          La cuestión es: ¿qué hacemos con la tendencia a convertir los dispositivos en cajas tontas para consumo? Cada pequeña cosa parece encaminada a destruir la cultura de red. Me gustó la cita de Chulilla más arriba, eso de que la manía por el just works puede terminar por matar el conocimiento heredado, ese bucear en los grimorios de trucos y recursos que es Internet. Podemos argumentar que no todo lo que es más difícil es necesariamente más meritorio, pero no podemos negar que no poder cambiar el color de fondo es una restricción sin sentido que nos deja inmaduros a la hora de gestionar nuestros dispositivos. Program or be programmed.

        2. Tengo una PYME, y te puedo decir que desde mi posición me opondría a que un empleado o un colaborador aportara su portátil. Primero, si se casca en tránsito o durante su utilización, ¿Quién lo paga?

          Segundo, contando con un entorno de productividad razonablemente actualizado (o razonadamente desactualizado, que en algunos casos es lo suyo), me supondría un quebradero de cabeza innecesario que en mis redes y entornos se introdujeran máquinas que no sé cómo están gestionadas y que pueden venir con regalito, o que cuanto menos te lo esperas, salta la liebre con la compatibilidad con un periférico o una aplicación. Si tuviera que asumir una excepción, me fiaría sólo de un usuario de Linux competente de cara a la ausencia de malware en su equipo.

          Si llego a algún tipo de acuerdo o contrato por obra y servicio con un autónomo o empresa, ellos pondrán sus equipos. Pero aquí estaría externalizando un servicio o parte de un proyecto. Cuando no es el caso, cuando se hace en mi empresa, me parece inmoral exigirle al empleado que traiga su portátil.

          Si fuera administrador de sistemas o encargado de seguridad, el BYOD me parecería una falta de respeto a mi curro y sacaría al peor BOFH que hubiera en mí. De hecho, diría que ya está pasando y que los BYODistas más rampantes se encuentran una y otra vez con comportamientos inexplicables de sus flamantes MBP, para ROFLMAO de los BOFHs.

          No lo soy, pero sí peino canas y por ello aprecio la unificación de entornos y aplicaciones para minimizar las sorpresas durante el ciclo de vida de un proyecto. Dejando aparte modas, esto es exactamente lo mismo que los pobres empleados de SAT externalizados y que se desplazan a domicilios. Pregunta a muchos de ellos y verás cómo la empresa les obliga a comprar sus propias herramientas. En ambos casos, glamour aparte, es poner la cama además de vender tus encantos corporales

      2. No me gusta nada el nombre BYOD, es feo de dar un dolor. Prefiero el término que se utilizaba hace tres o cuatro años: «Campus model». O sea: lo que pasa en un campus. La facultad pone la red (y la wifi) y el estudiante se compra el portátil.

        En todas estas motivaciones para el modelo (que si ejecutivos pijos que quieren fardar, etc, que si empresarios que quieren que el trabajador sea jodido y encima ponga la cama -¡odio también esa manera de expresarlo!-), no os dejéis la más importante: reducir el tamaño (y coste) de los departamentos IT de ciertas empresas que han desarrollado elefantiasis. ¿¿Vale la pena imponer un control férreo sobre la configuración y soporte de un parque de decenas de miles de ordenadores?? Muchas empresas prefieren reconfigurar su arquitectura, tirar de granjas de máquinas virtuales, pintar ahí la raya de seguridad (compartimentalizando, aplicando seguridad férrea ahí donde están las aplicaciones corporativas y los repositorios de información), y que los empleados (en realidad, los departamentos) se las apañen comprando ordenadores tan baratos o caros como deseen, y que se las apañen contratando un servicio de mantenimiento de hardware o apostar por un modelo «usar y tirar» si así se lo sugieren las cuentas.

        Hay departamentos corporativos de IT que están repercutiendo miles de euros anuales a las áreas de negocio por cada ordenador del que se hacen cargo. Y son ordenadores que en tienda no superan los 500 euros. Los directivos de las áreas de negocio obviamente ven lo que les cuesta la informática «doméstica» (o de consumo, que es como lo llaman ahora los gurús) y ven que hay una discrepancia de costes evidentes. Si en 2012 hay maneras de obtener la misma garantía y nivel de seguridad de la información corporativa de una manera que los costes sean 1. más baratos y 2. transparentes a los departamentos, y que los managers puedan tomar decisiones en torno a dicho coste, yo la verdad no veo el problema.

        De hecho, aprecio una oportunidad aquí. ¡Igual está más cerca el día que pueda ir al trabajo a gusto con un ordenador con Linux, si mi manager acepta NO tener que pagar por una licencia de sistema operativo para mí (¡que seguro que aceptará!).

        Saludos.

  6. Mientras sea tan difícil instalar debian o simplemente una Ubuntu LTS en en una tablet lo tendremos crudo. Los fabricantes de hardware que no desvelan la especificaciones de los componentes tienen gran parte de la culpa.
    Yo por mi parte quiero poder hacer en una tablet lo mismo que se puede hacer con una estación de trabajo (salvando la falta de potencia y la diferencia en cuanto a los mecanismos de entrada). El futuro ideal, en mi opinión sería un tablet que sustituyera prácticamente al portátil en la mayoría de entornos de ocio y trabajo. De este modo la tendencia natural a la miniaturización no se vería perturbada por los sistemas privativos privativos.

    1. Eso es exactamente lo que decíamos en Movilidad y sincronización, retos para Linux en los próximos años.

      Todo lo que no sea eso, es llegar tarde. Pero llegar a los dispositivos móviles no debe estar condicionado a pagar el precio de la tabletización, de la reducción de autonomía y libertades del usuario.

      Rebajar esa aspiración es acabar, una vez más, en algo parecido a Android, que no sé si me recuerda más al Windows de los 90 o a iOS pero, ¿a que no queremos estar en ninguna de esas dos situaciones? :)

  7. Hola, yo soy de una generación anterior a la vuestra, es ley de vida que unos nazcan antes que otros, y al seguir vuestra discusión, me parece estar viendo los toros desde la barrera mientras vosotros estáis en el ruedo.

    La verdad es que lo que planteáis asusta, pues esta plataforma es lo que es gracias a los que tuvieron la genial idea del «software libre» e impidieron que se crearan camarillas cerradas y controladas por unos pocos. Como decís al principio paracía que se estrallarían contra un muro, pero después lo lograron a base de insistencia e ingenio.
    Creo que ahora, con los medios de que disponéis, la experiencia y capacidad de libre comunicación en todo el mundo la cosa puede tener incluso más exito que entonces.

    Por eso no me asusto, y os animo a esforzaros en la defensa de lo vuestro, yo ya he llegado tarde, pero vosotros tenéis que sacar vuestro ingenio para que esto no termine y las siguientes generaciones disfruten de vuestra libertad,
    A los de mi generación nos cuesta mucho asimilar ciertas ideas y procedimientros, pero estoy convencido de que el futuro es vuesto y por eso os animo y deso suerte.
    ¡Defensed esto confiamos en vosotros!
    Un saludo

    1. Muchas gracias Ramón, pero no te confundas: yo, por mi parte, confío en ustedes, en personas que, como tú, han visto la luminosa mañana en las playas de Ítaca que ha supuesto la Red y la informática libre durante estos años y no quieren dejar de disfrutar de las maravillosas vistas!

      ¡Un abrazo!

    1. Hubo un momento en que los fabricantes creyeron que nos venderían dos portátiles: el «serio» para trabajar y el ultrapequeño para uso «casual».

      La realidad es que muchos se pasaron al casual y dejaron de comprar el grande. Y entonces no quieren, la lucha por subvencionar el hardware por parte de las operadoras (que ya terminó para este tipo de dispositivos) tampoco ayuda.

      Al PC le queda vida, pero ¿cómo serán los PC del futuro? Win8 y OS X apuntan a una tabletización estupidificante. ¿Dónde estará Linux? ¿Será capaz la comunidad del software libre de inventarse un nuevo equilibrio como el que nos permitió estar en igualdad (diría que por delante, pero puede ser mi sesgo) la última década. Necesitamos dispositivos como los teléfonos móviles, pero necesitamos que dentro lleven la potencia de un linux abierto y libre, empoderador.

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