Y Facebook vendió tus datos

Diaspora no lo va a tener fácil, y aun así parece que Facebook se empeña en darle empuje: ahora los han cogido filtrando información personal (supongo que de algún jodido imbécil) de sus usuarios a anunciantes. Está claro que el objetivo es hacerse rico a costa de tu vida privada, pero maltratar así a los usuarios parece innecesario (creo que pueden hacerse igualmente ricos aún sin hacer estas cosas). Lo acabo de leer por partida doble en la EFF y ArsTechnica.

Porqué creo que Diáspora va a fracasar

Es el tema de la semana, también de parte de la semana pasada aunque yo no haya hablado aún de ello. Ya tenemos al primer proyecto que ha sabido canalizar el descontento de parte de los usuarios de Facebook (usuarios avanzados y techies) en beneficio propio: Diáspora.

Diáspora se postula como un proyecto de servicio distribuido de redes sociales que ayudaría (condicional indicativo) a solventar parte de la aversión y los miedos que Facebook genera para una parte de nosotros.

El plan que ellos anunciaron consistía en recoger donaciones suficientes para que el equipo de Diáspora (en las bonitas fotos que cuelgan en su web a día de hoy a aparecen cuatro) pueda pasar todo el verano programando el proyecto que estaría listo en septiembre bajo licencia AGPL. Para ello se marcaron el objetivo de recoger 10.000 USD, cifra que han superado con facilidad hasta llegar a más de 172.000 USD.

Sería bonito si el diagnóstico del problema y la solución propuestas fueran las correctas, pero no estoy convencido de que sea así. ¿Por qué no estoy convencido y creo que Diáspora va a fracasar?

Una última aclaración y allá vamos
Bien, antes que nada hay que definir fracaso: Diáspora pretende ser un software instalable que cualquiera pueda usar para crear su propio nodo de una red distribuida en la que multitud de gente posee su propio software de comunicación social y rehúye el uso de servicios de software centralizado de este tipo, como Facebook o Tuenti. Si obtener ese software es un éxito, Diáspora puede conseguirlo; si el éxito es conseguir que la gente abandone los caralibros centralizados para correr su propio nodo, Diáspora no va a tener éxito.

Y ahora, los motivos.

Principalmente hay tres perfiles en cuanto a la relación con los libros de caras:

  • Usuario entregado a estos servicios que los usa para casi todo, que no tiene conocimientos o ganas (o ninguna de las dos) para correr su propio nodo de Diáspora. Despreocupado (o levemente preocupado) por su privacidad pero que no pondera bien el verdadero alcance de la información que estos servicios reúnen sobre sus usuarios. Éste grupo de usuarios es, con diferencia, el mayor dentro de los tres perfiles y no es público fácil para Diáspora porque el problema que Diáspora quiere solucionar no va con ellos.
  • (no) Usuario que se opone frontalmente a estos servicios y no los usan para casi nada. Quizá tengan una cuenta abandonada que en su día abrieron para probar, quizá ni siquiera eso. No tienen interés en los libros de caras por diversos motivos: pueden ser un perfil de usuario bajo de la web (usan la web tan sólo para consumir noticias) o puede bien encajar con usuarios activos que prefieren tener sus servicios propios de software online y alojar su propio blog, su propia mensajería instantánea, … Este otro perfil tampoco es público objetivo de Diáspora porque no es público de los caralibros en general (ya sean porque jamás se lo plantearon, ya sea porque no se plantean este sistema de comunicación como uno que les aporte algo).
  • Usuario avanzado con presencia en caralibros y similares. Por fin un último perfil que sin rechazar frontalmente estos servicios de redes sociales, es consciente de los problemas que acarrea el último enfoque de Facebook respecto de la web.

Con esto, tenemos descritas las tres grandes posiciones que un usuario puede mantener frente a los libros de caras. Y resulta que el único grupo potencialmente interesado en Diáspora resulta ser el tercero (según yo los he enumerado), que no es –ni con muchos– el más numeroso de los tres. (Bien podría ser, de hecho, que sea el más pequeño de todos.)

En este sentido, me parecen más que relevantes los posts en la Bitácora de las Indias y en Error500 a este respecto. Todos ellos apuntan en la dirección que yo estimo acertada: diáspora es una solución para alguien, pero no para el público masivo y, como consecuencia, no para la tremenda centralización que aparejan los servicios centralizados tipo Facebook.

Y eso sin entrar a juzgar la componente vaporware de Diaspora. Sucede que los chicos de Diaspora han demostrado ser muy hábiles con el marketing: han llegado al NYTimes y recogido casi 200.000 dólares en donaciones sin tener una sóla línea de código. Y ése es el problema. ¿Sabes programar? Aún suponiendo que hubiera en Diaspora una expectación más allá de la frustración de un pequeño grupo de usuarios avanzados de Facebook, aún les queda la prueba básica que todo programa (también los programas para la web) deben superar: ¿está bien resuelto? ¿es seguro? ¿escala bien? Show me the code.

Que nadie me juzgue mal: les deseo éxito (y lo pongo por escrito) porque libertad es, sobre todo, libertad para poder hacer lo que no voy a hacer, porque igual todo sería menos horrible si hubiera una nube difusa de fichas de las que, ahora sí, tú tengas el control y entre las que se pueda intercambiar información usando protocolos libres (libres de verdad, no una mera API controlada por Google o el mismo Facebook). Pero sucede que no sé cuántas personas están realmente interesado en esto. Y sucede que me temo que no sobrevivirán el tremendo hype que han generado. Las expectativas serán enormes, han levantado demasiada pasta (paradójico, ¿no creen?), tanta que les van a mirar con lupa todos los que les han apoyado. Y obtener un producto seguro, estable, rápido, que no abuse con la carga del servidor donde corra, y con todas las features que ellos anuncian no será nada sencillo.

Anatema, de Neal Stephenson

Y seguimos comentando lecturas interesantes. En este caso comentamos el último libro de Neal Stephenson: Anatema: una maravilla de libro, por cierto, en el que Stephenson vuelve a demostrar su interés no sólo por las buenas historias sino por las ideas interesantes en que se desenvuelven estas historias. Un buen libro, como digo aunque la traducción vuelve a estar cargada de esos plausibles habituales en otras traducciones de Stephenson y que tanto me revuelven el estómago.

Anatema cuenta la historia de Arbre, un planeta similar a la tierra en el que sus habitantes humanoides (arbranos, más descritos en todo momento como si fueran humanos) viven separados en dos clases diferentes: los avotos y los extras. Hasta aquí, lo habitual en Stephenson: ciencia ficción con un universo propio que conlleva la generación de una gran cantidad de vocabulario que hace algo lento de leer el primer tramo del libro pero que pronto revierte en una riqueza y un detalle para la narración que consigue que se devore rápidamente la novela.

La ISS y el Atlantis pasan frente al sol durante 0.5 segundos
[Foto: El transbordador Atlantis y la ISS fotografiados frente al sol, en un tránsito que dura alrededor de medio segundo. Visto en Bad Astronomy]

Lo interesante de esta novela está, de hecho, en esta configuración inicial. Los avotos son pensadores: filósofos, científicos, músicos entregados a desarrollar su labor, escogida por propio interés, de forma disciplinada. Para ello desarrollan modos de vida en concentos (una especie de conventos en los que en lugar de rezarle a dios, uno tiene total libertad para dedicarse a la investigación) al margen de los extras (resto de la población, que hace una vida al uso fuera de estos concentos). De entrada, parece lógico que los avotos vivan en comunidad en estos concentos, ya que parecen haber comprendido que la única forma de extraer un conocimiento útil a la comunidad es, precisamente, vivir en comunidad. Además, desarrollan toda una serie de ritos (aparentemente sin importancia como dar cuerda al reloj o los turnos para servir la mesa), más que nada simbólicos capaces de devolver una importancia a cada momento y cada día (importante para mantener la cordura cuando uno vive durante años sin abandonar este concento) y para mantener un cierto orden en la comunidad misma (mantener el reloj y organizar la comida son mucho más que esa tarea sencilla y el simbolismo es algo menos insignificante de lo aparente: es el tiempo y la supervivencia de la comunidad, pequeñas tareas como ésas la mantienen). No es menos importante el hecho de que los avotos deciden por sí mismos entrar en ese sistema casi conventual, un sistema que permite a la vez seleccionar a los que tienen un interés por ese tipo vida y descartar la inercia de los que, naciendo dentro, podrían decidir quedarse en el concento sin tener la inquietud y la aptitud necesaria para mantener la dedicación suficiente a ese modo de vida.

A lo largo de la novela (espero no hacerle a nadie spoiler demasiado grave) queda más o menos claro que en realidad los avotos no decidieron (aunque tampoco se opusieron, porque les permitía llevar una vida disciplinada dedicada a las cosas que más les gustaban) vivir recluidos en estos concentos, sino que en un principio fueron encerrados en estos concentos por los poderes seculares (el establisment que detenta el poder), como un intento de apartarlos del sistema y que esta táctica se demostró radicalmente equivocada precisamente porque al obligarlos a vivir en comunidad estaban facilitando precisamente la obtención y acumulación de conocimiento por parte de esta clase de intelectuales a los que querían mantener bajo control. En la novela queda claro que, en épocas de emergencia y crisis, los avotos demuestran ser capaces de dar una respuesta más rápida que las hordas de personas dirigidas por el poder secular, pues en ellos había recaído toda la generación de conocimiento comunitario.

Así mismo, llama la atención la particular organización de estos avotos en cenobios o claustros que salen del concento sólo diez días cada cierta cantidad de años. Siendo esta cifra última la que da nombre al cenobio (unario, dieces, centenarios, milésimos; que salen diez días cada uno, diez, cien o mil años) esta cifra es muchas cosas: una medida del compromiso de ese avoto para con la comunidad del concento, pero también una estimación del conocimiento y la habilidad de esos avotos (mayor cuanto más dedicación se tiene y por tanto máxima en los milésimos y descendiendo a partir de ahí). Además, y como consecuencia de esa estimación de habilidad, resulta imposible entrar a formar parte del cenobio centenario sin haber pasado por el decenario (sí se puede entrar ahí sin pasar por el régimen unario), que dará al nuevo avoto tiempo y posibilidad de aprender y desarrollar habilidades que le capaciten para desarrollar su actividad plena en la disciplina necesaria para ello dentro de una comunidad que sólo atraviesa sus muros una vez cada cien o mil años. Al final, Stephenson describe un proceso de aprendizaje similar al que tienen muchas empresas con sus junior y sus senior, pero más cerca del fraternal compañerismo indiano que de la frialdad estadística de las grandes consultoras.

En definitiva, Stephenson sigue jugando (dando vueltas sobre él, reinventándolo) con el hilo conductor de sus novelas en las cuales una amenaza extrema acerca el fin del mundo y sólo es posible evitar este fin mediante una aventura que implicará la reconversión del mismo tal y como era concebido durante la novela.

Al final, una entretenidísima lectura de aventuras y ciencia ficción marca de la casa (si ya disfrutaste de otros libros de Stephenson, te encantará Anatema con sus disquisiciones cuánticas, aunque no tenga criptojuegos) de la que se pueden extraer algunas ideas que son fácilmente trasladables o aprovechables al día a día de un proyecto vital que se impulsa en la inquietud y en la comunidad para mantenerse en el tiempo y prosperar.

II Encuentro sobre Democracia Económica

II Encuentro Democracia Económica

Otro aviso más que podemos añadir al anterior, el próximo 28 de mayo se elebra en Arrasate el II Encuentro transnacional sobre democracia económica.

En él se hablará de cooperativismo, nuevos modelos empresariales, emprendizaje, comunidades… En general, modelos empresariales más horizontales que se apoyan en la red y la nueva economía para articular y sostener sus estructuras y satisfacer a las personas que se involucran en ellos. El año pasado en el I Encuentro aprendimos bastante, seguro que este año no va a ser menos.

Ya está el programa en la web, pero seguro que las conversaciones y los debates en los que aprenderemos, girarán y se enfocarán de forma diferente en función de los asistentes que aporten su granito de arena. La inscripción es gratuita y está abierta. ¿Hace falta más?

Presentación de Guerras Posmodernas

Guerras Posmodernas

El próximo martes 25 a las 7 de la tarde tendrá lugar la presentación de Guerras Posmodernas, escrito por Jesús Manuel Pérez Triana. En la presentación participarán David de Ugarte por las Indias y David Morales, fundador y CEO de UC Global, acompañando al autor.

El libro es parte de la colección Planta 29 y, como el resto de la colección, está devuelto al dominio público. El acto se celebrará en el Centro de Innovación de BBVA, en la pza. Sta. Bárbara 2, de Madrid. Si decidís pasaros, hay que confirmar asistencia (Nombre, DNI) para evitaros los controles de seguridad. Se puede escribir a info [ arroba ] lasindias [ punto ] coop. ¡Por allí nos veremos!

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