Descomposición y la globalización real como alternativa

Ayer se publicaba un artículo más que interesante en la bitácora de las Indias. El título del artículo es De la globalización a la descomposición y justo al cierre podemos leer:

«Evidentemente las consecuencias son distintas en cada parte del mundo en función de su lugar en el mapa económico y político mundial. Lo que en EEUU genera el Tea Party en Venezuela genera el chavismo y en Palestina Hamas. Lo que en Somalia abre paso a una alQaeda local, en Michoacán da lugar a una filé negra. Lo que en Rusia produce el fenómeno Putin en EEUU y la UE se manifiesta como leyes tendentes a la sociedad de control. Pero en realidad se trata de la misma obra representada en distintos escenarios con distintos contextos

Me parece una perspectiva interesante para comprender diversos fenómenos que cada día capturan nuestra atención y que, quizá, sólo siendo contemplados en conjunto permitan comprender efectivamente el mundo en que estamos viviendo.

Se trata de la globalización mal entendida, a la forma en que la entienden los Estados, que no quieren ni hablar de libertad de movimientos para las personas y están siempre prestos a deportarte. La globalización real podría deshacerse de muchas de las rémoras que el desigual movimiento de dinero, mercancías y personas genera.

No es menos interesante el comentario de Natalia al mismo, que nos ayuda a entender porqué el Estado sigue intentando detener la sangría de traslados y deslocalizaciones a base de subvención (con todo lo malo que una subvención conlleva):

«Antes la administración podía esperar «recuperar» el territorio trayendo una fábrica que creaba cientos de puestos de trabajo, tirando un penalti. Ahora no quedan ya muchos penaltis que lanzar que recuperen el tejido económico y la cohesión social de un territorio.

Sin embargo, sí es posible crear las condiciones para la generación de un tejido empresarial globalizado, promover la globalización de los pequeños.»

En efecto y como nos recordó Goiri en su blog: todo lo que se debe pedir es la creación de un entorno que permita desarrollar la actividad de forma óptima, en libre competencia y sin favoritismos, en un mundo globalizado. Y ello sin importar (de hecho, especialmente en el caso de) que seas una empresa pequeña.

Weizenbaum revisited

Cuando Weizenbaum decía que «el hombre todavía tiene el privilegio de apagar el ordenador» se refería a la aparición de la Inteligencia Artificial y de un futuro en el cual las máquinas reclamen, apoyados en esa inteligencia, derechos. En estas llega Microsoft, el mal hecho bits, que acaba de obtener una patente de software en los Estados Unidos que permite dar una vuelta de tuerca al ya viejo adagio: el hombre todavía tiene el privilegio de apagar el ordenador, pero tendrá que luchar mucho para conservarlo frente a Microsoft y su patente. No sé cómo será el futuro pero, a corto plazo, parece que pese a lo que creía Weizenbaum, cuando se trate de apagar el ordenador el enemigo no serán las máquinas inteligentes, sino los humanos tontos y sus absurdas patentes de ideas.

Stephenson, Mongoliad y las novelas por fascículos

Mongol Tough, por Aleksi Briclot

Neal Stephenson, de quien hemos comentado por aquí varios de sus libros, tiene un nuevo proyecto del que me entero gracias a Jesús. Y no deja de ser interesante.

Su nuevo libro, Mongoliad, se publica en formato únicamente digital. Pero va más allá, buscando nuevas formas de relacionarse con sus lectores, la novela no se venderá de la forma tradicional, sino que se podrá adquirir por fascículos, en lo que podría ser el regreso al mainstream de esta forma de comercialización. El precio es razonable: por 6 dólares se recibe un capítulo a la semana durante 6 meses; por 10 dólares, durante todo un año. Los lectores, según cuenta Subutai (la nueva empresita de Stephenson, que edita Mongoliad), podrán incluso proponer ideas para la evolución de la trama.

Una cuestión importante, en una novela por fascículos, nos lleva a preguntar por el final de la misma. En la FAQ de Mongoliad nos responden:

Will The Mongoliad ever end?

We are very much thinking of The Mongoliad as a novel, albeit a novel with extra elements to it. The novel’s story will come to an end at some point, and we intend to publish it as a paper volume at that time. However, it is only the first volume in a fictional world in which we already have more than a few other volumes planned, and which we will happily write if there is enough interest. You can think of it like a TV series, where The Mongoliad is Season One, and where Season Two might have some of the same characters, elements, and settings.

¿Las novelas son las nuevas series? No, claro que no. Pero cuando las viejas ideas ya no sirven, hay que probar alternativas. Stephenson, además, ofrecerá los capítulos de Mongoliad libres de DRM y otras medidas restrictivas.

Confieso que aún siendo muy escéptico respecto de lo conveniente de algunas partes del planteamiento (contribución de los lectores a la trama), la iniciativa me gusta. Me gusta porque demuestra que de cara al nuevo mercado del libro hay alternativas al inmovilismo del viejo mundo editorial y su lloriqueo habitual ante el futuro que llega. Y me gusta porque soy fan de Stephenson (y eso hace que Mongoliad me transmita sensaciones como en su día me transmitió la CASH Music de Kristin Hersh), me gustan sus libros y, a poco que la idea le quede bien, leer un capítulo de Mongoliad cada semana promete ser divertido.

Además y a modo de trivialidad adicional, el arte conceptual del libro (como el mongol que tenemos arriba de este post) es cosa de Aleksi Briclot, un ilustrador cuyas obras me suelen gustar bastante.

Ya seguiremos informando sobre el tema, aún no permiten comprar la suscripción. Espero que pronto :)

La ofensiva contra la neutralidad

Neutralidad de la red, Manel Fontdevila

El lunes Telefónica, cuyo papel central le obligaba a ello, daba el pistoletazo de salida: El modelo actual de Internet no es sostenible.

Hoy son los presidentes de Vodafone y Yoigo los que se lanzan a la palestra.

No creo en las casualidades: no veía unas declaraciones tan simétricas y tan simultáneas desde que dejé de prestar atención al precio de unos SMS cuyos elevado precio siempre fue comparable únicamente a lo inevitablemente idéntico del mismo fuera cual fuera tu operador.

Las operadoras parecen haber puesto en marcha la matraca de las operadoras para que el Estado, tras un cortejo que está durando años, rompa la neutralidad de la red a favor de ellos. La pésima idea sobre la que hablábamos recientemente: destrozar la neutralidad y la competencia que permite, para favorecer a los de siempre.

Pero ya sabemos la tradición de los gobiernos de España tomando decisiones que resultan ser pésimas, así que habrá que tener cuidado. La maquinaria propagandística de las operadoras ya se ha puesto en marcha.

La llegada de septiembre

No es sólo que, esta mañana, la primera lluvia de la temporada me hiciera parafrasear a Robert Duvall y su amor por el Napalm («Me encanta el olor a tierra mojada por las mañanas, huele a otoño»), es que esta tarde estuvimos en el jardín con Juan Urrutia y hemos tenido una de esas conversaciones interesantes y sugerentes que son más frecuentes cuando él está presente. Y parece ya claro: llegó septiembre, es la vuelta al cole. Ya hacía falta.

Era un rompecódigos

La semana pasada un ex-agente del MI6 británico fue encontrado muerto en su apartamento, en lo que el jefe de la investigación declaró como «un asunto policial». Según leemos en Threat Level, que se hace eco del Mirror, el agente fallecido también habría estado vinculado, además de al MI6, a la NSA, a la cual habría ayudado a interceptar comunicaciones de miembros de Al Qaeda hasta el año 2006 que ayudaron a abortar varios intentos de atentado e inculpar a los culpables.

La globalización, según el mundo anglosajón

Leo el minipost de David sobre la charla TED de Global Voices y su visión extremadamente anglófila de la globalización y no puedo sino acordarme de Friedman y su tierra plana: de verdad, qué visión más simple (e insultante), y parece que común, aquella en la cual globalizarse es hablar inglés. ¡Cómo si el idioma nativo de la humanidad fuera el inglés y ese papel no estuviera repartido entre una cantidad enorme de idiomas! ¡Cómo si la realización personal de todos pasase por vivir en Notting Hill o trabajar en Canary Wharf y llevar el estilo de vida británico! Va a ser que no, afortunadamente va a ser que no.

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