Imprudencias, yo cuantificado, y la nube

Pocas cosas escenifican de forma tan espeluznante la erosión de nuestra privacidad como este presente (ya ni futuro) en el que el «yo cuantificado» usando software como servicio parece ser la nueva gran moda.

Si la erosión de la privacidad es un peligro de cara a la sociedad de control, en el momento en que voluntariamente almacenamos y compartimos sin dar mayor importancia todos nuestros datos de salud (cuánto deporte hacemos, cómo late el corazón, o cuántas calorías hemos sudado). Parafraseando a los polis de película: Tienes el derecho a no entregar tus datos, pero cualquier dato que entregues podrá ser utilizado en tu contra.

Es algo que analizan en el último post de Pando Daily dedicado al yo cuantificado:

Few if any consumers who fell behind on their credit card payments in the early 2000s thought that half a decade later employers would use their credit report to determine their job worthiness. Few avid social media users must have realized that insurance companies, the IRS, law enforcement, and credit agencies would soon use their their data to investigate fraud, determine creditworthiness, and monitor other potentially illegal activity. History suggests they should have.

This pattern is repeating itself, with countless consumers today casually sharing highly personal health data through wearable computing hardware, cloud-based quantified self platforms, and even retail loyalty programs without so much as a thought to the potential implications. My argument isn’t one against the quantified self movement. But if history is any guide naive, blind participation without considering the implications of your data being recorded and shared with third parties is reckless.

La historia sugiere que deberíamos prestar más atención a cómo evoluciona la percepción colectiva de la privacidad, restándole valor, casi marginalizando a quien decide no abrazar ciertos enfoques de la tecnología que, además de alimentar una recentralización de la Red siempre indeseable, lo hacen a costa de llevarse a «la nube» la información extremadamente sensible que los usuarios deberían gestionar y asegurar con íntimo cuidado.

Hay días en que pienso que La sociedad de control tiene ya un lustro y en algunos aspectos el tiempo va infligiendo algo de daño al libro. Por contra, hay días en que no dejo de pensar cuán actual es y cuán interesante sería revisitar mejor esas ideas.

Poseer libros de Stephenson como agravantes del delito

O así, al menos, contará la leyenda cuando alguien interprete a la ligera los datos sobre la detención de Sven Olaf Kamphuis, «el hombre que casi rompió Internet»:

«When Spanish and Dutch police arrested him they found the flat occupied by a tangle of cables and computer gear. A copy of the science fiction writer Neal Stephenson’s Quicksilver lay on the unmade bed.»

Ya saben, los adolescentes que leen El guardián entre el centeno son peligrosos psicópatas, los geeks que leen a Stephenson son peligrosos hackers. O eso, al menos, es lo que puede generarse si alguien más a parte del cronista de The Guardian estima relevante que hubiera un libro de Stephenson en la cama deshecha (ya saben, los hackers peligrosos deshacen las camas cada noche; si ves a un vecino con la cama deshecha desde tu ventana, avisa a la policía).

Más fin de la inocencia

Dave Winer en su blog:

A blog post on Forbes suggests that Google is going to bring RSS back in a MSM-type way. You’ll be able to follow Blogger blogs in Google Plus. Maybe they’ll make a deal with Automattic to make it possible to follow WordPress blogs there too. But I have a feeling it won’t be possible to follow Facebook user profiles. And Twitter? Maybe. Me and you? Well we can be followed, but only if we use one of the silos. We have to be locked in someone’s trunk to participate.

Automattic, por cierto, no parece querer ser aliado de nadie a la hora de acabar con los timelines (algo necesario en ciertos ámbitos; por más que a los más cínicos les dé la risa). El nuevo wordpress traerá como post-format (que no es lo mismo que post-type, sino otra ñapa cutre de WordPress) el microblog (polémica al respecto en Ayuda WordPress y WP Tavern).

Y aunque hay toda una nueva ola en Internet que ha superado la metáfora del timeline, eso que llamamos aplicaciones post-Timeline, lo cierto es que en otros ámbitos los mismos dominan y cada vez con más fuerza la experiencia, mediando la comunicación. En dos semanas cierra Google Reader (servicio que no uso) y aunque se abren algunas ventanas de oportunidad para el software libre y el gran beneficiado va a ser Twitter, de la mano del hype del descubrimiento. En el futuro hay más tabletización, y no menos.

Triste pero cierto, que cantaba James.

En el software libre, la parte importante es libre: epílogo a Maimónides

Llegué esta mañana gracias a Luis Rull a la página del proyecto Maimónides, que anuncia que cesa su desarrollo. Más allá de que conozco muy poco el proyecto (no sé quiénes lo impulsan, ni qué apoyo obtuvieron y/o han dejado de obtener) me quedo con lo que comenta al respecto Antonio Ortiz: «por mucho que se hable de licencias y de software libre, la cultura de colaboración, de compartir y de apertura no ha calado nada en la administración».

Y me quedo con esto porque me devuelve a un post anterior, Cuando hablemos de software libre, hay que recordar que la clave es la libertad:

como vimos hace un año con la vuelta a software privativo de la Junta de Extremadura (que había migrado a software libre años atrás); también en Andalucía, la Junta volvió a SAP.

Hay que situar el foco en el empoderamiento que recibimos al usar software libre. Eventualmente, además, tendremos software más eficiente y posiblemente más barato. Pero la clave es la libertad adquirida. Poner en el centro la libertad reporta más beneficios (y eliminarla es más complejo) como bien saben en Munich, donde el balance de sus años de software libre es bien diferente: «la clave reside en el empoderamiento ciudadano más que en el abaratamiento de costes».

Pero aquí el nivel de debate fue (y lamentablemente es) muy básico: que lo importante es que fuera (y sea) gratis. Como si fuera la primera dosis, claro; que siempre es gratis y menuda cosa es. De aquellos polvos, estos lodos.

El software libre puede cambiarlo y mejorar muchas cosas, pero para eso hace falta mucho más que instalar LibreOffice en unos cuantos ordenadores de funcionarios. Habría que abandonar esa cultura de reinos de Taifas tan imperante en ciertos ámbitos en los que nadie (absolutamente nadie) está dispuesto a ceder ni una pulgadita de su terreno al uso común.

Google abandona XMPP/Jabber en su reconstruido Hangouts

Leo en The Verge (tras una búsqueda rápida en El Buscador Cuyo Nombre No Necesitas Que Yo Pronuncie) acerca del anuncio del relanzamiento del servicio de mensajería instantánea de Google (Google Talk, que ahora será integrado en Google Hangouts):

Singhal says Google had to make the difficult decision to drop the very «open» XMPP standard that it helped pioneer.

¿Difícil decisión? No para ellos, claro, que ya han coqueteado con el rechazo a éste y otros estándares. Pero es igual de justo dar crédito cuando intentan enderezar un mal paso que volver a llamar la atención cuando Google vuelve a dar la espalda a un estándard como es el XMPP, esta vez parece que sin posibilidad alguna de marcha atrás.

(Gracias a Willy Aranda que me ha puesto en la pista de esto, que hace que lo del rediseño de Google Plus sea una molestia casi irrelevante.)

Pinterest+

Alguien en Google pensó hace 2 años que la humanidad necesitaba Facebook. Pero claro, no el Facebook de Facebook, sino el de Google. Alguien en Google ha pensado ahora que la humanidad necesita Pinterest. Pero claro, no el Pinterest de Pinterest, sino el de Google. Pues no: ni necesitan el Facebook de Google ni, me atrevo a afirmar, necesitan el Pinterest de Google. Pero la mascarada continúa, claro. Do it for the SEO.

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