Haz que pasen miedo

Poster de la TSA

La imagen que ven arriba corresponde a la última campaña de propaganda lanzada por la TSA estadounidense. En ella, la TSA carga contra los fotógrafos con capucha (Threat Level), como la que se ve en la foto, que no es sino una sudadera normal y corriente. En el blog de la TSA aclararon que quizá el poster no era el apropiado. En los comentarios a ese mismo post se puede leer sobre las consecuencias negativas de este tipo de campañas de (in)seguridad mal diseñadas.

Es una campaña burda, de las de meter miedo por el mero hecho de meter miedo, a medio camino entre la política del salva-tu-culo (aunque no lo he podido comentar hasta hoy, esto se hizo público los días previos al aniversario del 11-S, cover your ass en estado puro) y el peor teatro de seguridad. Como la que en Reino Unido se utilizó para desconfiar del vecino por usar detergentes. Pura política del miedo en la cual ante la falta de un proyecto que ilusione a la ciudadanía, sólo la coacción te permite seguir ejerciendo el poder.

Lo cierto es que desde que Piscole se estrenó como director de la TSA han pasado apenas dos meses y medio y ya llevan dos campañas de las de cubrirse de gloria, tras la ignominiosa «si ves algo, di algo». Ésta nueva campaña contra los fotógrafos de aviones es una perfecta continuación de la anterior: como aquella otra, cuenta con el agravante de que en ambos casos se potencia la delación masiva y eso acaba siempre en lo mismo:

  1. Demasiados falsos positivos (a medio plazo, menor atención de los vigilantes antes los avisos y caída de la seguridad real).
  2. Linchamiento de lo diferente, sean minorías étnicas o culturales (por defecto nos resulta más sospechoso aquello a lo que no estamos habituados, aquello que nos parece infrecuente o raro).

La campaña contra la fotografía de aviones públicos continúa, además, la paradoja cada vez más frecuentes de que los Estados occidentales en los que se hacía mofa de la prohibición en el bloque soviético de realizar fotografías públicas sean, precisamente, los que prohíben estas fotografías en cada vez más sitios.

Claro que gracias a las fotografías de aficionados a los aviones se descubrieron los vuelos secretos a Guantánamo no registrados en ningún otro sitio… ¿tendrá algo que ver esta campaña con aquello? No creo en las casualidades.

¿De verdad a alguien le parece seria esta actitud?

Compartimentización

Que Xkcd es una tira que me encanta es algo de sobra conocido por todos los que pasan por aquí de vez en cuando. (Sí, yo también pagaría por tener sus tiras impresas, y de hecho tengo el libro de Xkcd firmado, por haberlo comprado en las primeras 24 horas que estuvo a la venta, hace ya muchos meses.)

Que reprimo las ganas de republicar muchas tiras de ellos es algo menos evidente, pero también sucede. Sin embargo, hoy haré una excepción porque el chiste que hacen es realmente divertido y porque mezclan uno de los scams más clásicos de la web, junto a Google y un tema de seguridad importante como es el de la compartimentización. Algo sobre lo que hablamos en su día al hilo de OpenID pero que, evidentemente, subyace a la actividad de muchas personas que por comodidad usan en Internet el mismo usuario y la misma contraseña para muchas cosas diferentes, sin siquiera la necesidad de que OpenID sea su sistema de login habitual.

Password reuse, por Xkcd

Y ahí van otra vez

Cuando la seguridad se basa en ocultar parte de la información, pasan estas cosas; pasaron en el pasado y seguirán pasando en el futuro. Si el dato es cierto (y aún hay que verificarlo), se habría publicado en pastebin la clave maestra con la que se generan todas las claves secretas usadas en dispositivos de vídeo de alta definición en sus sistemas de restricción de derechos. Esta clave fue introducida para permitir la desactivación masiva de dispositivos y así intentar impedir su hackeo. Los sistemas de vídeo de alta definición están todos cargados de DRM hasta los topes gracias a los onerosos esfuerzos del lobby audiovisual estadounidense, recompensados por la aprobación que la FCC hizo de estos sistemas esta última primavera. Hace años que se pueden rippear estos discos, pero si esta clave se confirma, el esquema de DRM de este tipo de vídeo habrá caído del todo.

¡Qué vendan ellos!

Hoy me voy a descolgar con un post diferente. Esta última semana hemos pasado varios días en Portugal, disfrutando de un nuevo aire con la actitud descuidada conque se hacen las cosas cuando uno se desliza a través de las fronteras.

De los sitios que visitamos y de lo bien que lo pasamos poco voy a añadir a lo que podemos ver en las fotos que fue subiendo David.

Pero hay algo que al cruzar la frontera de vuelta se me vino pegado a la piel como un churrete que te ensucia y es complicado de limpiar. Si algo hicimos estos días fue dar tumbos de un sitio a otro y parar a hacer fonda en diversos restaurantes. No diré que el trato fue bastante agradable en casi todas partes, que en general lo fue (y ciertamente es un gustazo que eso suceda). Me quedaré, en su lugar, con un detalle que bien vale un post. (En concreto, este post.)

En uno de estos sitios a los que fuimos no estaba permitido fumar, con lo cual algunas de las personas se la pasaban entrando y saliendo del lugar. Nada realmente sorprendente, esa imagen la hemos visto de vez en cuando por aquí, y todo parece indicar que será aún más frecuente aunque a mí me –que no fumo– me chirríe.

Entonces, en algún momento trajeron unos cafés y éstos se enfriaron mientras las personas que los habían pedido estaban en otra parte. Pasado un rato, llegó el momento que me llamó la atención: la chica que nos atendía, al darse cuenta que un par de cafés seguían sobre la mesa, intactos, preguntó por ellos y nos dijo que se los llevaba para cambiarlos por otros que estuvieran calientes cuando volvieran las personas que los habían pedido, una vez finalizado su cigarrillo.

Es asombroso. Tan cerca, tan lejos. Apenas tres horas en coche, pero dos océanos culturales más allá. Nosotros éramos a todas luces unos paracaidistas, habíamos recalado en aquel lugar como pudo ser otro y las probabilidades de volver a parar allí son ínfimas; y la chica lo sabía. Pero, no obstante, le pudieron las ganas de dar un buen servicio, las ganas de que nadie se fuera de allá pensando que había pagado por un café que había bebido frío. Tan cerca, tan lejos: con la de perrerías que les hacen a los turistas a este lado de la frontera.

De pequeño me contaron que los padres judíos les decían a sus hijos «comprarás y venderás, pero no fabricarás». Nunca supe si me lo mencionaban con admiración, para que tomase ejemplo, o con un poco de esa rabia con la que a menudo se trata a aquellos especuladores cuya actividad no está representada ni por la hoz ni por el martillo de los sectores primario y secundario.

Mil veces nos recordaron, de pequeño y de adulto, que Unamuno le dijo a Ortega su famoso (y terrible) «¡Qué inventen ellos!», que más de un siglo después sigue en vigor y se ve reflejado en el ambiente investigador y universitario español. Lo que nunca nos han dicho es que alguien pareció espetarle a la sociedad española un «qué vendan ellos» que los obliga culturalmente a buscar ser funcionarios a toda costa y, cuando la vocación funcionarial queda frustrada pese al baldío peregrinar de ayuntamiento en ayuntamiento en busca de las-opos-de-mi-vida y hay que mancharse las manos en un sucio negocio privado, a atenderte no como alguien que se está ganando la vida con ello sino como alguien que te está perdonando la vida, que te hace el enorme favor de servirte un café, o una cerveza, o lo que sea que venda te deja comprar el malange de turno.

Y así les va: que vendan ellos. Cuando el capital humano es lo más valioso, cuando la hoz y el martillo se marchan inevitablemente a áfrica y asia, respectivamente, sigue habiendo quien pretende hacer creer a una sociedad sobreformada que lo único que justifica la existencia es meter la cabeza, ser funcionario de lo que sea, aunque ello implique nunca sacar partido a ese exceso de formación en la que invirtieron años de su vida. Aunque ello implique que el capital humano se desperdicia a la par que el sistema se vuelve insostenible sin inputs externos.

Y no, no permitimos que la chica se llevara unos cafés que no estaban fríos sino templados. Pero la sola intención, la sola oferta por el mero gusto de dar un buen servicio a unos clientes que no iban a volver por allí, ya fue suficiente. ¿Cuántas veces les han intentado cambiar, en España, un café que han dejado enfriar voluntariamente? Tan cerca, tan lejos.

Y quizá algún día les cuente algo sobre el resto de cosas que hicimos durante esos días, pero será en otro sitio y en otro lugar. No hoy, no aquí.

Saturación de mercado

«While back, I took a stroll through the pit. I saw that kid we got running things down there, uh, Poot. Now, he got the cell phone I gave him for the business, right there on his hip. But, the nigga got another cell phone that only rang when the pussy called. Now, if this no-count nigga got two cell phones, how the fuck you gonna sell any more of them motherfuckers? That’s market saturation.»

Stringer Bell, justificando porqué había que vender acciones de Motorola y Nokia, en la segunda temporada de The Wire.

Obvia la rotación (tener un mercado saturado con cientos de millones de dispositivos diseñados para que estén viejos en menos de dos años suena bastante a big money, quizá –sólo quizá– tampoco es una idea nefasta), pero es un ejemplo bastante fácil de comprender :)

El nuevo DNI con RFID alemán ya ha sido hackeado

El DNI con RFID alemán, del que ya hablamos y entrará en vigor el próximo 1 de noviembre, ya ha sido atacado con éxito. Aún faltan dos meses para que entre en vigor y los atacantes ya han logrado acceder al PIN guardado en el documento. Está claro: si tiene un chip RFID, es hackeable. Sin lugar para la incertidumbre. Nada nuevo para los lectores habituales.

Turquía como gran potencia regional

TurquíaTurquía ambiciona ser potencia en su región, no es ningún secreto. A la fortísima, y poco comentada en occidente, inversión en la enorme región turcófona de Asia se une la renovada relación que en los últimos años mantiene con sus viejos enemigos, ahora convertidos –a golpe de cifras– en sus mejores socios comerciales. Dicen que la víctima en este movimiento sería la posible alianza con la UE y occidente, pero la realidad es más compleja: Turquía es miembro de la OTAN, es paso indispensable para que el gas asiático llegue a Europa y el fortalecimiento comercial que está adquiriendo en su región la llevarán a ser un socio cada vez más deseable. Frente a la sostenida negativa europea a su ingreso en la Unión, Turquía ha optado por crecer mirando tanto a su entorno lingüístico como geográfico. Y para cuando occidente descubra que necesita la alianza con Turquía, el precio de sus favores ya habrá subido.

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