Panel de Control es muchas cosas. Es el epígrafe bajo el que ZEMOS desarrollaron y tejieron su trabajo durante muchos meses. El tema subyacente en todo ese trabajoera el control social. Panel de Control es también un blog, y panel de control es también un libro.
Esta anotación va dedicada al libro, que apareció en noviembre y recibí no mucho después (muchas gracias), pero al que aún no había hincado el ojo. Este libro ha sido una de mis últimas lecturas y voy a intentar expresar brevemente lo que pienso de él.
El libro trata básicamente de control social a través de videovigilancia, haciendo especial hincapié en el desarrollo de tolerancia a la misma [1]. Las cámaras son parte del mobiliario, están ahí, las interiorizamos y dejamos de pensar en ellas. Pero las cámaras nunca olvidan: son ojos mecánicos que nunca dejan de prestar atención al fin único para el que fueron hechas.
La aproximación a la videovigilancia y al control desde un punto de vista de la creación y el arte, distante al que yo puedo tener, ya me parece suficientemente atractiva (de hecho, eso no es algo único del libro, sino de todos el trabajo que han hecho) y justificó la lectura. Después de leerlo no puedo poner la misma por debajo del interesante. La visión de Santiago López Petit (que por cierto estuvo en Málaga en octubre y yo no le hablé del tema porque no sabía que participaba en esto) o las entrevistas a Bill Brown de SCP y Alex Galloway aportan visiones diferentes del fenómeno.
Por darle caña a algo (sí, así soy yo, ji ji) hablaré de una de las cosas que tengo calientes y con la que no estoy de acuerdo: criticar lo transgénico porque lleva al control y poner el enfásis en lo moral o inmoral o en la redifinición del concepto de vida me ha resultado sorprendente. Lo transgénico no es bueno ni malo (aunque no sea neutro) y, al menos desde mi punto de vista, lo malo es principalmente que con los transgénicos se está patentando la vida. La industria de los transgénicos está empujando a tope el cercamiengo digital y eso es lo malo de ese asunto. Lo malo no es que Monsanto juegue con la ética (habría que dirimir sobre ética y encontrar un baremo que nos sirva a todos), lo malo es que Monsanto patenta un producto, te lo ofrece y si te niegas contamina tus campos y te exige el pago de royalties por violación de propiedad intelectual; lo malo es que aunque te hubieras negado anteriormente a comprar su producto, la justicia les da la razón [2]. El problema no es ético por lo que toca a lo transgénico: es ético por lo que compete al acceso al conocimiento. No es mediante la modificación de alimentos que nos regulan el control, sino usando las patentes; aunque aún haya que evaluar el problema final que supondría «vivir en Gattaca».
Dicho esto, el libro merece la pena y se lee rapidito (¿tienes un fin de semana? pues te lo puedes leer con tranquilidad). El libro lleva Creative Commons y se puede descargar en formato PDF o también puedes pagar algo y pillarlo en papel. En estos tiempos en que tanto hablamos de «la experiencia del usuario» aplicada a la web y a todo lo que cogemos, ya sabemos cuál es el mejor cacharro[3] jamás diseñado. Pero claro… no puede uno comprarse los 17 libros que le recomiendan cada día; así que eso ya es cosa vuestra.
Notas al pie:
[1] El tema de la tolerancia a las medidas de control es clave y aquí lo mencionamos a menudo. Es lo que determina que te opongas o no a algo. Dentro de 20 años, toda una generación crecerá habituada a las videocámaras y a utilizar una llave RFID para ir al baño en cualquier parte (intimidad powah!). También podrías crecer creyendo que las calles se construyeron para consumir o que no tienes derecho a beber en la calle porque a nosotros nos lo han prohíbido pero la próxima generación ni siquiera se enterará de ello (es El derecho a beber, como lo definió Andrés Lomeña).
[2] Naomi Klein, Vallas y ventanas, p108 (Ed Paidos, 2002). Información electrónica extendida en Percy Schmeiser vs Monsanto.
[3] No se dice Gadget, se dice cacharro.
*** Porque el final de un post nunca es el final, puedes seguir leyendo: