La lógica de hardware distribuido sobre la que se construye la red está en peligro. La red tal y como la conocemos juega una batalla decisiva frente a aquellos que pretenden reducirla y someterla a su control, aquellos que ansían construir algo diferente a lo que siempre soñamos que debía ser la red. La neutralidad de la red se prepara para recibir, en los próximos años, una columna de ataques que podrían borrar su esencia para siempre.
La neutralidad de la red en tiempos de GoogleNet. La red perdida en la computación en nube.
Si algo ha posibilitado el cambio que en las últimas dos décadas ha sufrido el mundo en el que nos desenvolvemos diariamente ese algo es, sin lugar a dudas, internet. Las redes en general, englobadas de una u otra forma en la internet que todos conocemos hoy. Internet no es una red de computadoras cualquiera. Internet es una red de computadoras altamente distribuida en la que, bajo la lógica de la inexistencia del derecho a veto (neutralidad) han prosperado nuevas formas de desarrollar actividades, relaciones personales y negocios en los que con pocos recursos se conseguía plantar cara a las empresas más poderosas del mundo. Esta lógica, que ha configurado nuestra sociedad digital como hoy la conocemos, está en peligro.
Internet es, en principio, una red distribuida. Millones de nodos por los que la información puede pasar del mismo modo, con igual facilidad para entrar y salir del sistema sin que esto afecte al resto de la red. Todos recibiendo información, todos emitiendo. Evidentemente, hay nodos permanentes en la red dedicados a emitir información y garantizar que la información que contienen están siempre online, con independencia de que su dueño esté durmiendo, en el trabajo, en la playa, en el avión. El truco y el éxito de internet es que todos podemos tener uno de estos nodos iguales al resto bajo nuestro control, sin más que contar con la conexión a internet y dejar la máquina permanentemente encendida.
Sin embargo, internet está cada vez más centralizada. En parte es culpa de la paradoja de control de internet: con una red cada vez más grande, las infraestructuras necesarias para conectar dos nodos cualesquiera de la red en un tiempo récord son también mayores, el aumento de la barrera de entrada reduce el número de actores que disponen de esta capacidad. Esto se traduce en la reducción de la competencia hasta dejarla, en muchos ámbitos, reducida a un oligopolio o a un conjunto de monopolios (si todas deciden desarrollar un modelo ultracerrado «tipo Apple»). Con la progresiva fusión y las adquisiciones de unas grandes empresas por otras (Microsoft quiere comprar Yahoo!, que mientras tanto decide aliarse temporalmente con Google para extorsionar a la compañía de Gates mientras lo único seguro es que Yahoo! no mantendrá su independencia durante mucho más tiempo), el número de actores se reduce por momentos. La neutralidad de la red reposando peligrosamente sobre el filo de la navaja.
Este contexto modifica radicalmente la lógica con la que estaba diseñada la red. La red, tal y como fue inventada, representaba un sistema distribuido en el que cualquiera pudiera conectar directamente con otro nodo. Y toda esta maravilla está construida usando una lógica: la lógica del hardware distribuido. La misma lógica de hardware distribuido que está siendo atacada constantemente cuando se publicita sin rastro de crítica la bondad de la computación descentralizada o cloud computing (literalmente sería computación en nube, pero me parece un nombre poco objetivo, más dado a la semántica del vendedor que a la lógica matemática de la red).
Sucede que este tipo de computación repartida entre diferentes máquinas está lejos de ser distribuida (quizá lo sea desde un punto de vista técnico, pero no desde el punto de vista del control de la red), más aún representa un ejemplo de manual de un servicio centralizado completamente bajo control de un único nodo. Por más que el vendedor (en el último caso que hemos conocido, Google) se empeñe en convencernos de que ofrece «computación distribuida», lo que realmente está ofreciendo es computación centralizada; centralizada en sus infraestructuras. El Google App Engine corre en muchas máquinas, pero tienen una única salida a la red, que es la que permite que no se note todo eso. Y esa única salida pertenece todo el tiempo al mismo (en este caso Google).
Hace unos días me hizo gracia que alguien decía que el futuro es distribuido para acto seguido cantar las maravillas del «cloud computing» de Google y sus nuevos servicios en los que Google «distribuye» la computación entre sus servidores. El problema es de concepto: digamos que esa computación es distribuida de puertas adentro (pues Google reparte carga entre diferentes máquinas) pero es absolutamente descentralizada si la vemos desde fuera (que es como lo vamos a ver todos) pues pertenece únicamente a Google; y Google impondrá sus condiciones.
Cuando se enfatiza que con estas tecnologías, y sobre todo estos servicios, alguien puede competir de igual a igual frente a cualquier gigante en la red se obvia un dato importante: se compite en igualdad frente a todos excepto frente al dueño de la red. Mientras en la red nunca nadie gozó de tanta preeminencia (siquiera por desdén, ya que Microsoft -que podría haberlo intentado- rechazó ese papel) que le colocara fuera del alcance, por encima del bien y del mal. Si alguien duda de a dónde nos dirigimos, hay signos que parecen pequeños pero indican mucho. ¿Por qué Google pretende repetir el fiasco de Microsoft con Passport y convertirse en el identificador omnipresente en la red? ¿Acaso no sirve OpenID? No, no sirve precisamente porque representa la lógica que están combatiendo: la lógica de lo distribuido. Google quiere centralizar la red, al máximo. Y si hace unos años compró los archivos de USENET y los convirtió en Google Groups, no sería sorprendente que de aquí a 7-10 años tuviera bajo su infraestructura la práctica totalidad de la web, convirtiéndola en una GoogleNet bajo su control. Google ha comprado cables transocéanicos y entró en la subasta del espectro de frecuencias liberado en EE.UU. como consecuencia del apagón analógico (que finalmente rechazó comprar).
Y me preocupa que la semántica de combate de aquellos que pretenden monopolizar la red se empeñe en robarnos los atributos que hicieron a internet lo que es y que por eso son recibidos tan agradablemente por todos: resulta que ahora hay una «computación en nube» que es distribuida. Un uso brillante de la neolengua, pues hay que ser muy inocente para estar en contra de una organización distribuida. Sin embargo, hay un pequeño detalle pendiente: si la infraestructura pertenece a un único agente, la red pertenece a un único agente. Si el hardware está centralizado, el sistema no puede nunca ser distribuido. Pese a lo evidente que resulta esto, ahí está «la nube», la seducción de la simplicidad, encandilando a todos. La palabrería del vendedor sigue embaucando como hace siglos embaucaban los mercachifles que llegaban a la villa cargando su carro lleno de trastos inservibles.
La factura la paga la lógica del hardware distribuido que ha permitido a internet llegar a ser lo que es en la actualidad. Esta lógica se diluye, y se diluye porque nos la diluyen. Ahora que nuestro hardware es potente y barato y un pc pequeñito, portátil y ligero, puede hacer todo el trabajo de computación que puedas necesitar para la mayoría de cosas resulta que (oh milagros) hace falta que Google nos deje sus servidores y la gente ya especula en mantener blogs personales con CMS adaptados para estas plataformas. Parece haber una euforia en torno a «la nube», en torno al hecho de poner el software «en la nube» para delegar capacidad de computación en terceras partes.
Y en la nube estamos perdiendo la red, así tan ligeritos, tan descuidadamente. Porque en la nube habrá algo que quizá llamarán red, quizá incluso la seguirán llamando internet, pero no lo será: internet es un ente distribuido y la nube es un intento para recentralizar la red justo cuando menos falta nos hace porque tenemos más capacidad para hacernos cargo de lo nuestro.
¿No será, al revés, que Google necesita que sigamos usando sus servidores para hacer algo más de negocio? ¿Quieres Internet o quieres GoogleNet? Internet ha llegado hasta aquí siendo distribuida, y GoogleNet no será nunca distribuida aunque intentarán llamarla así. Cada vez es más urgente luchar por convertirse uno mismo en nodo y proveedor de los servicios que pueda. Si hace ya unos años tuvimos que saltar a la búsqueda de software libre para nuestros ordenadores, ahora ha llegado el momento de evitar que la red acabe subyugada a los deseos de un par de empresas. Hace años nos opusimos a Microsoft, ahora también hay que oponerse a Google.