No hay derecho a que alguien que decide que la mejor manera de derribar aviones es tirarle piedras bloquee tu actividad laboral, te denuncie, te haga un juicio público-mediático y te exija una compensación económica absolutamente fuera de escala.
Así que no hay derecho a lo que le están haciendo a Pablo Soto, un joven programador al que Promusicæ exige una compensación de 13 millones de euros por competencia desleal (David Bravo). Claro, los señores que tienen el monopolio de venta de plástico de este país y que no permiten que me compre un trozo de plástico pagando menos de 20 euros deciden demandar a un joven programador por competencia desleal. ¿Se dan cuenta de la paradoja?
Por supuesto, yo también creo que Pablo Soto conseguirá prosperar en su defensa, lo que él hace (programar) es absolutamente legal y lo que él ofrece (un programa p2p) es una herramienta. Nótese que no lo denuncian por eso que en semántica de combate se llama piratería, eso no tiene sentido nunca, pero menos aún en este caso. Únicamente quieren callarle la boca y meternos miedo a todos, matar al mensajero y crear Miedo, incertidumbre y duda ante todos los que estén pensando regalar al mundo un software de este tipo. La misma estrategia utilizada contra EliteDivx, que ya ha sido declarada inocente.
Pero, que EliteDivx haya sido declarado inocente (o que Animersion o Pablo Soto lo sean en un futuro, algo en lo que confío), ¿significa que los demandantes no han conseguido sus objetivos? Mucho me temo que no. Hay muchas formas de ganar una partida de Risk, y sólo una de ellas incluye la ejecución sumaria de todas las tropas del enemigo. En el mejor de los casos, Pablo Soto ha sido demandado por 13 millones de euros, a parte del dineral que se verá obligado a gastarse en su defensa, es muy probable que (de forma preventiva) el juez le embargue toda pertenencia que le encuentre (quizá hasta esos computadores desde los que lleva a cabo su actividad laboral), para evitar que, caso de ser declarado culpable, el joven chico se declare insolvente. Eso significa que durante el tiempo que dure el pleito, será difícil que este hombre pueda seguir desarrollando su trabajo con normalidad, y eso le impedirá avanzar en su negocio. ¿De verdad que a Promusicæ le importa ganar o perder el juicio? No, claro que no: los demandantes ya han ganado. Desde hoy, todas las pequeñas empresas que tuvieran pensado desarrollar un producto similar se lo pensarán dos veces porque nadie quiere que le embarguen el proyecto por el que lo ha dado todo tan sólo por una demanda estúpida, porque no soy abogado pero no creo que esta demanda tenga muchas oportunidades de ganar y aún así habrá conseguido su objetivo: meter miedo.
Y, ¿si mañana nos denuncian a todos por hacernos eco de un Google Bombing? ¿Y si nos denuncian por hacer una parodia? ¿Y si nos denuncian porque siguiendo 17 enlaces llegamos a una página fraudulenta? ¿Y si de una puta vez el parlamento nos defendiera?, ¿no se acabaría con este sistema injusto? Mañana la denuncia podría estar en tu buzón. ¿No piensas hacer nada?
Hay quien dice que internet no defiende la restricción de copia, yo más bien creo que en internet lo que no tenemos es la más mínima seguridad de que nuestras palabras no nos conducirán directamente al juzgado.
Quizá, como leí una vez, unos tienen que perder las cosas para que los demás las ganen. Mucho me temo que a Pablo Soto ya le han hecho la putada acabe como acabe el juicio, aunque una derrota directamente le hundirá en la miseria (injustamente), pero nos cabe apoyarle y esperar que gane. Porque su victoria será una victoria para todos, aunque él personalmente tenga una situación en la que «ganar» (tomando como punto de partida el día anterior a la denuncia y definiendo ganar como estar en una situación mejor y sin pasarlas canutas) se presente muy difícil. No hay derecho a que un buen día alguien decida que para mantener a flote un negocio moribundo (la venta minorista de plástico a precio de caviar) hay que hundir «preventivamente» un negocio levantado a base de esfuerzo. Además, se equivoca la cebra que pretende correr más rápido que el león.