«La mejor manera de obtener la respuesta correcta en Internet no es hacer una pregunta sino publicar la respuesta incorrecta.»
Recordado gracias a El sistema D13.
«La mejor manera de obtener la respuesta correcta en Internet no es hacer una pregunta sino publicar la respuesta incorrecta.»
Recordado gracias a El sistema D13.
GigaOM cierra, no tramitan bancarrota pero no puede pagar a sus acreedores y en definitiva, hoy ya no van a publicar.
Lo anuncian con una nota escueta en la web. También Om Malik, que fuera fundador del proyecto (ya desligado del mismo), habla de ello en su blog, en clave más emotiva.
Muy sorprendente, era uno de los medios de referencia para estar al día de tecnología sin sucumbir a la espectacularidad algo vacua de The Verge y similares. En 2011 comentamos en este blog que recibieron inversión de Elsevier para una sección de pago en la que realizaban informes en profundidad.
Sin tener más información sobre qué ha salido mal toda reflexión (¿es el problema la información sin espectáculo?) es anticipada. Pero será interesante ver qué razones aducen para este sorprendente final, porque tras ella puede haber espacio para aprender más de una lección, sobre todo por parte de quienes tengan pensado ganarse la vida con la cosa de los contenidos.
En el blog de Github dedican un artículo a mostrar datos acerca del uso de licencias de software libre en los repositorios alojados en su servicio. El artículo es breve pero tiene algunos datos muy interesantes.
Los datos que ofrece Github destacan la posición dominante de las licencias permisivas, como la MIT, en el software libre, y sobre todo en el nuevo software libre. La imagen que acompaña a este artículo muestra la distribución de licencias entre los proyectos, según la fecha de creación del repositorio. Otro dato relevante es que la proporción de repositorios sin licencia se ha disparado: ahora mismo menos del 20% de repositorios tienen una licencia. Es de suponer que esa dejadez es consecuencia en paralelo de la falta de interés de los usuarios y de la falta de conocimiento, de que nadie les haya explicado lo importante de añadir una licencia mientras por omisión la ley no permita ni su reutilización ni su redistribución.
En general, se corrobora que todo lo descrito y lo predicho en nuestro white paper prospectivo sobre uso de licencias de software libre de enero de 2013 es exactamente como lo comentábamos, y que aunque ya haya pasado un cierto tiempo desde su publicación las ideas contenidas en él siguen vigentes.
Los datos, sin más:
Posición | Licencia | % de proyectos |
---|---|---|
1 | MIT | 44.69% |
2 | Other | 15.68% |
3 | GPLv2 | 12.96% |
4 | Apache | 11.19% |
5 | GPLv3 | 8.88% |
6 | BSD 3-clause | 4.53% |
7 | Unlicense | 1.87% |
8 | BSD 2-clause | 1.70% |
9 | LGPLv3 | 1.30% |
10 | AGPLv3 | 1.05% |
Dice Jesús Pérez en el último post de su blog, Swarming en la selva:
Las ideas innovadoras sólo funcionan cuando la cadena de mando las entiende y asimila para ejecutarla con todas sus consecuencias. Cuando se aplican a medias, como en la campaña final, el resultado es malo y encima se llega a usar como excusa para seguir haciendo las cosas como siempre.
Sólo puedo pensar que en la guerra, como en la vida misma, algunas cosas son siempre verdad. Esta frase puede aplicarse perfectamente a gran parte de la labor que diariamente realizamos en Cartograf y en que incluso con proyectos de ya largo recorrido encontramos que a veces el principal escollo es que resulta arduo por parte de quienes reciben nuestros diagnósticos e instrucciones realizar el esfuerzo intelectual de entender por qué proponemos hacer las cosas en la forma en que proponemos hacerlas.
Y cuidado, que si nos ponemos nostálgicos da incluso para entender el por qué del éxito de todo aquello que desplazó a los blogs a favor de Twitter/Facebook. Otro ámbito más en que la dichosa regla se cumple a la perfección.
Debate en Modeled Behaviour al hilo de la reciente medida de Obama en Estados Unidos de legalizar la situación vital/laboral de millones de personas (inmigrantes sin papeles) en aquel país:
Un artículo del año 2002 publicado por Kossoudji y Cobb-Clark encontró que a continuación de la amnistía de inmigrantes irregulares de 1986 los salarios de aquellos que se acogieron a la amnistía subieron el 6% entre 1989 y 1992. Ellos encontraron que la mayor parte de la penalización salarial vinculada a la inmigración irregular proviene de la incapacidad para cambiar de trabajo. Es improbable que cambios de esta magnitud tengan una gran impacto en las medidas salariales promediadas.
Así que pese a lo que puedan leer en uno u otro sentido, no, parece que estas medidas no modifican significativamente el dato de salario promedio ni en un sentido ni en otro. Pero a esas personas no sólo se les aporta una enorme tranquilidad vital (la de saber que tu situación en el país donde vives y trabajas es conforme a la ley) sino que mientras el efecto en el global es insignificante, el impacto en ese grupo concreto de personas es muy positivo. Ven mejorada su capacidad de acceder a cualquier puesto de trabajo y su salario mejora.
Una imagen curiosa a la que he llegado hoy vía Genbeta, y por desgracia ya no recuerdo quién ha compartido el enlace.
La estructura completa del sistema de archivos de Linux:
Creo que es complicado explicarlo más fácil, y por eso la comparto: es una frikada útil.
Una de las barreras que las pequeñas consultorías como Cartograf deben superar es la reticencia de los clientes ante una empresa pequeña que dice que va a hacer consultoría, una palabra que se asocia fácilmente a grandes multinacionales como McKinsey o Accenture. Cualquier servicio es descrito como consultoría hoy día y no ayuda tampoco que ese término sea usado en muchas ocasiones para dar apoyo eminentemente psicológico, tipo coach. Hay algo de inflación lingüística, de destrucción de significados, que desemboca en incertidumbre, y en última instancia en las reticencias mencionadas arriba.
Pese a todo ello, desde Cartograf constatamos que hay demanda de los servicios que ofertamos, y eso en un contexto de contención económica como el actual (o como veremos más abajo, quizá debido a él). ¿Por qué? ¿Qué es lo que se esconde tras esa búsqueda de consultorías y auditorías externas que nos ayuden a enfocar mejor nuestro negocio en la red, aplicando esta lógica a cómo trabajamos internamente? ¿Acaso no hay nadie que sepa resolver estos dilemas internamente? Intentaremos responder a estas preguntas a lo largo del artículo.
Lo primero que debemos considerar es que incluso en estos años de recesión, el sector de empresas de consultoría no ha parado de crecer. Algunos dirán que precisamente debido a la recesión. Eso es así tanto en España como en la UE, y también en Estados Unidos. Se estima que en este último país más de medio millón de personas trabajando como consultores, más de 700.000 si se contabilizan también los consultores que trabajan como autónomos.
Por otra parte, huelga decir que una gran parte de esa «consultoría» es en realidad consultoría de gestión o management, representada por un reducido grupo de grandes compañías multinacionales.
Sin embargo, hay mucha otra consultoría que no es de gestión. En el caso de Cartograf ayudamos a las empresas a mejorar el uso de la información en la cara interna y en la cara externa de la organización, así como en los puntos donde estas dos entran en contacto. No hacemos management – ni lo tenemos en nuestros planes – pero sí ayudamos a obtener inteligencia a partir de los datos, a dotarlos de sentido físico. Al final, contribuimos a que el trabajo se oriente hacia los objetivos de negocio en red.
No hay «licenciados en consultoría» pero, ¿por qué hay tantísimo consultor tan joven? Hay una cantidad creciente de personas que justo al terminar sus estudios deciden tomar ese camino. Tyler Cowen, que en The Great Stagnation hablaba de la superespecialización que conlleva Internet, argumenta que se debe precisamente a esta especialización:
«El resto del mundo está cada vez más especializado, de forma que la recompensa por tu inteligencia general, como factor complementario [a esa especialización de los demás], también está creciendo».
Comenta cómo un joven de 20 años antes podía hacer contribuciones significativas en un campo de estudio (por ejemplo, las matemáticas) y ahora para realizar una contribución significativa en su campo requiere de una década o más de estudio y experiencia adicionales. En este tiempo no serán tratados ni pagados como expertos (no son matemáticos senior). Una pequeña labor en su ámbito genera a su contratante una mejora marginal, y así se les recompensa. Pero una transformación en la forma en que una empresa trabaja y aplica la inteligencia de negocio y la observación del mercado puede ahorrar y hacer ganar cientos de miles de euros al año a la misma, y consecuentemente hay tras esas mejoras mayores recompensas.
Como en todo ámbito en el que hay oportunidad de trabajo y negocio, estas mayores recompensas atraen a una buena tanda de paracaidistas que pasaban por allí a medio camino entre la piratería (vender lo que no se sabe hacer) y el humo más elaborado (eso sí, humo embotellado). De esto hablaremos en otro momento, no es objeto de este artículo.
La pregunta obligatoria debe buscar el origen de estos servicios. ¿Qué hace que una empresa esté dispuesta a pagar una gran recompensa a personas sin apenas experiencia real?
El principal motivo, el origen de todo, es que las empresas son disfuncionales. Esto es indudablemente cierto para las grandes. Piensen en cualquier empresa del IBEX35, si las han visto por dentro sabrán perfectamente de lo que estamos hablando: existe una asignación errónea de recursos que resulta obvia cuando descubres que un montón de personas dentro de la empresa conocen el problema y tienen soluciones funcionales pero hay en el nivel superior otro montón de personas que se resisten a aplicar los cambios, ya que entienden que su status empeora con los mismos. El asunto es que esta misma situación, a pequeña escala, lo observamos también en pymes.
Nuestra experiencia es que la situación es crónica y posiblemente insalvable en las grandes empresas (al menos en los casos de IBEX que conocemos), si bien tienen un saludable margen de mejora (y por tanto, worth investing para éstas a pesar de que sea algo así como buscar cuidados paliativos ante un mal crónico). Más aún, hace no mucho charlando con Javier Ramírez de Red Hat (aquí su blog) nos contaba lo difícil que es conseguir que ciertas grandes empresas valoren el añadido en forma de consultoría que ofrece el software libre frente a otras alternativas (capacitación y autonomía, que revierte en forma de ahorro a medio y largo plazo), quedándose a menudo en la idea de que están pagando horas de trabajo como el que contrata un mechanical turk, desperdiciando ese ahorro futuro.
En las pequeñas empresas los resultados son mucho más esperanzadores, generalmente hay menos reticencias a abrazar nuevas lógicas de trabajo, si resulta evidente que aplicando esa nueva lógica el trabajo diario mejora y los resultados generales también. Por supuesto, siempre hay personas reticentes que tienen querencia a sus viejas prácticas aunque sea por pereza y comodidad más que por eficiencia. A casi nadie le gusta que le digan cómo hacer su trabajo, pero digamos que es menos probable que en estos casos sea injusta la incomprensión, y que si el tiempo pasa y tus propuestas no son valoradas es que tus ideas no son tan buenas como pensabas.
Al final, lo que permite que tanto unos como otros abracen el modelo de asesoría y consultoría externa es el aporte de una mirada limpia e inteligente, no contaminada por la inercia corporativa de la empresa en cuestión, es lo que hace que la visión aportada por un consultor externo pueda ser valiosa. Sin hipotecas respecto de situaciones pasadas ni futuras, sin trabas ni dependencia del recorrido, esa opinión informada (y contando con que hayamos contactado a alguien que de verdad sea tan listo como dice ser) puede tener mayor impacto sobre la orientación del trabajo hacia el negocio, debido a su carácter externo.