Impuestos, influencia y daños colaterales

«Piensa en el impuesto a las ventanas introducido a finales del s. XVII en Inglaterra y Gales. Era una manera no intrusiva y fácilmente administrable de imponer impuestos a las personas con casas más grandes. Sin embargo, derivó en que las ventanas fueron bloqueadas a causa del impuesto.»

Tim Harford, en su blog

Innovación en casas sin ventanas, oscuras y tristes. Está claro que hay decisiones legales que pueden desalinear los incentivos frente a lo que realmente necesitamos; y que a menudo los impuestos son burlados precisamente por aquellos a quien se quiere lastrar, mientras las personas de a pie sufren las consecuencias (piensen en la subida del IVA del año pasado, piensen en la subida próxima que ya se está mascando). Sucede así en otras situaciones en las que son de dudosa utilidad, pero si hay un campo en el que la cosa se podría arreglar con facilidad es el de la propiedad intelectual, incluidas las patentes de software. Si tan sólo hubiera voluntad, pero ya sabemos que no es así.

Allí no había bloggers

Este fin de semana estuve en EBE varios años después. Esta vez en una nueva ubicación, pero con la misma implicación de Luis, Rafael Poveda y el resto del equipo, que han hecho que el evento fluya bien pese a su dimensión. De vuelta en casa, no dejo de pensar en lo que he podido ver ahí estos días y ahora que tengo la calma para escribir, intentaré ordenar las ideas.

  • Un evento de bloggers donde la tarjeta de identificación tiene espacio para el usuario de twitter pero no para la URL de los blogs. Mal.
  • Un evento de bloggers que en 2011 se abre hablando de descargas. Ya saben que por aquí estamos a favor de abrir el puño de la restricción de copia, pero pensé que ya era el momento de hablar de algo más que descargas. El problema es la propiedad intelectual y sus leyes, que nos impiden ganarnos la vida cuando es lo que más necesitamos.
  • Un evento de bloggers donde apenas hablan bloggers, pero hay mesas y mesas de periodistas, presentadores de televisión y hasta directores de periódico que hablan… de twitter.
  • Un evento de bloggers donde un periodista sin blog se permite el lujo de enseñar, sentando cátedra, a heavy users de Internet las bondades del hyperlink, demostrar que no sabe ni siquiera el nombre del fundador de Google (memorable el momento Gary Page) y ser tan necio para decir en público que su medio no depende de Google. Aún me estoy riendo con esto último.
  • Un evento de bloggers donde la intervención del mencionado personaje es recogida con elogios y no con rabia, donde se tilda de humilde a quien rebosa de soberbia y se anima a dar lecciones de Internet tras unos meses de usar Twitter.
  • Un evento de bloggers al que acude todo un director de periódico a vender su libro, todo un signo de la apurada situación de una industria que, como tantas otras, está viviendo la disipación de rentas propias de la abundancia de Internet de manera inevitable.
  • Un evento de bloggers donde todo lo anterior pasa sin crítica, donde nadie bloguea acerca a nadie del evento.
  • Un evento de bloggers donde se habla de twitter, de los medios, del futuro de los periodistas profesionales y de social media y de community managers y de absolutamente todo, excepto de blogs.
  • Un evento de bloggers sin bloggers, que es en lo que se resume todo lo anterior y que para los pocos que habíamos, no vale la pena poner comas.

Y esa es la realidad, por eso el numerito del personaje anterior no levantó ni críticas ni malestar, ni provocó el más leve movimiento de cejas en la inmensa mayoría los presentes, que pudieron hacer la digestión asombrosamente bien pese a lo que se acababan de tragar. Siempre hay excepciones, afortunadamente.

Exagero, por supuesto, claro que había algunos bloggers. Unos pocos al menos, conocí a personas dedicadísimas a sus blogs, y lo pasé muy bien con ellos, de Jesús Pérez y la economía, a Soraya Paniagua y el e-Learning o Javi Guembe, más timidín que los otros pero con quien pude charlar un rato (y me quedé con ganas de más) sobre WordPress, y charlar con muchas otras personas y tomarme unos Callos en El alabardero, y pasar toda la noche charlando con los amigos de siempre (y conocer, conocer, conocer), a los que uno ve demasiado poco, y reirnos con el monorraiiiil hasta la hora de amanecer.

En fin, que claro que había bloggers, pero el Evento blog ya no es un evento de blogs. Y es por eso que los blogs no están en la agenda y que nadie repara en ello. Ahora bien, ¿qué hacemos? ¿Lamentarnos? Ni hablar. Ya estoy harto de lamentos, y bastantes veces he visto este fin de semana llorar la muerte del periodismo. Todo sirve con tal de no ponerse manos a la obra, si tan sólo todos los que se lamentan por eso tuvieran la mitad de valor y ganas de hacer cosas que tiene Enrique Meneses, no les quedaría tiempo para lloriqueos y tendrían un blog tan hermoso que no cabría en los moldes.

Por supuesto, hay que ser reflexionar sobre qué ha salido mal. Qué ha impedido que se materialice la Internet que soñábamos, la de los hackers y las personas que se informan mejor y de forma más autónoma. Prometo un post al respecto. Pero creo que por demografía lo que tenemos por delante es mucho más positivo que lo vivido en los últimos cinco años. Prometo un segundo post, sobre este tema.

Mientras tanto, si no cuidamos bien lo poco que nos queda de jardín, mañana tendremos únicamente el erial (legal y de ideas) que se entrevé en el horizonte. No va a ser sencillo.

Y mañana, Internet con fronteras

De entre todo lo que tenemos actualmente, Internet es la única herramienta que muestra el potencial de transformar (a mejor) el modo en que nos organizamos y, eventualmente, llevarnos un paso más allá de la gran depresión en la que estamos.

Reloj blando en el momento de su primera explosión, Dalí
[Ilustración: Reloj blando en el momento de su primera explosión, Dalí.]

A pesar de lo cual, Internet está a punto de sucumbir y dejar de ser como la soñamos, algo que hemos avisado desde hace ya años. No es que en Reino Unido los ISP aceptaran ser el brazo armado del poder político y perseguir ellos a los usuarios ejerciendo la censura, es que en Estados Unidos se planea aprobar una ley (Stop Online Piracy Act, SOPA) que obligará a dividir a las webs en dos grupos: las que operan desde el territorio del estado y las que operan desde fuera. Con la excusa de la piratería se permitirá la censura, el bloqueo de tráfico desde países extranjeros y la instauración de aduanas digitales, aprobada al mismo tiempo como parte de la Marketplace Fairness Act (PDF). La Internet sin fronteras está hoy un paso más cerca de ser cosa del pasado, parte tan sólo del sueño nostálgico de los que pudimos disfrutarla. Como cuando la Radio Act de 1912 dinamitó la (por entonces) efervescente y prometedora escena de las radioemisiones. La sociedad de control que vimos venir como un fantasma durante la última década, tomará forma física.

No es que sea algo totalmente nuevo: los sitios intentan regular qué contenidos se muestran en función de una IP que se ubica con una precisión más o menos aproximada. No se trata de que el sistema fuera más o menos sencillo de burlar, se trata de que era una decisión del propietario de unos determinados derechos de explotación. Ahora será diferente: los Estados Unidos usarán el registrar de un dominio como base para asignar una página a una categoría («interna o externa»). Es de esperar que el sistema se replique en otras legislaciones que habitualmente se inspiran en los iuesei. Claro que podrás seguir usando un registrar estadounidense para tu página, pero entonces la página será tratada en el resto del mundo como algo extranjero. No sabemos en qué se traducirá, pero desde luego es una lástima que en Internet haya que prestar atención a esto. Fronteras en un mundo digital. Es una situación artificial que nos causa estupor en el mundo físico, verla clonada en lo digital me parece tan marciano que me cuesta visualizar ejemplos.

La diferencia es que ahora el argumento para filtrar una conexión no es que por ella fluyen datos (protegidos) sin permiso, sino que se permitirá bloquear selectivamente el tráfico, interceptarlo y filtrarlo por motivos de seguridad nacional; esto es, exactamente el mismo argumento, pero sin tapujos, como llevar las infracciones de la LPI a la Audiencia Nacional… taaaan 2010. La propiedad intelectual como herramienta para el control, nunca un libro escrito en 2008 fue tan vigente.

Pero el tema es, ¿hablamos de neutralidad de la Red? ¿Cómo nos aseguramos de que cualquiera tendrá oportunidades para intentar ganarse la vida en un entorno más controlado? Miles de manifestantes claman por sustituir el capitalismo por «algo mejor». Bien, Internet es ese algo mejor: más libertad para todos, más oportunidades.

Internet debía ser una vía de creación de identidades con pertenencias múltiples y de nueva naturaleza, pero los Estados van a darlo todo para impedirlo. Si el hecho de que los ISP cedan ante una petición histórica a la que se negaron durante años presagiaba algo malo, lo de separar las páginas por nacionalidades es absolutamente dramático, y al mismo tiempo irrisorio: ¿las webs de Google, cuya nube aloja redundantemente los ficheros de sus usuarios en datacenters repartidos por todo el mundo, cómo se catalogan?

Y sin embargo lo han aprobado, y pronto será replicado en otras partes del mundo. Y Amazon cede alegremente a otra reclamación a la que históricamente se había negado, la de recaudar impuestos. Se hizo tarde reclamando tonterías y ahora llevamos años de retraso: al frente hay mucho más control del que muchos querrán creer; y el que querrán creer ya es mucho más del que les gustaría.

Pienso en lo que contaba Godwin que le había dicho su hija, creo que se va a enfadar. Soñamos una civilización más humana y hermosa que aquella que sus gobiernos habían creado antes. Y parece cada vez más lejana, más utópica.

Antes de la crisis de 1929 era normal que alguien cruzara desde Algeciras a Vladivostok con apenas un salvoconducto. Aquella crisis terminó con el idilio y en los años siguientes surgieron los movimientos más cruentos de la historia reciente (del Nazismo al Comunismo, sin olvidarnos de ese fascismo tan cotidiano). No es la primera vez que nos preguntamos cuáles serán las consecuencias de esta crisis, si damos por bueno que sea de igual magnitud (yo no estuve allí pero, por lo que leo, ya pocos lo dudan). De aquí a un par de años Internet quedará convertida en una sombra de sí misma, quizá poco más que una televisión 2.0, y todo lo que hagamos estará sujeto a un posterior escrutinio. Impedir el flujo de información una vez se filtra es complicado, la coacción, sin embargo, es otra historia. Cuidado, nos graban.

Al igual que los relojes rotos dan la hora con exactitud dos veces al día, Internet seguirá de vez en cuando funcionando tal y como fue. Pero otras muchas veces no lo hará, y quizá no nos demos cuenta porque, al igual que pasa cuando hacemos catas de productos parecidos, los matices sólo se observan cuando podemos contrastar. Y si las cosas fluyen suficientemente rápido, no te queda tiempo para pensar en ello. Corre, dale al me gusta, retuitea esto. Contribuye al olvido general.

Privacidad, personalización e inducción de sesgos

Laberinto
[¿Se ha convertido la personalización de servicios en un laberinto?]

Aunque no debiera ser noticia, por cuanto no constituye novedad, últimamente me he encontrado con varios artículos que nos hablan de la rápida extensión del behavioral targeting. En GigaOM leo una nota sobre Badgeville y su Behavior Platform y no puedo puedo sino confrontarlo con lo que leo en Naked Security, acerca de esas situaciones en las que estas campañas pierden la mesura y resultan cargantes, volviéndose en su propia contra, como la pesada campaña del netbook de las pasadas navidades, que una vez visitabas la página del producto en cuestión en Fnac no dejaba de mostrártelo en todas partes (¡aunque ya lo hubieras comprado!).

Pero entonces lo llevamos un poco más allá, recogiendo la reflexión de Luis Rull en torno a una TED Talk de Eri Pariser. Comenta Luis una anécdota de hace unos años y se pregunta «si los filtros que usamos nos personalizan la información que consumimos adaptándola a nuestros gustos, ¿no deja fuera aquellas formas de ver el mundo que son muy distintas a las nuestras?».

Efectivamente, decía yo en estas páginas ya en 2009 acerca de El problema de la personalización inevitable:

En un caso ideal, la personalización de resultados sería perfecta. Ello significa que el Buscador podrá entregar a cada uno la información que quiera leer. Cualquiera que tenga nociones de psicología sabrá que existe algo que llamamos desviación por confirmación y que se resume en que damos más credibilidad a aquella información que refuerza nuestras ideas iniciales (fundadas o infundadas, eso da igual) sobre un cierto tema. De esta forma, el intermediario que personalice resultados podrá ofrecer a cada uno lo que quiera leer, con la ventaja de que todos los sujetos están inevitablemente predispuestos a aceptar la información (da igual que ésta sea cuestionable) si no contradice su idea preconcebida. Buscando titulares divertidos podríamos decir algo así como que la personalización es el opio del pueblo.

Hablo de El Buscador, pero es obviamente generalizable. Cuando el proceso se da de forma colectiva, el resultado de agregar sesgos inducidos a diferentes personas, encontramos lo que llamamos polarización de grupo. En mi nuevo ensayo, que ya tengo prácticamente terminado, cuento:

«La pérdida de referencias contrapuestas acaba por desubicar nuestro propio criterio, en un proceso similar a la pérdida de la noción de simplicidad en ausencia de algo complejo con que comparar. Como consecuencia, cada individuo endurece su posición inicial, alcanzándose decisiones y acciones colectivas a las que no habrían accedido ninguno de las personas de forma individual y que, en muchas ocasiones, habrían sido juzgadas como excesivas y no recomendables por esos mismos individuos.»

Es posible que la polarización de grupo se pueda explicar en términos de umbral de rebeldía, no estoy seguro. En todo caso, el resultado se parece más a la histeria ejemplificada recientemente en torno a ciertos programas televisivos.

Y sin embargo, la personalización de servicios está aquí con nosotros. Como un laberinto precisamente porque el laberinto no es tal hasta que no nos adentramos en él, y porque todo lo que el laberinto propone, –la acción, el viaje– sucede dentro del laberinto. Es un juego que tenemos que aprender a jugar cuanto antes, para no pagar un precio demasiado alto en privacidad y calidad de la información. Para que los placeres de la pobreza no destruyan la promesa y el sueño que nos trajo la Red.

De momento hay mucha tarea pendiente. La personalización, de mano de cosas como el behavioral targeting no sólo es agresivo con nuestra privacidad de una forma muy sutil, casi imperceptible, sino que induce sesgos y radicalización de grupo y, para colmo, nos deja indefensos si no realizamos permanentemente el esfuerzo consciente de tener presente su influencia.

Lo no permitido y lo socialmente aceptado

Facebook

Que aquí hablamos de Facebook como uno de los elementos de recentralización de Internet con más peligros que beneficios no es ninguna novedad. Que tanto ellos como otros servicios de su clase (por ejemplo, Tuenti, que sigue existiendo aunque, desde la entrada de Telefónica, Prisa ya no saque 5 noticias al día sobre él) no permiten el registro a menores (Facebook pone el límite en los 13 años), tampoco. ¿Será novedad el hecho de que se haya demostrado que multitud de padres ayudan a sus hijos a mentir en la edad para poder crear una cuenta en Facebook?

Técnicamente es una novedad, realmente no. Sucede que el uso de Facebook está socialmente aceptado, no parece dañino, no parece peligroso. Así, los padres no creen que esté mal ayudar a los hijos a entrar en el servicio, aunque sea haciendo trampas.

El esfuerzo no hay que hacerlo en el endurecimiento del sistema, sino en comunicación y didáctica. No se trata de prohibir a los niños que se creen perfiles en Facebook, sino de explicar las consecuencias. Si lo consideran cool lo harán, si se lo prohíben lo harán con más ahínco. ¿A qué edad comenzaron a fumar la mayoría de fumadores? A una edad a la que no tenían permiso para fumar. Easy.

Más valdría dejar de prohibir y mostrar mejor las implicaciones de una u otra decisión; y si aún así lo deciden usar, pues les dejaremos hacer lo que quieran aunque no compartamos sus hábitos, pero imponer restricciones sin sentido, que se pueden romper sin consecuencias porque son una verdad social a día de hoy, no sirve de nada. La tarea pendiente es ser más pedagógicos y menos totalitarios. Se trata de enseñar en y para la responsabilidad, para la madurez y no para una dependencia que sólo generará adultos-niño incapaces de hacerse cargo de nada.

Realidades post-geográficas de hace medio siglo

En una pestaña abierta hace días y aún sin leer veo este artículo de The Reg (vía Pere) sobre la muerte de Keith Tatlinger, inventor del contenedor apilable que todos conocemos y cuya presencia es especialmente destacable en ciudades con grandes puertos marítimos de mercancías:

«Tantlinger’s contribution was in the connecting and locking mechanisms which enables you to easily stack them, stick ‘em on trucks and railway flatbeds, pile them up on ships’ decks and so on. McLean was the trucking baron who wanted to be able to use sea transport to get his customers’ stuff around by sea: far cheaper per tonne-mile than land transport, which is still the case now and has been for millennia.

The end result of this system is that we don’t really have a geography-based system of trade any more, at least not in the manner we used to have. Or perhaps the geography which shapes our trade is now different.»

Pura innovación ayudando a crear un mundo post-geográfico (¿recuerdan a Gibson?) a mediados del siglo XX. Sin routers ni nada. Y seguramente empezando la casa por donde hay que comenzarla. No está nada mal.

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