La última Britannica de papel

Britannica
[Foto: Ángel Franco / NYT.]

Las rotativas que imprimían la Encyclopaedia Britannica deberán desde ahora buscarse otra ocupación: tras 244 años, la tradicional enciclopedia dejará de ser impresa, según cuentan en el NYT.

Según sus gestores, no hay nada por lo que llorar, hay mejores herramientas ahora. Tienen su web, dicen. La realidad es que sí, hay mejores herramientas. Lo que no me queda claro es que el relevo natural de la vieja britannica (con la que no me une ninguno de esos lazos sentimentales de los que todos hablan, pues en casa había otras enciclopedias) sea su propio sitio web.

Otros proyectos como Wikipedia han demostrado más agilidad pero, sobre todo y pese a las críticas, han demostrado conocer mucho mejor las nuevas formas de financiación colectiva, con campañas periódicas para recoger fondos que la mantengan en pie.

No obstante, Wikipedia persigue sustituir una cosa por otra: un conjunto de académicos por una creación distribuida… que desemboque en un proyecto centralizado. Abunda demasiado esa devaluada actitud disruptiva.

En realidad la web hace posible mucho más que una página web con más información, más actualizada y más exacta que la Britannica. Hace posible millones de webs con pinceladas de información profunda y específica. Muchas de ellas bajo la forma de Pedias. Si quiero aprender sobre lo que sea (desde los cambios en la distribución audiovisual, a recetas de cocina), lo más probable es que haya una Pedia operativa y específica que me da sin rodeos toda la información relevante.

¿Es la wikipedia la nueva Britannica? Posiblemente. Pero si eso significa algo, significa que lo más interesante, lo disruptor y más avanzado, está ya en otra parte. ¿O no es ésa la lección final de ese clásico de papel que ya nunca más se imprimirá en papel?

Curación, centralización y ética hacker

Cursor

En Enlaces, malditos enlaces y gestión de conocimiento argumenté que un enlace compartido debe contener:

punteros a reflexiones, ideas, proyectos y, en general, cualquier cosa que encontremos en nuestras abundantes lecturas diarias, que normalmente almacenamos para nosotros mismos pero que en ocasiones abrimos también a las personas que nos siguen

En tanto que el contenido principal de un enlace es el enlace mismo, toda ofuscación del mismo obedece a intereses espurios: forzar al visitante a pasar por nuestra página, generar páginas vistas o arrogarnos (arrogantemente, valga la redundancia) un crédito que no nos pertenece. Ejemplos hay muchos: buscadores que te dan un preview del resultado pero no te llevan a él, sitios de moda que te abren el contenido en una lightbox para que no salgas nunca de su matriz y agregadores de enlaces que te penalizan con un stop & go intermedio a modo de interstitial. También están los que se limitan a reescribir ideas, colocando un sencillísimo (y discretísimo, y pequeñísimo e insignificante) vía al final.

No es realmente grave poner una cierta traba a la salida de nuestra web (sí lo es, por contra, la no atribución de autoría o la reatribución –sobre nosotros– de la misma): hay muchas maneras de enfocar las cosas. No obstante, esos comportamientos son el resultado de la fricción entre la libre compartición de ideas en la Red y la realidad económica de que en una biblioteca de Babel cuyos pasillos crecen exponencialmente lo valioso son los ojos que te miran: no más el libro, sino la atención disponible para leerlo (cuyo crecimiento es mucho menor).

Sin embargo, cabe preguntarse si no hay otra forma de hacer las cosas que no sea la búsqueda de una centralización. Bianka publica hoy un gran artículo en Cartograf sobre la comunicación y la compartición en red como el proceso que mantiene vivas a las empresas abiertas. Dice Bianka que compartir en la web tiene dos efectos buenos:

para la persona, revoluciona el aprendizaje y, para la organización, revoluciona la generación de conocimiento.

De su artículo me surgieron dos ideas:

  1. Software libre. Me llamó la atención que todos los ejemplos que pone nacen del mundo del software libre, la mayor revolución que hemos vivido en esta incipiente era digital.
  2. Comportamiento frente a discurso. Lo interesante es, en realidad, mirarlo del revés: observar el comportamiento de una empresa nos informa sobre su proyecto, sus ideales, intenciones y ambiciones más que la literalidad de su discurso. El no compartir las fuentes o la invisibilización de las mismas demuestra una visión con ambición centralizadora. Y los hechos pueden dejar muy mal parado a todo discurso que, de cara a la galería y como brindis al sol, afirme otra cosa. Un buen análista, como siempre, necesita tener en cuenta esto para valorar adecuadamente la actitud de un nodo dentro de una red.

La cosa es que también esta mañana llegué a leer un muy buen post de Marco Arment que nos cuenta de una (muy mal concebida) iniciativa para añadir una capa semántica a los enlaces mediante glifos (aunque ellos no utilicen esa palabra). Alguien pensó que el problema de que no haya suficiente atribución o de que exista esa manía por retrasar la salida del lector desde nuestra web a la fuente original (incluso impedirla, y enmarañarla) es técnico, en este caso, de incapacidad semántica.

La Red son los enlaces, eso está claro. Los problemas de ocultación, reducción a lo invisible y no atribución de ideas no son, sin embargo, producto de un mal diseño de la web. El problema es económico y, seguramente, inevitable (hasta un cierto punto, como bien aprendimos de Schneier) en una economía digital abundante. Y sin embargo, en la cultura del conocimiento libre la cosa cambia. Continúa Marco Arment diciendo que:

Reliably linking to great work is a good way to build an audience for your site. That’s your compensation.

En esta nueva economía, compartir tiene recompensas. Añadan además el papel de la ética hacker: el compartir enlaces y conocimiento por el gusto mismo de hacerlo, sin buscar la medalla de pioneros de nada, tan sólo haciendo que la información fluya en nuestro entorno. Cuando compartimos enlaces por el gusto de compartirlo el resultado es algo parecido al austero linkblog de Dave Winer o los marcadores, que invitamos a visitar.

Cuando no encontramos este tipo de comportamientos se debe a que no han abrazado la filosofía del conocimiento, y la red, libres o porque la ética hacker no está operativa, sino subyugada a otro tipo de intereses.

El coste de averiguar si algo está patentado

Timothy B. Lee y Christina Mulligan desmontan en Ars Technica algunos de los (falaces) argumentos de Nathan Myhrvold (Microsoft) al hilo de las patentes de software (de las que estos días ya hemos hablado). Justo para cerrar el artículo comentan:

«Who needs to worry about infringing software patents? The Green Bay Packers, OfficeMax, Kraft Foods, Aeropostale, and Oprah Winfrey’s Harpo productions have all faced software patent lawsuits. Indeed, virtually every medium and large firm in the United States performs activities—like maintaining a public website, using a computerized point-of-sale system, or using an Internet-based invoicing system—likely to infringe some software patents. So all of these firms are part of the software industry, at least as far as patent law is concerned.

In our paper, we estimate it would take at least 2,000,000 patent attorneys, working full time, to consider whether all these software-producing firms have infringed any of the software patents issued in a typical year. Even if firms wanted to hire that many attorneys, they couldn’t; there are only 40,000 registered patent attorneys and agents in the United States.

So Myhrvold is wrong to suggest firms ignore software patents because they’re trying to «get something for free.» They ignore software patents because it’s mathematically impossible for them to do anything else. The patent system simply doesn’t scale up to an industry as complex and decentralized as the software industry. And if it’s practically impossible for firms to avoid infringing software patents, it’s unfair to punish them for their failure.»

Ooops. Añádanlo a la batería de argumentos contra las patentes: no sólo es el coste de patentar (que puede ser muy elevado), sino el coste de saber si esa aplicación web sencillita que se me ha ocurrido no viola patentes existentes. Los pequeños estamos, una vez más, vendidos ante el músculo financiero de quienes pueden pagar legiones de abogados, abrir infinitos litigios y retrasar la puesta en marcha de un negocio de forma ilimitada.

Por cierto, en el post anterior hay una buena discusión en comentarios, con algunos aportes muy valiosos.

Globalización, aranceles al comercio electrónico y estancamiento

Si compran ustedes a un proveedor situado fuera de la UE un objeto valorado en más de 22 euros, para poder recibirlo en la aduana de entrada le obligarán a pagar una tasa de más de 40 euros, como cuenta Bianka Hajdu. ¿Cree usted que vivimos en un mundo globalizado?

La realidad es ligeramente diferente: el mundo está interconectado, pero las barreras imaginarias y artificiales a la globalización se alzan insalvablemente altas en una sociedad digital que apunta formas totalitarias.

En su The Great Stagnation [Nota: algo así como El gran estancamiento] Tyler Cowen explica que, a falta de nuevas ideas, sólo Internet tiene la posibilidad de devolvernos a una era de desarrollo tan fabulosa como la que se vivió en las décadas transcurridas entre 1870 y 1950.

Más allá de la promesa de cambios sociales significativos en una primera etapa lo más importante es potenciar los aspectos positivos de una Red que promete interconectarnos con personas de aquí y de allá para traernos más libertad, más mercado y más competencia; y menos chanchulleo, rentas de posición y abusos derivados.

El comercio electrónico, capaz de vincular a un proveedor en Hongkong o Massachussets con un cliente en Berlín o Santiago de Chile, es una parte clave en el desarrollo de un mundo globalizado. Es una lástima que alguien haya decidido que pequeñas compras de uso doméstico tengan unos aranceles que pueden llegar a ser del doble del valor del objeto comprado.

La gran ventaja es para aquellos que no necesitan mirar el saldo de la cuenta a fin de mes, es una lástima que en esa minoría encaje la mayoría de la clase política, desincentivada a mejorar el sistema.

Bocados de Actualidad (146º)

Ya estamos otra vez con los Bocados, la sección fija menos fija de la blogosfera y una colección de enlaces que no tuve tiempo (o ganas) de comentar durante la semana. La centésima cuadragésima sexta ronda nos llega a ritmo de Fiona Apple, que esta primavera presentará nuevo álbum tras 7 años y, sin más dilación, les dejo con una buena colección de lecturas dominicales.

  • Gonzalo Martín y la siempre prometida (nunca llevada a cabo) reforma del sistema de incentivos al cine español.
  • Dave Winer y un reto: ¿de verdad dices que lo de la privacidad en el móvil no es para tanto? Entonces, no te cortes y publica online tu agenda completa, sin editar ni nada.
  • Al cloud computing no le falta hype, falta saber si estará a la altura. Windows Azure se cae por un fallo con el día bisiesto. Sí, señores, en 2012. La Vigilanta.
  • En Palabras y la búsqueda de oportunidades mirando al futuro, y no al pasado.
  • ¿Se muere el organigrama? Eso creen en cumClavis.
  • Kozzak se pregunta si wikileaks es una representación más del poder. Jesús Perez comenta que en los últimos documentos filtrados no hay nada relevante. Yo voy más allá: lo importante no es que hayan atacado a Stratfor y no a la CIA, sino el cambio de modus operandi. Ya no se interceptan cables diplomáticos que fluyen por una opaca red paralela a Internet, se ataca un servidor común de Internet, con su interfaz web conectada a una base de datos normal y corriente. Eso debería generar dudas e inseguridad en todo el mundo y el artículo (de hace varias semanas) de Error 500 sobre Anonymous vuelve a ser relevante.
  • Manel Guerra y una revisión al agotador JASP de los 90.
  • RinzeWind y la convocatoria de Escépticos en el pub de este mes, que contará con Javier de la Cueva hablando de propiedad intelectual.
  • OS News y Apple usando Open Street Map sin dar crédito al proyecto libre.
  • Cabeza cuadrada y Facebook & Me
  • Sobre educación y futuro: Pseudópodo comenta la entrevista a Albiac sobre el fin de la universidad y Bianka Hajdu apuesta por un rol mucho más activo a la hora de estudiar/aprender.
  • IT World y los proveedores de cloud computing como atacantes tipo man-in-the-middle.
  • Para terminar uno divertido, ¿cómo es la evolución de un programador de Python? Gist en Github.

Durante la semana (también en las semanas en que no llegamos a tener Bocados) dejo más enlaces recomendados en mis marcadores, podéis suscribiros al feed RSS.

Para terminar, Fiona Apple y Nickel Creek haciendo una cover grandísima de la (también grandísima) Ella Fitzgerald.

Patente estúpida del día: Amazon y las anotaciones al margen

Amazon

De la saga de monopolios estúpidos del día hoy nos llega uno memorable. En Slashdot (gracias, Pere):

«On Tuesday, the USPTO granted Amazon a patent on its Method and System for Providing Annotations of a Digital Work, which covers ‘receiving an annotation of the digital work, storing the annotation, and providing the annotation to a user.’ This includes annotations received in a graphical or handwriting format, as well as highlighting of text.»

Esto es, mis jóvenes amigos, Amazon ha patentado las anotaciones al margen.

No se trata ya de que esa marginalia permita la reflexión y anotación de ideas al vuelo que el libro sugiere y anima (el equivalente a tomar esa cita de Slashdot y ponerle un par de párrafos debajo, como en este post). Ni de que en la era digital sean parte intrínseca de la obra, ese post-artefacto vivo.

Tampoco se trata de que la patente sea injusta porque hubiera software libre que ya hiciera eso (como argumenta el autor de la nota en slashdot).

No, mis jóvenes amigos. Es injusta porque las notas al margen llevan inventadas cientos de años. Es ahí, en anotaciones a otros textos, donde primero toman forma escrita las lenguas romances derivadas del latín (incluído el español). Porque en un libro, como en todas partes, gran parte de lo interesante que nos sucede nos sucede en los márgenes: en esas frases que subrayamos, luego comentamos, reutilizamos y compartimos.

Eben Moglen, abogado de la Free Software Foundation, sugirió en una mítica conferencia (incluida posteriormente en Manual de uso del copyleft), que todo es software. Donde Stallman dice que sólo el código es software y que por eso las libertades deberían aplicarse ahí, Moglen defiende que nuestras canciones, nuestras películas, nuestros documentos de ofimática y nuestros libros son software (por eso me gustó el reciente post de Antonio sobre ebook).

*** Relacionado: Amazon, Kindle y el derecho a leer.

No con mi contraseña

«La confianza es relativa, fluida y multidimensional. Confío en Alice para que devuelva un préstamo de 10 dólares pero no uno de 10.000, en Bob para que devuelva un préstamo de 10.000 dólares pero no para que cuide a un bebé, en Carol para que cuide a un bebé pero no para cuidar la llave de mi casa, en Dave para que cuide mi casa pero no mis secretos íntimos, y en Ellen confío para que guarde mis secretos íntimos pero no para que devuelva un préstamo de 10 dólares. Me fío de Frank si un amigo lo avala, de un taxista en tanto me muestre su licencia y de Gail con tal de que no haya estado bebiendo. No confío a nadie la contraseña de mi ordenador

Bruce Schneier, en Liars & Outliers.

¿Ha quedado claro?

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