El precio que Yahoo! da a los datos de sus usuarios

Gran polémica se está levantando debido a la filtración de un documento en el que Yahoo! describe sus prácticas de venta de datos de usuarios. El documento se filtró desde Cryptome [PDF]. Desde Yahoo! han reaccionado en plan Streisand, demandando a la mencionada web [Demanda contra cryptome, PDF], por publicar documentos internos.

El cliente son los servicios de inteligencia de los EEUU., que (según se desprende del documento) pagan unos 30-40 dólares por datos como el correo electrónico y hasta 80 por todos los datos sobre un usuario. Recordemos que Yahoo! ya ayudó a identificar y encarcelar a usuarios chinos, entregando datos al gobierno chino (1, 2). Así que, como diría el del chiste: no estamos hablando del nombre, estamos hablando del precio.

No deja de sorprenderme que una compañía que llegó a ser el epítome de la web hace unos años demuestre tan poco conocimiento del medio. El documento se ha filtrado. Se acabó: ya es tarde para impedir que se replique en miles de webs y que todo el mundo lo lea. Demandar a la página sólo conseguirá dar más publicidad al asunto; un asunto al que Yahoo! no debería dar publicidad, porque demuestra lo que los más recelosos contra los servicios centralizados y el excesivo seguimiento de nuestra navegación web (por cierto, no olvidemos el acuerdo Facebook-Yahoo!, que equivale a vender esos mismos datos a Facebook por una cantidad más que elevada) venimos diciendo: nuestros datos valen bastante dinero y darlos por la cara no parece un trato demasiado justo.

Ya veremos en qué queda, pero de momento pongan los pies en el suelo (bájense de la nube, si lo prefieren así). Usar servicios web ajenos tiene un precio, está claro. Podemos admitir eso o negar con la cabeza, cerrando ojos a las evidencias (aunque ello no hará que desaparezcan).

Estupidez

«La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.»

Carlo Cipolla

He leído esta cita (desconozco si es textual) releyendo viejos posts del blog de Julen. La comparto y siempre uso una idea parecida como contraejemplo al discurso nacionalista. Pero explicar eso sería más largo que las escasas siete palabras que le quedan al post.

El problema de la personalización inevitable

Si nada lo evita, con el paso del tiempo y el continuo crecimiento de la red el papel de los intermediarios capaces de llevarnos de una web a otra en un tiempo mínimo será cada vez más importante. Esto provoca que en una internet cada vez más grande exista una concentración de tráfico cada vez mayor en muy pocos nodos. Estos nodos serán los buscadores y a esta situación la conocemos como la paradoja de control en internet. Eso será así si nada cambia y provoca un cambio disruptivo en la internet como la conocemos. (Este cambio podría venir encarnado en una miríada de microbuscadores corriendo software libre, por ejemplo, pero no parece factible actualmente.)

En este contexto centralizador, que tiene como gran icono a Google, se suele decir que el futuro de la web es la «personalización de las búsquedas».

Adaptar los resultados de las búsquedas a cada uno tiene aristas, luces y sombras. Por ello, aceptar esa afirmación como verdad divina es algo que merece una reflexión previa.

¿Qué ventajas implica personalizar las búsquedas?

Típicamente, mejores resultados deberían ahorrarnos tiempo. Dirán que hay otras ventajas (experiencia de usuario, calidad de resultados, …) pero todas se resumen, pues confluyen, en un supuesto ahorro de tiempo para el usuario. Eso es así porque teóricamente el buscador ha de saber perfectamente qué estás buscando realmente (algo que puede verse influido por factores tan poco cuantificables como tu estado de ánimo) incluso aunque nunca lo hayas buscado antes. Como ven, no es tan sencillo, pero el ahorro de tiempo es el gancho: la moto vendida tras la personalización.

¿Qué desventajas implica recibir resultados personalizados de búsqueda?

La principal es que para obtenerlos, el prestador del servicio (típicamente, tu buscador; más típicamente, Google) debe poseer un gran perfil sobre ti y tus hábitos de navegación. Eso conlleva historial de navegación y, prácticamente, registrar toda actividad registrable de tu paso por la web. Un gran precio en información personal, y sólo tu información personal los hará ricos. Es por eso por lo que todos quieren que lleves tus datos a «la nube» y por lo que Google y Facebook están luchando por conseguir todo el rastro de navegación posible.

El segundo motivo pasa más desapercbido. En un caso ideal, la personalización de resultados sería perfecta. Ello significa que el Buscador podrá entregar a cada uno la información que quiera leer. Cualquiera que tenga nociones de psicología sabrá que existe algo que llamamos sesgo confirmatorio y que se resume en que damos más credibilidad a aquella información que refuerza nuestras ideas iniciales (fundadas o infundadas, eso da igual) sobre un cierto tema. De esta forma, el intermediario que personalice resultados podrá ofrecer a cada uno lo que quiera leer, con la ventaja de que todos los sujetos están inevitablemente predispuestos a aceptar la información (da igual que ésta sea cuestionable) si no contradice su idea preconcebida. Buscando titulares divertidos podríamos decir algo así como que la personalización es el opio del pueblo.

Imaginen ahora a una misma persona capaz de mostrar a dos sujetos cualquiera puntos de vista opuestos sobre un mismo tema con la tranquilidad que da el saber que ambos están dispuestos a creer esos datos.

¿Qué hacer?

Esta situación parece un tanto exagerada, y de hecho lo es porque los sistemas de búsqueda personalizada apenas están comenzando a funcionar y aún son muy rudimentarios. Pero no es exagerada en el límite, y la tecnología digital nos ha enseñado que los límites de hoy se habrán superado (mucho) antes de mañana por la mañana.

El problema real es que al permitir que una tercera parte te adapte la información estás cediendo un poco más de esa parte de tu soberanía: la de elegir tus fuentes de información. Algunos dirán que el Buscador ya elige tus fuentes cuando buscas normalmente. Cierto, pero al mostrar un patrón de información idéntico para todo el mundo no está tentándonos con la insidiosa desviación por confirmación (evitar esto no convierte al sistema en algo perfecto aunque lo mejore, pero eso es otra historia). Y, al fin y al cabo, hay que recurrir a los buscadores con cierta frecuencia, lo que hay que procurar es que la relación de poder sobre lo que el buscador controla no sea cada vez mayor (bastante difícil lo tenemos ya).

[Este post viene al hilo de que ahora Google personaliza los resultados para todo el mundo, aunque no estés identificado en sus servicios. Desde Google nos indican cómo deshabilitar esta opción (introducida, para no variar, como opt-out), pero habrá que hacerlo caaada vez que limpiemos las cookies: al final lo que persiguen es que te aburras y no la desactives nunca más.]

Bocados de Actualidad (101º)

Vuelve la sección itinerante, los Bocados de actualidad. La ronda centésima primera viene más cargada de lo habitual por el retraso, porque últimamente estuvimos algo parados y porque los últimos días han sido intensos a cuento de la última gran propuesta de ley que nos hicieron desayunar. Suena la ley innata de Extremo, un clásico reciente, y no os distraigo mucho más antes de dejaros con los enlaces.

  • Mi mesa cojea rechazando el premio al mejor blog vasco. Me gustó su explicación pero me quedó la duda de si también rechazaría el premio al mejor blog español. En todo caso, repito, la explicación me parece dignísima.
  • The Big Bang Blog y una petición: si regalan juegos de mesa, sean creativos y no regalen monopoly ni trivial.
  • Security by default y Elhacker.net haciendo uso responsable (y ejemplar) del software libre con el depurando el software (no libre) con el que gestionan sus foros.
  • Heterocósmicas y la verificación de la procedencia de los huevos según el código que tienen marcado.
  • Madrid me mata y vigila tú, vigila él, vigilamos nosotros.
  • Sonia Carbajal comenta la propuesta de los pornoimpuestos noruega que yo no tuve tiempo de comentar.
  • David Bravo y la enésima resolución judicial a favor de las páginas de eLinks.
  • Rinzewind y los mandamientos moribundos.
  • Furilo y las otras cifras del Alakrana.
  • Julen y el derecho a la imperfección.
  • ¿Es el nacionalismo una religión secular? Pregunten a Pere.
  • Sergio Hernando y un posible fraude investigado por Visa y Mastercard.
  • La última polémica con la LES ha hecho que nos olvidemos de Sitel, Pululante le dedicó un post a este asunto. Write Only Mode también volvió sobre este tema.
  • ¿Quién vigila al vigilante? nos avisaba en octubre de que el gobierno pretendía acabar con el p2p antes de diciembre. ¿Seguirán diciendo que no conocían el contenido de las reformas propuestas por el ministerio de cultura?
  • La pastilla roja cuestiona el éxito de Chrome en ¿es chrome otro fork de linux?
  • ¿QVAV? y la blanca navidad italofascista. Pánico.
  • Blogpocket nos recuerda algo importante: no pongas en internet lo que no pondrías en una postal.
  • Error 500 y el cierre de dos de los mayores trackers de bittorrent (The pirate bay y Demonoid).
  • JA Millán nos pasa una viñeta sobre la evolución cultural. Brillante :)
  • Pesle Mesle y le moi réel de Levi-Strauss, recordado con ocasión de la muerte de éste.

Sobre la Ley de economía sostenible tenemos aún algunos enlaces, pese a que le hemos dedicado ya algún post (ley para pagar a los que nos sostienen, la trampa semántica:

Bola extra:

  • Para cerrar un enlace (incluye vídeo) sobre El caminito del rey en el impresionante Desfiladero de los gaitanes (El chorro) en Málaga, por Málaga en blanco y negro.

Días verdes en Brunei

No leía nada de Bruce Sterling desde que hacía años (mucho antes incluso de comenzar este blog) leí La caza de hackers. Así que cuando decidí echar un rato leyendo Días verdes en Brunei apenas sabía qué me iba a encontrar.

Lo que me encontré es un relato tan breve (apenas 100 páginas) como encantador. No es que no sea un relato soñador, que lo es, pero lo es de una forma que te dan ganas de que algo de ese mundo pudiera llevarse a cabo.

Lo cierto es que de todas las lecturas recientes ha sido la que más gratamente me ha sorprendido. Si las últimas lecturas de Gibson (Neuromante aparte) han resultado poco menos que tortuosas y la tierra plana de Friedman resultó no ser plana en absoluto, los Días verdes en Brunei de Sterling ofrecen un poco de todo. Un poco de ese encanto hacker que nos estremeció en Criptonomicón, un poco de ese imaginar paisajes vividos cien veces, o incluso ponerle el rostro de algún que otro amigo a esos pasajes. Y, como anécdota, conocer el posible origen de la metáfora del bricolaje, a la que tantas vueltas hemos dado en tiempos recientes (y más que daremos).

Una lectura productiva de la que quieres un poco más, de modo que con seguridad volveré sobre Sterling más adelante, pero lo haré cuando tenga tiempo. De momento tengo en La Pila muchos libros y algunos llevan ya ahí demasiado tiempo.

La trampa semántica

El anuncio de la Ley para pagar sosteniblemente a nuestros amiguetes ha tenido consecuencias inesperadas.

La primera ha sido la revuelta más interesante, potente y bonita que ha habido en nuestra internet en varios años. Están siendo unos días emocionantes. De esta primera consecuencia salimos beneficiados.

La segunda, más sútil, beneficia al Estado. Por cómo se ha planteado la ley se está debatiendo en unos términos que no nos convienen nada. La gran marea ciudadana grita, enfurecida, «cerrar páginas webs compete a los jueces», y no nos falta razón. Pero analicemos profundamente lo que estamos diciendo. El Estado quiere poder para cerrar páginas que infrinjan derechos de autor y quiere poder para saltarse el Estado de derecho básico, ignorar la separación de poderes propia de la democracia y ejercer ese derecho de cierre desde un órgano completamente dependiente del parlamento.

Y, ¿qué responde la gente? La gente responde «ese poder es cosa de los jueces». Parece que si el cierre lo medita un juez, nuestros derechos fundamentales son menos vulnerados. Y resulta que se está debatiendo el limitar (seriamente) la libertad de expresión para defender la restricción de copia. ¿Nos hemos vuelto locos?

No: ni con jueces ni sin jueces, equiparar la infracción de derechos de autor con comportamientos delictivos graves (no daré ejemplos) me parece descomunal. Descomunalmente equivocado, quiero decir.

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Como ejercicio para hoy les hago una pregunta: ¿cuánto tiempo hace que no leen la Declaración de independencia del ciberespacio? No dejen de leerlo ahora mismo, antes que pase más tiempo. Dice cosas como ésta:

Vuestros conceptos legales sobre propiedad, expresión, identidad, movimiento y contexto no se aplican a nosotros. Se basan en la materia. Aquí no hay materia.

y ese final…

Crearemos una civilización de la Mente en el Ciberespacio. Que sea más humana y hermosa que el mundo que vuestros gobiernos han creado antes.

Leyendo lo que el Estado tiene que ofrecer a internet, la proclamación que Barlow hiciera allá por 1996 es más válida y necesaria que nunca. Háganse el favor de leerla, son solo tres minutos.

Todos quieren tener el control

Ahora la misma UE que aprobó el paquete telecom hace apenas nada amenaza al Estado español si éste decide privar de acceso a internet a los usuarios de p2p. Está claro que ambas estructuras estatales (supraestatal, en el caso de la UE) tienen un conflicto de interés: no es sólo que ambos quieran ver internet bajo control, es que ambos quieren tener la voz de mando. Y está claro que ambos entes no dudan en hacerse la batalla entre ellos para que quede claro quién manda. Al final, a nosotros nos da igual quién nos apriete el cuello: la batalla por el poder político no cambia la situación básica. Y la situación básica es que los dos lobos están votando quién se come la oveja. Falta saber si la oveja tiene pistolas…

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