Paternalismo, prohibicionismo, y egoísmo

Apto para fumadores

Adam Ozimek escribe un gran post en Modeled Behaviour, Deja de pensar en el resto del mundo como si fueran tus hijos:

Pensar en lo que tú quisieras que tu hijo hiciera algo es una forma terrible, egoísta, y centrada en ti mismo de establecer regulaciones. Oyes este tipo de argumento también relacionado al consumo de drogas. «¿Realmente quieres que tu hijo pueda fumar marihuana?» Pero las leyes de este país no son las leyes de tu casa. Impedir que tu hijo fume marihuana o se prostituya no es nuestro trabajo, es el tuyo. Sinceramente, si necesitas la ayuda de la ley para lograr eso, entonces supongo que vas a tener otros problemas entre manos de todas formas.

Más abajo sigue:

Este tipo de pensamientos no se aplica únicamente a opciones moralmente debatibles, sino también a la salud, la seguridad, el gusto, y una amplia variedad de temas. Puedes despreciar y juzgar al máximo a una persona [por lo que hace] y de forma enteramente consistente pensar que se les debe permitir hacerlo.

Otro argumento que también trae Ozimek se refiere a que si tu hijo va a fumar marihuana de todas formas (o si va a prostituirse), es preferible que ambas actividades puedan hacerse de forma segura, con unas condiciones mínimas previstas y bajo el amparo de la ley.

Si algo es inevitable, al menos que sea lo más seguro posible.

No obstante, este argumento no es ni con mucho el que más encontramos cuando hablamos con muchas personas, y desde luego está muy lejos de ser el sostenido por los políticos de acá y allá. Si regulan, lo harán porque hay intereses económicos y no por un ideal de libertad, aunque la consecuencia de esos intereses económicos bien sea la expansión de lo que podemos hacer en libertad. Tiempo al tiempo, en esta sociedad que no permite fumar en restaurantes más pronto que tarde se venderán porros en los estancos. (Ojalá con lo que recaudasen extra nos bajasen los impuestos a los demás, pero imagino que no tendremos tanta suerte.)

Recordemos que libertad es, ante todo, libertad de hacer lo que no voy a hacer.

Ese impuesto que es la inflación

Cristóbal Montoro

La última reforma fiscal introducida por el gobierno español estos días tiene la particularidad de que convierte en un impuesto evidente algo tan aparentemente inocuo como es la inflación. Polémica por otros factores como las indemnizaciones de despidos (parcheada in extremis y sólo levemente) la reforma abarca otros temas sobre los que no se ha hablado demasiado, excepción hecha de algunos medios de empresas afectadas como Idealista.

¿Cómo es esto? Resulta que hasta ahora, cuando vendes una propiedad del tipo que sea, la ganancia obtenida se contrasta con la inflación acontencida durante los años transcurridos entre el momento en que compraste y vendiste la misma. Aunque el cambio en la ley afecta a todo tipo de transmisiones (esto es, compra-ventas), el caso clásico de propiedades que se pueden vender muchos años después es el de una vivienda.

Una vivienda (salvo que seas un profesional de la compra-venta) la compras y la vendes años después, muchos, incluso muchísimos (30 y hasta 40) años después. El precio es abultadísimo en comparación con el que pagaste en su día, pero es ilusorio: la moneda se ha devaluado. A ninguno se nos escapa el pequeño detalle de que no hacemos lo mismo con 1000 euros ahora que lo que hacíamos con 160.000 pesetas hace 40 años. Según el INE, si en el año 1980 hubieras tenido un salario de 2000€, el salario equivalente a día de hoy solamente calculando la inflación superaría los 10.000€ al mes. No es que cobremos un 500% más ahora que entonces, es que la moneda se ha devaluado y necesitamos pagar 5 para obtener lo que antes obtenías pagando 1. El papel de los billetes se moja y no vale nada, al final del día con eso compramos comida y ahora cuesta 5 lo que antes costaba 1. ¿Sencillo, verdad?

A nadie se le escapa, excepto a la nueva ley a la que se le escapa ese pequeño detalle.

Al tener en cuenta la inflación para comparar los precios de compra y venta muchos años después se consigue que tribute en forma de impuestos sólo la parte que es ganancia real (como sucede con cualquier renta, también con las rentas del trabajo), y no el aumento del bulto derivado de la inflación. Tributas por el incremento de tu riqueza, no por la devaluación de la divisa que normalmente equivale a empobrecimiento (porque cuesta que los salarios suban al ritmo de la inflación) y no a enriquecimiento.

Con la reforma legal introducida, para el cálculo de la plusvalía se dejará de tener en cuenta la inflación.

También desaparecen los «coeficientes de abatimiento», que afectaban a todo tipo de compra-ventas, por ejemplo acciones de empresas.

Contra lo que pueda parecer de forma intuitiva, esta reforma no es un golpe a la especulación inmobiliaria, todo lo contrario, en línea con la subida de IVA también promovida por Montoro es un incremento de impuestos a los panolis que hacen todo conforme a la legislación vigente.

Explico. Podemos pensar que esta ley desincentivará la especulación en vivienda, y que es buena noticia. La realidad es la contraria: al incluir la inflación en el impuesto, se penaliza sobre todo la inversión a largo plazo (esto es, comprar una vivienda para vivir en ella, y no con el fin de venderla tan rápido se pueda con un beneficio tan alto como se pueda). Por tanto, no se daña tanto al profesional de la compra-venta como a quien puntualmente requiere vender un inmueble, dado que el especulador compra y vende gangas todo el tiempo y no suele conservar el inmueble durante muchos años antes de volverlo a vender, mientras el ciudadano de a pie enfrenta un reducido número de operaciones de este tipo a lo largo de su vida y suelen ser todas a moderado y largo plazo.

De hecho, las transacciones a corto plazo salen beneficiadas al desaparecer la penalización por vender antes de 1 año. Adicionalmente, si eres un pringadillo prudente que no te hipotecaste (un pobre afectado por una crisis generada por las hipotecas de los demás a quien no defiende ninguna plataforma de afectados de hipotecas) y vives de alquiler (como somos tantos), te van a eliminar la deducción del alquiler en el IRPF. Sonríe, te estamos grabando.

Tengo la sensación de que todo lo que puede hacerse mal en torno a este tema, en la presente reforma fiscal se ha resuelto mal. Esta reforma perjudica las inversiones de todo tipo a medio y largo plazo y no la especulación a corto plazo.

Por supuesto, lo que incentiva la presente ley es la catastrófica manía de comprar una vez, y que sea para siempre. No se favorece que una pareja joven (pongamos, 25 años) compre una vivienda pequeña con 1-2 habitaciones y que si una década después tiene hijos venda ésa y se traslade a una con una habitación adicional, porque la inflación de esos 10 años te va a pegar un hachazo tremendo sin que esa pareja esté obteniendo realmente un beneficio en la operación.

No es descabellado pensar que la reforma favorece la inversión desproporcionada: parejas sin hijos que compran viviendas de 4 habitaciones con dos plazas de parking y todo lo demás, para evitar en el futuro la penalización de vender una vivienda vieja para comprar la nueva. Justo lo que tras la experiencia de la última burbuja y la crisis que le está siguiendo debíamos estar trabajando para evitar.

Y sobre este tema apenas he visto comentarios. De hecho ni lo habría visto mencionado si no fuera por un tuit de Jesús Encinar hace unos días.

Por supuesto, políticas que promueven la inflación a lo loco (como las de ciertos partidos que defienden una fuerte devaluación de la moneda y el impago de la deuda exterior, que sin duda derivaría en quiebra del Estado y aún más inflación) son en combinación con esta nueva ley una bomba en contra de los ciudadanos de a pie. Pero los planes ambiciosos de extensión y fortalecimiento de servicios públicos son incompatibles con eliminar un impuesto que en caso de llegar al gobierno se encuentran ya implantado, y del que además podrán decir que lo introdujo la casta, así que agárrense porque este gol ya nos lo han marcado, podremos sacar de centro pero el tanto en contra ha subido al marcador y nadie ni nada lo va a descontar.

Bancos, canon AEDE, y la maldición de los tiempos interesantes

Ver al PP nacionalizando bancos (Catalunya Caixa) tal y como propone Podemos, y con los mismos e idénticos resultados que podemos presumir cosecharía la joven formación si les permitieran realizar tal cosa.

Que al frente del banco nacionalizado el gobierno coloque a un ex-vicepresidente del gobierno (por el PSOE) cobrando más de 1 millón de euros al año y que un año y pico después se cierre la operación con una enorme pérdida para el erario (casi 12 000 millones de euros) justo el mismo día en que CiU, IU, PSOE, PP, UPyD, y todos los demás (no se queden en la foto del voto irrelevante en mayoría absoluta, quédense con lo que cada partido propuso para «mejorar» la ley) aprueban una nueva reforma de la LPI más dura que la anterior ley Sinde que destruye de raiz toda posibilidad de innovación en Internet dentro del territorio controlado por el Estado español, lo que Antonio califica con acierto como el mayor robo jamás perpetrado a Internet.

Y es que es mucho más que dinero lo que están robando.

El orden natural de las cosas

Douglas Adams

He elaborado una serie de reglas que describen nuestras reacciones ante la tecnología:

  1. Todo lo que ya está en el mundo cuando naces es normal y ordinario y tan sólo una parte natural de la forma en que el mundo funciona.
  2. Todo lo que es inventado entre cuando tienes quince y treinta y cinco años es nuevo y excitante y revolucionario y probablemente podrás hacer carrera con ello.
  3. Todo lo que es inventado después de que cumpliste los treinta y cinco años va contra el orden natural de las cosas.

Douglas Adams, The Salmon of Doubt

En unos años les podré transmitir mis sensaciones sobre si esto es así o no (ahora no cumplo los requisitos, vamos), pero presumo que hace falta mucho esfuerzo y dedicación consciente para no caer víctima de la tercera regla y terminar, por ejemplo, pidiendo algún tipo de canon que penalice a quien usa esas nuevas invenciones y resuelven mejor y más rápido problemas que nosotros resolvíamos antes, con menos tecnología.

Reconociendo al embaucador

«Los empresarios embaucadores suelen ser muy visionarios y carismáticos, atraen a la gente con discursos grandilocuentes que, por desgracia, carecen de fundamento práctico sólido. No confíes en los discursos, fíjate en la cifras reales. Sobre todo fíjate en las cifras de ventas. Las ventas son la sangre de una empresa.»

Sergio Montoro, en La pastilla roja.

El sábado por la noche disfruté (mucho) con El lobo de Wall Street, a la mañana siguiente el CEO de Gowex admitía (de forma algo ridícula, como si se estuviera confesando en la iglesia) que todo era un pufo inmenso y pedía perdón a todos (de forma implícita, por haberles robado el dinero) como si con esto fuera suficiente (como decía, como el que se confiesa en la iglesia).

Perfect timing.

Como ese tal Benjamin Franklin del que habla Sergio en su post, yo también he pagado de mi bolsillo viajes bajo la promesa de que me los reembolsarían, sin éxito ninguno. Una de esas ocasiones en que te quedas pensando «encima, me toca poner la cama».

Pero sobre eso hablamos otro día, mejor en una de esas escasas conversaciones efímeras de viva voz, que por escrito todo parece ajado cuando lo leemos más adelante.

Acerca de comparar al hombre con sus invenciones

Alan Turing

Existe una forma de pensar, muy presente en ciertos ideólogos (y desde luego nada innovadora, pues es vieja como el tiempo), que gusta comparar al ser humano con aquellas cosas que el ser humano inventa para mejorarse a sí mismo. Típicamente, construcciones lógicas e invenciones, como la máquina de vapor que nos permite ser más fuertes y más rápidos, o la capacidad de hablar unos con otros que nos permite acceder a más conocimiento del que tenemos en nuestra cabeza, o un juego en el que la mejor baza es tu capacidad de calcular movimientos mentalmente.

Estas invenciones son invenciones humanas, pero para nada responden a la lógica natural del hombre, que es otra cosa bien distinta.

Y sin embargo, esa idea está ahí, tiene siglos y por seguirla muchas personas han errado sus decisiones, y otras muchas sufrieron las consecuencias. Una de las víctimas más ilustres de esto fue Alan Turing. Como explicó Jaron Lanier en You are not a gadget:

La segunda cosa que hay que saber sobre Turing es que él era gay en un tiempo en que era ilegal ser gay. Las autoridades británicas, creyendo que actuaban de la forma más compasiva, le obligaron a pasar por un tratamiento médico que se suponía debía corregir su homosexualidad. Consistió, sorprendentemente, en inyecciones masivas de hormonas femeninas.

Para comprender como alguien pudo venir con ese plan, hay que recordar que antes de que aparecieran las computadoras, la máquina de vapor era una metáfora preferida para comprender la naturaleza humana. Toda esa presión sexual estaba acumulándose y causando que la máquina funcionase mal, así que la esencia opuesta, la de tipo femenino, debería equilibrarla y reducir la presión. Esta historia debe servir como cuento preventivo. El uso habitual de las computadoras, tal y como las comprendemos hoy, como fuente de modelos y metáforas sobre nosotros mismos es probablemente tan fiable como el uso de la máquina de vapor lo era entonces.

Hoy en día, por supuesto, es habitual encontrar comparaciones del tipo hombre-software, y no faltan vendedores de crecepelo (bueno, quizá humo, el crecepelo no funciona ni en estos casos je je) que equiparan cualquier cosa a una especie de software y prometen ayudarnos a pensar mejor. El problema no es que nos prometan pensar mejor, sino que lo hacen recurriendo a la (manida) comparación entre la naturaleza humana y su constitución (el cerebro, nuestro pensamiento) y sus invenciones (software).

Cuando vean algo así, recuerden que una de las mentes más brillantes del s. XX fue víctima de este tipo de asociaciones del hombre con sus invenciones. Una de las que contribuyó con sus avances en mátemáticas y cifrado/descifrado de información a la victoria aliada en la segunda guerra mundial.

Turing fue sometido a tratamientos hormonales para «curar» su homosexualidad, como consecuencia de esa comparación naturaleza-máquina de vapor popular en su día (ahora la metáfora preferida es con el software, por supuesto: cualquier cosa es como un software).

Fue un desastre, por supuesto: ni el cuerpo es una máquina de vapor, ni el joven Alan estaba sometido a sobrepresión, ni la homosexualidad es algo que tenga que «curarse», ni mucho menos inyectar hormonas forzosamente a nadie va a suponer una mejoría. Turing se suicidó poco después.

Aún así, esta forma de describir la naturaleza humana persiste, y resulta sorprendente que la metáfora preferida actual (con el software) sea invocada por so-called tecnológos que al tiempo que te cuentan sus historias obvian que Turing (uno de los padres de la informática actual) fue víctima de esas mismas ideas. Rumores más cercanos a la venta de humo y al circo conferenciante que nos dicen que el hombre es una máquina, que nuestro cerebro es un software, o que el idioma que hablamos es un software, o que tal juego es como un software para reprogramar la mente, o yo-que-sé qué tonterías que la gente necesita decir para vender humo como si no hubiera un mañana.

¿Qué es el software libre? Es autonomía, explicado con Lego

Cuando hablamos de software libre una de las simplificaciones argumentales es quedarnos con que es más barato (a menudo, gratuito) que otro tipo de desarrollos. Ése es el argumento que muchas veces decide que se apueste por realizar y construir un proyecto partiendo de software libre. Y es una pena porque lo importante cuando hablamos de software libre es la autonomía y la libertad que te otorga, y porque además tampoco es cierto que el software libre no vaya a causar un gasto (habrá personas trabajando y algo habrá que pagarles, aunque usen software libre para construir lo que les has pedido).

Por eso me gustó mucho este vídeo de BitBlueprint hecho con lego que explica qué es el software libre:

Me gusta porque desde Cartograf siempre hacemos hincapié en cada una de nuestras propuestas en que el objetivo cuando usamos software libre es doble de ahorro económico (a medio plazo, porque será posible encontrar nuevos partners y ampliar los equipos internos necesarios para mantener las herramientas desarrolladas) pero sobre todo de adquisición de autonomía. De desintermediación para nuestros clientes.

En el software libre lo importante es la autonomía, y otro día hablamos de cómo enfocar adecuadamente un proyecto así para que efectivamente a medio plazo el beneficio en términos puramente económicos sea también una realidad.

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