Tolerando el control en Disney World

Primero te imponen controles indignos e inútiles en los aeropuertos, luego te lo convierten en un juguete que los niños pueden guardar en un cajón y, para terminar, hacen una atracción de Disney World con la idea. No se sorprendan de que estas medidas se trasladen a los recovecos de nuestro día a día, fuera de los aeropuertos. Por el camino, lo atroz se vuelve cotidiano, común, y como tal comienza a ser percibido, reduciendo la oposición a este control.

Encantadores de serpiente en perspectiva caballera

Que todos ansían ser el cuello de botella inevitable en la Red es cosa sabida. Que la evolución reciente de Internet es a una recentralización impulsada de forma falaz pero que a falta de un cambio de concepto parece más o menos inevitable si estamos dispuestos a pagar en libertad de elección por comodidad y pose cool. Sin embargo, no dejo de maravillarme con la capacidad de hacerse autofelaciones que tienen muchas personas, así como la capacidad de olvido que muestran, cada vez que el kioskero abre la boca. No dudo que en Apple habrán aprendido mucho desde el estruendoso fracaso de MobileMe, último (bueno, ya penúltimo) intento en esta línea que han hecho, pero aún tienen que demostrarlo. Y, en todo caso, la verdadera pregunta es: si aprendieron y se salen con la suya, ¿quién sale ganando, Apple o la Internet libre y distribuida? Interesa olvidar, en ciertos ámbitos, que si el señor que controla tu disco duro es el mismo que te vende los libros y la música, lo vas a tener muy jodido para no pasar por caja, porque ser el dueño de la infraestructura le otorga una posición sobre la que hacer presión donde más duele: haciendo presa a la altura de la VISA y azotando sin perdón, censurando, todo lo que no haya emanado directamente de las visiones húmedas de un señor inquietante al que su madre ya parió con un jersey de cuello vuelto en Carolina del Norte. Visto lo visto, más nos vale ser más que prudentes con el Cloud computing.

Bocados de Actualidad (124º)

Un domingo más aquí estamos con una nueva entrega, la centésima vigésima cuarta, de los Bocados de actualidad, esa colección de enlaces que debí comentar y no comenté (cualesquiera fueran los motivos). Suena Off he goes, un clásico de Pearl Jam y no os entretengo más. Aquí los enlaces.

  • Criticidades y Madrid como capital mundial del hype community manager.
  • Oracle dona OpenOffice a la Apache Foundation. Lo descubrimos en casa de la Vigilanta, Antonio Ortiz lo interpreta como la debilidad del software de escritorio y a mí me parece que esto podría frenar la adopción tanto por parte de desarrolladores como de las principales distros de una LibreOffice que hasta ahora había sido acogida con mucho éxito.
  • Christian Engström y el último estudio de la UE sobre neutralidad de la Red.
  • LifeHacker y el típico (pero aún digno de mención) post con 10 consejos para guardar algo de privacidad.
  • Joanna Rutkowska y una de sentido común en untrusting the cloud. Muy en línea con Schneier.
  • GigaOM y las mentiras que los servicios de redes sociales siguen contándose a si mismos (y, lo que es peor, a los demás).
  • Las Indias y el software libre como herramienta de ciberactivismo.
  • Gonzalo Martín y una canción triste para la Red que nos llega desde el G8.
  • Modeled Behavior y el offshoring bias a la hora de considerar los precios de productos importados y la riqueza que generan en uno y otro sitio. ¿Más desviaciones a considerar a la hora de medir riqueza?
  • Para terminar, Overthinking It y una interesante reflexión al hilo de Juego de Tronos, una serie que (como lector de la saga) me está encantando.

Queridos comentaristas anónimos, volvéis a tener nombre

La migración a Drupal 7 fue una tortura y me dejó algunas cosas rotas en el blog. Como están siendo semanas y meses de mucho ajetreo no tengo el tiempo que me gustaría para volver sobre estas cosas, pero hoy pude solucionar la que más me molestaba: los usuarios anónimos que dejáis comentarios volvéis a tener nombre. El problema era una asignación indebida en el módulo de AntiSpam que ignoraba toda información introducida por el usuario al rellenar el comentario. La solución estaba esperándome en Drupal.org. [Actualización (unos minutos después): arreglar ese problema con el módulo de antispam ha solucionado más errores que veníamos sufriendo (como el de la paginación de post más antiguos, que tenía parcheada de mala manera); adicionalmente, un pequeño error aparecido en Drupal 7.2 ya tiene parche también.]

Apología de la migración

Antes del crack del 29 era normal que alguien pudiera cruzar continentes con poco más que un salvoconducto sin que nada lo impidiera. Pese a los límites impuestos a los ciudadanos chinos en aquella época, esta política de fronteras pseudo-abiertas dio lugar a una dorada de las migraciones en la que hubo hasta un 8% de la población mundial (frente al 3% actual) labrándose un futuro en un lugar distinto al de su nacimiento.

Bisontes (o búfalos) migrando
[Imagen: Nigel Dennis, Bisontes (o búfalos, vaya usted a saber… díganlo como quieran) migrando.]

La visión del mundo como un puzzle de colores condiciona una percepción falsamente estática del mundo y las fronteras y hace años que avisamos que el verdadero peligro de esta crisis es que se traduzca en un cierre de éstas. Y esto es peligroso porque, como decía Frédéric Bastiat ya a comienzos del s. XIX que «si los bienes no cruzan las fronteras, los ejércitos lo harán».

La asimetría ahora es diferente: aunque hay quien busque una marcha atrás al movimiento de capitales, la de mercancías nunca ha estado demasiado clara y está siempre en disputa y los pocos sitios donde había una cierta libertad de movimiento entre personas descienden peldaño a peldaño el camino al infierno de la restitución de fronteras, justo lo contrario a lo que deberían impulsar. La analogía existe: libertades y globalización frente a represión y sociedad de control.

No existe una disyuntiva tal como «globalización o desarrollo», sino más bien al contrario: globalización y desarrollo. Desarrollo necesariamente enfocado desde la transnacionalidad, desde lo líquido, lo cambiante, lo arrebatador, sin cinismos ni asepsia frente al mestizaje, para no abocarlo al fracaso, para no atarlo a visiones caducas que en su ensimismamiento inane olvidan, porque lo excluyen, a todo lo demás mientras ignoran lo fundamental: reclamar libertades.

Hoy me apetecía hacer una apología de la migración, de los pies polvorientos, precisamente porque si la libertad significa algo es, sobre todo, la libertad para marchar.

No será por la técnica, pero Bitcoin y la Hawala podrían tener su hueco

Uno de los momentos más sugerentes del pasado Día Garum Europa 2011 celebrado en Bilbao nos lo brindó Douglas Rushkoff cuando se soltó a hablar de la lógica distribuida aplicada a las divisas, para dar origen a una moneda p2p pura (en el enlace anterior se puede ver ese fragmento de la conferencia). La idea es buena, aunque no nueva: una moneda global tan en el mercado, y por tanto tan veraz, que ni siquiera los Estados alcanzan a manipular ni regular su tipo de cambio.

Si hay una divisa de ese tipo que últimamente acapara titulares es Bitcoin, que sigue siendo el centro de un debate con opiniones a favor y en contra (gracias, Eva). La mayoría de ese debate, sin embargo, valora los aspectos técnicos o los meramente financieros (revalorización por tanto en tanto otro tiempo). Lo que realmente determinará el éxito de estas monedas es la estabilidad de la divisa: mantener fuera, o con un peso poco relevante, la especulación.

A su adopción contribuirá, de forma involuntaria, la presión del entorno: cuando el declive del pago en efectivo, no trazable, que anunciábamos en 2006 comienza a tomar cuerpo y amenaza con crear más asimetrías informacionales y facilitar la trazabilidad del usuario final y cuando la amenaza de un futuro menos globalizado, y no más, se cierne como algo casi tangible, el compromiso entre esfuerzo y beneficio derivados de usar sistemas monetarios distribuidos y cifrados comenzará a ser asumible por cada vez más personas. Personas normales, no especuladores natos, justo lo que Bitcoin y estos modelos parecen estar necesitando.

Mirándonos en un espejo plano

Una de las ideas más interesantes que se mencionan en The Great Stagnation está vinculada a un error por exceso cuando equiparamos PIB y riqueza, llevados por una percepción que siempre conviene poner en perspectiva. Esta sobrevaloración de la riqueza será tanto mayor cuanto mayor sea la presencia proporcional del Estado en la economía.

Gráficamente: si yo produzco algo, la primera parte de mi producción tendrá un precio en el mercado, pero a medida que la demanda va quedando satisfecha tendré que bajar el precio para poderlo vender; cuanto más real, el mercado se ajusta más fidedignamente y nos dice la verdad sobre la riqueza generada. Así, mientras la primera parte de mi producción suma un valor al PIB, la segunda (que creó menos riqueza porque ya había una demanda satisfecha) sumó menos.

El Estado ofrece, sobre todo, servicios públicos al margen del mercado: desde salud básica a infraestructuras. Y ése es el problema: lo que el Estado gasta puntúa al PIB en función del gasto efectuado y no en función de lo que alguien pagó por ello, que nos permitiría evaluar más atinadamente la riqueza generada. El primer carril de autovía genera mucha riqueza, el ensanche de la autovía de tres a cuatro carriles puntúa exactamente lo mismo, aunque la riqueza generada por el cuarto carril es claramente inferior a la que generó el primero.

Así, para conocer bien el estado de una economía no vale con mirar las cifras, sino quién aporta a esas cifras. En el extremo equivocado tendríamos economías con enorme presencia pública y políticas tremendamente erradas como el Plan-E, que engaña a los incautos dándoles a entender que son más ricos de lo que en realidad fueron ni serán y les lanza a la calle pidiendo la luna cuando no se cumplen las expectativas.

Como en todos los aspectos, nos interesa tener la mejor y más exacta información acerca de nuestra situación y nuestro entorno, más plano es el espejo en el que nos miramos y menos deforme la imagen que devuelve de nosotros. Cuanto más nos alejamos de las situaciones de mercado real peor estimamos nuestras propias capacidades y posibilidades, lo que nos conduce a frustración, desengaños y, en último término mis queridos padawans, al reverso tenebroso, cuando podríamos estar enfocando el futuro con optimismo, pues tenemos todas las herramientas.

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