Neutralidad de la Red, el debate oriental

No es que Chile fuera el primer país del mundo en aprobar una ley que garantice una Internet neutra de verdad, es más que eso. Leo en el blog de Michel que estos días la discusión sobre la neutralidad de la Red llega a Uruguay, y más de uno se sorprenderá de la forma en que lo hace.

Y es que una alianza para muchos improbable entre el Partido Pirata del Uruguay y el Partido Colorado (conservador, dirigido por el hijo del ex-dictador Bordaberry) ha servido para elaborar un proyecto de ley que pretende garantizar la existencia de una Internet neutra que ofrezca oportunidades de crecimiento y desarrollo para todos. Tal como lo oyen, el hijo del dictador, candidato por un partido conservador se tira al juego en defensa de una Internet neutra. Casi ná.

Qué quieren que les diga, he leído el documento declarativo y es envidiable. Falta por ver en qué se traduce finalmente, si se aprueba y con qué backdoors (estamos acostumbrados ya a que nos la cuelen). Pero creo que hay motivos para ser optimista y pensar que La Neutralidad de la Red saldrá bien parada de todo este ajetreo.

«Internet no debe estar bajo el control ni del Estado ni de las empresas», dice el documento en un momento dado. Entre tanta progresía reaccionaria de corte cuasi-stalinista, va a ser verdad que los jueves son los nuevos viernes y que ser conservador (al menos lo que desde muchos ámbitos se tilda de conservador) es revolucionario.

Claves para tener una Red que haga honor a su nombre

La tecnología digital hace posible una vida más fácil, pero lograrlo no es un proceso inevitable. Debemos ser conscientes de que cada solución y acto que llevamos a cabo influye. Cada acto nos acerca, o aleja (si nos equivocamos), de ese futuro en el cual la tecnologíanos empodera y en la Red nos dotamos de autonomía para tomar el control de nuestras vidas. Para ir en la dirección correcta, es necesario retomar el control de nuestra presencia en la Red. Es un mensaje sencillo, hace una década habría resultado innecesario, ahora es urgente. Cada clic influye en el tipo de Red que construimos. ¿Sabes bien hacia en qué dirección caminas con cada uno de tus clics?

La web del futuro

La Red vino para cambiarlo todo a mejor, tanto en el ámbito privado y de relaciones personales como en el del desarrollo profesional. Por eso nos encanta. Ese futuro mejor no es inevitable, sin embargo. Para que la promesa de Internet se cumpla hacen falta dos cosas:

  1. Que la Red siga siendo neutra. Un bit es siempre un bit, sin importar si forma parte de un e-mail o de un vídeo. Es vital que los operadores no puedan filtrar bits en función del tipo de contenido del que forman parte.
  2. Que mantengamos el control sobre nuestra presencia en la Red, tanto en el ámbito personal como, desde luego, en nuestra comunicación profesional y de empresa.

La imposibilidad de bloqueo y filtro de nuestras comunicaciones por parte de los proveedores de acceso está bajo acoso en todos los frentes, y el Europarlamento no se queda atrás. El otoño será muy complicado, pese a la incansable guardia de numerosos activistas que nunca se rinden. Es muy complicado luchar contra el Estado.

Ahora bien, ¿qué hay del segundo aspecto? Ansiamos la promesa de ubicuidad y sincronización pero, ¿somos dueños de nuestras presencia en la Red? Ser dueño de nuestra presencia en la Red requiere de nuestra parte mantener una presencia gestionada suficiente, pero no basta con eso. O quizá sí, si redefinimos gestionada. Para tener el control de nuestra presencia en la Red no basta con mantener un perfil actualizado en Facebook; en realidad, eso nos aleja de la consecución de esa promesa con la que abríamos el post. Hace falta más: nuestra presencia ha de estar en una página que sea nuestra, en un servidor que sea nuestro, con una URL en un dominio que nos pertenezca. Esto es importante y no es casualidad que estas direcciones se llamen dominios.

De este segundo punto no se habla casi nunca. Y los efectos acabarán siendo tan devastadores como la capacidad de filtrado de los proveedores de Internet. En 2006 atisbábamos la incipiente recentralización de la Red y la achacábamos a la Paradoja de Internet: Internet es de un tamaño tan grande que su continuo crecimiento, en lugar de fortalecer su topología distribuida, fomenta la aparición de nodos centralizadores. En 2010, Google (sin incluir YouTube) representó más del 7% del tráfico global de Internet. En 2011, YouTube recibe más atención que Facebook y Twitter juntos; y no quiero pensar en qué porción de tráfico global de Internet representa eso.

Hace unos años, un vídeo titulado The Machine is Us/Using Us corrió como la pólvora por la Red. Eran los primeros tiempos de lo llamado 2.0, como lo atestiguan el centro en NetVibes, Del.icio.us, o Flickr. El vídeo era realmente bueno. ¿Qué ha cambiado desde entonces?

Las herramientas posteriores no eran tan inocentes como las que ocupaban nuestras conversaciones en 2005. Y la tercera encarnación, abanderada por Facebook, es verdaderamente temible. Facebook dificultó en todo momento la migración desde su servicio a cualquier otro, convirtiendo sus servidores en silos en los que depositar nuestra información pero de los que difícilmente extraeremos nada sin dolor; con su nuevo aprovechamiento del pasado apretará el candado sobre quienes aún cuestionan mudarse a otros servicios; si antes era difícil, ahora será casi imposible que nadie abandone el servicio. Sus widgets se han convertido en ubicuos en la web, y gracias a ellos sus servidores acumulan información sobre todos nosotros: lo hacen incluso aunque no hayas iniciado sesión (algo tan contraintuitivo que incluso el público informado piensa lo contrario), si bien se apresuren a decir que fue un error; como con Beacon, supongo. Espero el día en que se equivoquen a favor del navegante anónimo y no a favor de ellos; mientras ese día llega, sólo nos queda la pura contratecnología, cosas como Disconnect.me.

La realidad es que ahora mismo la máquina no somos nosotros usándonos a nosotros. Ni podemos complacernos pensando que cada clic, incremento infinitesimal del conocimiento que ese sistema tiene sobre nosotros, nos hace un poco más libres, como si el algoritmo genético no tuviera otro rumbo que nuestra autonomía. Porque no es así: en un mundo cuya Red se pierde sin remedio en la nube –aunque no en la de AppEngine, sino en la de Facebook y Amazon— cada post que posteamos en Google+ o en Facebook, cada Twit y cada reTwit hacen más poderosa a una máquina que no está bajo nuestro control, ante la que no sucumbir, ya sea en lo personal como en lo empresarial, es cada vez más difícil.

Y en la de tantos otros. En la biblioteca de Alejandría, lo valioso son los ojos que te miran. Se compite por la atención y los grandes proveedores de servicio, como Facebook, culminan ya su masterplan para apoderarse de todo, algo que no debería sorprendernos. Cada vez es más difícil recibir atención en una Web en la que Facebook devalúa el valor de las conversaciones. Habría que evaluar si Facebook hace que nos comuniquemos con más personas, que lo dudo, pero desde luego no lo hacemos mejor.

En medio de todo eso, aún hay maneras de que cada clic no alimente a un sistema que nos hace dependientes. Puedes escribir en tu propio sitio, mejor si tienes tu propio dominio. Y la mejor opción quizá sea tener un bonito blog, pero quizá no te interese nada de lo anterior; qué le vamos a hacer. A los que sí hicieron el esfuerzo y dieron el paso, a quienes tienen su propio sitio, su bonito blog y hasta su propio dominio les toca hacer lo posible para revertir la tendencia: seguir emitiendo desde su propia ventana como faro bajo la tormenta, para que la Red del futuro sea mejor, y no peor, que la del pasado. Esa era la promesa y eso es lo que queremos, ¿no es así?

Videojuegos amigables a los «granjeros de oro»

«The game that Corporation 9592 built had any number of novel features, but in Richard’s mind their most fundamental innovation was that they built it from the ground up to be gold-farmer-friendly. Gold farming had been an unwelcome by-product, an epiphenomenon, of earlier games, which had done all that they could to suppress the practice, ven to the point of getting the Chinese government to ban such transactions in 2009. But in Richard’s opinion, any industry that was clocking between $1 and $10 billion a year deserved more respect.»

Neal Stephenson, Reamde.

Es oficial: no el hecho de que haya comenzado a leer Reamde, sino que ya estoy enganchado. He leído varios libros de Stephenson desde el Criptonomicón, así que el comienzo me ha traído constantemente a la mente a Douglas Coupland con esos escenarios tan, cómo decirlo, tan… Wal-Mart.

Sin embargo, lo que me ha hecho postear ha sido este pasaje. Nunca jugué al World of Warcraft, pero en Diablo II (hace ya una década) había también un agitado mercado (siempre perseguido por Blizzard) paralelo de objetos (no de oro, como en WoW, pues en Diablo el oro no servía para gran cosa). Y no dejo de pensar que Diablo III, que saldrá en un par de meses, ha cortado por lo sano al incluir una tienda in-game donde vender los items virtuales que encuentres pagando un fee por poner el anuncio, al más puro estilo eBay.

Está por ver si lo lograrán, pero es cierto que han hecho lo posible para que el juego que sea farmer-friendly; y nadie duda que con ese movimiento van a ganar un pico. Eso sí, el protagonista de Reamde necesitó más fontanería que la mera programación, pero explicarlo sería spoiler y ¿qué le decimos a los spoilers? Not today.

Neal Stephenson sobre la hambruna de innovación

Innovation Starvation es un recomendable artículo de Neal Stephenson que descubro gracias a Alfredo Romeo. El artículo va en la línea de The Great Stagnation de Tyler Cowen, si bien intenta no quedarse en describir la situación (hay una sequía sistemática de innovaciones disruptivas) sino que hace un esfuerzo por atribuir causas. Habla de cómo la ciencia ficción tiene una labor extraordinaria al soñar un mundo y describirlo con sus pequeñas cosas. Soñar un mundo es requisito previo para poder crearlo. Aunque habla de la economía y la reducción de incertidumbre como causas de esta situación, yo creo que más bien se debe a la no interiorización del proceso. Se sigue pensando que la innovación es algo casual, que sucede de forma más o menos aleatoria. La realidad es que la innovación es fruto del esfuerzo, y que las grandes organizaciones (estatales o empresariales) deben mirar a la innovación no como un suceso del que sacar beneficio puntual, sino como un proceso más de los muchos que impulsan cada día, sistemático y mucho más beneficioso.

Lifting de cara

Esta tarde hemos hecho un lifting de cara al blog.

Entre los cambios más interesantes:

  • En lo funcional, volvemos a tener funcionando el feed de comentarios.
  • En lo organizativo, pasamos de tener dos barras laterales a una.
  • La reorganización ha sido posible porque ahora hay cuatro zonas nuevas para bloques bajo el contenido principal, donde hemos trasladado gran parte de los enlaces (categorías, hemeroteca, blogroll) que sólo se usan de vez en cuando.

El resultado es que el tema queda más descargado y, espero, la lectura sea más relajada, al cambiar la ubicación de todos esos enlaces. Es posible que aún hagamos más cambios, pero de momento esto es todo. Si ven algo roto, no duden en avisarme. Vuelvo a pagar en cervezas ;)

Bocados de Actualidad (134º)

Enfilamos ya el último tramo del año, estrenamos mes y tenemos nuevos Bocados, la ronda centésima trigésima cuarta, a ritmo de Pascal Comelade, poco más se puede pedir para un domingo como éste. Sin dilación, los enlaces:

Y aquí, Stranger in Paradigm, de Pascal Comelade.

¿Por qué el diccionario de la RAE no se publica bajo dominio público?

Se dice, se rumorea, por todos los rincones de Roma, que el próximo diccionario de la RAE vendrá cargadito de copyright de la peor especie en los tiempos que corren: el copyright que piensa y diseña aquel que nunca se ha acercado, ni remotamente, a nada que parezca la Red. Algo así como mirar al año 2011 a través del cristal de 1954, como en ese glorioso momento de The Sopranos.

No entro a validar la necesidad ni, sobre todo, la futilidad de mantener a un ente como la RAE absolutamente sobrepagada con el dinero de todos; I want my money back. La última vez que los saqué a pasear fue para hacerles un chiste que hoy volvería a firmar.

Dicen que quieren prohibir que enlaces a contenidos internos del diccionario y, por lo que sabemos, ya han comenzado el bullying (acá la primera víctima, aunque no sé cómo hacen para amedrentar a alguien que mantiene su web desde Montevideo).

Lo que me pregunto es por qué el diccionario, que se paga con dinero público, no está devuelto directamente a dominio público, que sería lo más justo: no tener que pagar para acceder a una obra que se ha confeccionado con mi propio dinero. Debería ser la norma para todo lo que se haga con dinero público, y no sólo para esto.

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