Cayó la URSS. O la acabaron de derrotar Reagan y Gorbachov al alimón. La consecuencia es que hace unos años que los EEUU campan a su gusto por el planeta. Y eso quema al resto, claro.
Que la unión europea aspira a hacer frente al «aliado» yanki (aliado de palabra, algo menos de hechos y nada cuando se trata de hablar de dinero) es cosa sabida. Que en el fondo del programa Galileo se encuentra la necesidad de no depender del amigo americano para dirigir aviones, barcos ni nada que tenga que ver con el motor que hace rodar la economía del continente europeo, la necesidad de no depender de un servicio militar estadounidense que podría ser cortado en caso de conflicto, es también, cosa sabida. Ya sabemos que técnicamente Galileo no es competencia para GPS, sino complemento. Pero eso son eufemismos, ¿estamos de acuerdo hasta ahora?
En la misma línea, alguien debió hartarse de que los buscadores más utilizados sean todos estadounidenses, aunque sean privados. Se ve que en algún momento alguien pensó que era buena una alternativa europea. De ahí que el anuncio de Chirac del próximo lanzamiento de un nuevo buscador europeo (quaero) que finalmente estará disponible en enero por parte de un consorcio privado formado por empresas alemanas y francesas para hacer frente a la supremacía americana no sorprenda a nadie, los buscadores se han convertido en una pieza imprescindible entre tanto océano de información (tanto para comunicar como para silenciar, pero esa es otra historia) y todos quieren ser google, por supuesto.
En este mundo globalizado (y googlelizado, pero esa también es otra historia), donde la supresión de aranceles y el libre comercio son una artimaña para ayudar a las grandes empresas a trasladar sus empresas a paises donde la gente trabaja a cambio de menos dinero, a las grandes corporaciones les da igual el color de tu piel, y el de tu pasaporte, de hecho les da igual hasta el color de tus billetes porque preferentemente te pedirán que emplees la tarjeta de crédito, por internet si puede ser, mejor para ellos.
Y ya hablaremos más adelante del margen inferior a un metro que promete el sistema galileo para la localización. Que no me deja muy tranquilo: con algo de suerte en unos años podrán avisarme si el pis va a caer fuera de la taza justo a tiempo para situarme mejor…
¡Milagros de la tecnología y la política!