Imaginen una tasa de paro elevada, la que sea, pero que procure ser realista. ¿Ya? ¿Cómo solucionamos la situación de todos esos miles de personas que no tienen ni empleo ni ninguna otra fuente de ingresos?
Podemos proponer soluciones milagrosas, incluso populistas. Podemos obviar que no sabemos cómo pagaremos los milagros populistas.
Otra opción es quedarse quieto. Te quedas sin empleo, agotas el paro, y ¿luego? Esperas que te salga algo de lo tuyo. Aunque ese de lo tuyo sea a estas alturas algo tan difuso que ni tú sabes qué esperas. Bueno, sí lo sabes: quieres tener ese empleo que habías soñado tener mientras terminabas la carrera hace ya unos años. O ser funcionario, que parece algo con cierto futuro mientras todo se desmorona. Porque todo se desmorona, no lo olviden. Es como en El país de las últimas cosas, de Auster, todo desaparece. La mitad de la función pública también se va a esfumar, así que no se hagan ilusiones.
Sin embargo, hay futuro. ¿no? Todavía puede uno optar por el autoempleo. Una vía que representa un win-win para todos; algo muy frecuente cuando hablamos de emprender, pues no es un juego de suma cero. ¿Por qué ganan todos? El Estado se quita lastre (personas descontentas y cabreadas con su situación), el gobierno mejora sus cifras (menos parados, más actividad, etc.) y, ¿qué decir del autoempleado?, una persona consigue a final de mes ingresar algún euro. Por mala suerte y poca habilidad que tenga uno, por poco que logremos ingresar, será mejor que la situación de partida (cero pelotero).
Con todas esas premisas uno pensaría que las leyes facilitarían enormemente esta vía. Sin embargo, alguien me comentaba el otro día que en Reino Unido costaba algo así como una decena de euros la cuota de autónomos para todo el mes. Yo, incrédulo, llegué a casa y busqué, porque no salía de mi asombro. Parece que estaban en lo cierto: si eres autónomo e ingresas menos de 40.000 euros (aproximadamente) al año, tu cuota de autónomos es de algo más de 2 libras a la semana, que siendo generosos con el cambio nos dan entre 15 y 20 euros al mes. A este lado del mundo, esa cuota pasa de los 250 euros en el mejor de los casos. Eso para empezar a hablar, luego sume usted lo mismo que paga todo cristo (IRPF + IVA).
Para colmo, donde unas webs dificultan el acceso a toda información (imagino que alguien en un despacho siniestro entendió que el propósito de una web es obstruir la información), otras te lo ponen calentito en las manos. Está claro que lo del impulso al emprendimiento tiene mucho de biopolítica, de racionalización de la opresión.
Uno se plantea si no estará haciendo el panoli pagando aquí cuando podría darse de alta en Reino Unido primero, como operador intracomunitario (trámite gratuito) después y luego, eso sí, pagar el IVA en Madrid, que ahí somos muy cumplidos.