Por qué me gusta tanto usar los nuevos generadores de imágenes con IA

Casa mágica en el bosque

He de remontarme muchos años para explicar lo que siento cuando cacharreo con los nuevos modelos generativos de inteligencia artificial. La versión corta se resume en entusiasmo, ganas de hacer más cosas. Para la versión larga voy a hablar de mi relación con la programación de webs.

Hice mi primera web antes del cambio de siglo y de milenio. Completamente a mano, que es como se hacían las webs entonces. Cada etiqueta HTML precisamente medida, y cada instrucción de CSS (al principio in-line en el código HTML, luego separado en hojas de estilo) también economizada, porque las conexiones eran lentas. Muy lentas, decenas de miles de veces más lentas que las conexiones actuales.

Hice muchas webs a mano, durante años, y cada una de ellas requería mucho esfuerzo. Así que cuando Drupal y WordPress empezaron a tener multitud de temas disponibles con los que cambiar toda la apariencia de la web en un par de minutos no dudé en cambiar muchas veces el tema que usaba en mis webs. Muchas veces. Como sufridor y conocedor del esfuerzo necesario que habría sido necesario para lograr eso apenas unos años antes, valoraba extraordinariamente esa forma mágica de cambiarlo.

Viajamos ahora de vuelta a 2023. Todos sabemos las horas y días que tarda un buen artista en crear algo. Si a eso le sumamos las pocas capacidades para el dibujo que siempre tuve, ponerme delante de una caja de texto y tras varios intentos y en cuestión de minutos encontrar una imagen nueva compleja, con mucho detalle, que me guste y que puedo usar en cualquier sitio me resulta sencillamente cautivador. Bromeaba hace unos días con que ahora pienso en temas que tratar en el blog porque me da una excusa para ir y generar una imagen molona que usar aquí. Bromeaba, sí, pero solo un poquito.

Estamos ante una nueva generación de herramientas que ya se perciben revolucionarias a pesar de que no son más que el rascar la superficie de lo que viene, que tardará en florecer aún un lustro o más en forma de mashups de los que aún no conocemos ni los ingredientes de partida.

[Imagen: Cabaña mágica en el bosque, hecha con LeonardoAI.]

Adulación y libertad

Edmund Burke

Un par de citas de Edmund Burke sobre adulación y libertad, extraídas de sus Reflexiones sobre la revolución en Francia.

El halago corrompe tanto al receptor como al donante del mismo, y la adulación no es más útil al pueblo que a los reyes.

Edmund Burke, Reflections on the revolution in France

El efecto de la libertad en el individuo es que pueden hacer lo que les plazca: deberíamos ver qué les plac antes de arriesgarnos a felicitarles.

Edmund Burke, Reflections on the revolution in France

Tanto una como otra nos conducen a la cita de Hamilton sobre populismo y libertades que recogimos hace unas semanas y que fueron escritas en la misma época si bien curiosamente defendiendo posturas enfrentadas, pues Burke se oponía al republicanismo y Hamilton primero hizo la revolución contra la monarquía británica y a continuación se embarcó en el proceso de instaurar un gobierno republicano federal en lo que finalmente fueron los Estados Unidos.

Eso sí, las preocupaciones de uno y otro informan de lo bien capturado que está el Zeitgeist en los escritos de ambos.

[Imagen: Retrato de Edmund Burke, hecha con LeonardoAI.]

El desvanecimiento de la infrastructura para vivir offline

Joven jugando videojuegos con un headset de realidad virtual

Las computadoras y lo que podemos hacer con ellas evolucionan rápido. Nuestros cerebros y nuestros genes evolucionan despacio. El ser humano se ha adaptado maravillosamente bien a avances tecnológicos pasados, y puede que sea así también en el futuro. Pero la complejidad de la sociedad digital es creciente y esto pone ante nosotros un reto formidable.

Lo que al principio era un PC en casa sin conexión a internet primero se conectó a internet y luego tuviste un móvil que vivía en otro universo, pero luego el móvil ganó acceso a los mismos servicios y se sincronizaron, pero no directamente, se sincronizaron usando La Nube(tm). Y ahora el móvil está en el centro de todo; hasta para pagar hemos empezado a no usar las tradicionales tarjetas de crédito y ahora usamos la versión digital integrada en el móvil, o en ese reloj que no es más que otro ordenador aún más pequeño. Vivir sin Internet en el móvil a todas horas es crecientemente difícil.

Las personas, por contra, aprendemos más despacio. No hemos aprendido aún a guardar nuestra información digital de forma ni segura ni perdurable. Los formatos de documentos quedan anticuados, las copias de seguridad nunca son lo fiables que nos prometieron que serían. Una mayoría de personas se ha habituado a perder periódicamente sus fotos o a delegarlas directamente en un servicio online. La complejidad de tener una copia de seguridad fiable y offline es alta, no todo el mundo quiere poner esa dedicación. De hacer copias físicas de tus documentos ni hablamos. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste un álbum de fotos físicas para tenerlas de recuerdo?

Al mismo tiempo, la infraestructura para vivir sin móvil -o lo que es lo mismo, no estar online 24/7- se desvanece por momentos. Autenticadores de un solo uso, tarjetas de crédito, mensajería para hablar con tus seres cercanos, acceso a banca online. Sin móvil, todas esas cosas son crecientemente complejas. No sé si realmente vamos a ese mundo sin cosas como lo define Byung-Chul Han, pero desde luego vamos a un mundo cada vez más digital. La pesadilla de perder el móvil y quedar bloqueado sin acceso a tu cuenta de Google, y con ello al margen de tu vida digital, ha sustituido a la de descubrir que te faltan un par de asignaturas para terminar la carrera.

¿Cuánto tiempo seremos capaces de lidiar con esta complejidad creciente antes de desistir todos y estar a merced de la fortuna para sufrir un problema crítico de seguridad, un Chernobil de la privacidad? El límite será diferente para cada uno, pero todos tendremos un límite, un punto a partir del cual diremos basta y nos plantemos. Habrá quien use un gestor de contraseñas (con sus riesgos de compartimentalización), habrá quien decida tener dos terminales diferentes (uno con la aplicación del banco y otro con el el email o el WhatsApp, para tener canales de verdad separados). El umbral será diferente, pero todos lo cruzaremos en algún momento. Lo que pase después aún no lo sabemos, pero lo intuímos.

Es la gran disonancia cognitiva de esta última década: todos estamos de acuerdo en que usamos demasiado el teléfono móvil y seguimos adoptando colectivamente hábitos y herramientas que hacen mucho más difícil el permanecer offline.

[Imagen: Joven con headset de VR, hecha con LeonardoAI.]

La celebración de la ignorancia

Carl Sagan

De Carl Sagan se suele hablar como un gran divulgador científico, y así es: fue uno de los divulgadores más conocidos de su tiempo.

Así, en 1995 escribió Sagan, vía Om Malik:

The dumbing down of American is most evident in the slow decay of substantive content in the enormously influential media, the 30 second sound bites (now down to 10 seconds or less), lowest common denominator programming, credulous presentations on pseudoscience and superstition, but especially a kind of celebration of ignorance.


Más allá de los sesgos de la información en los medios de comunicación de masas, que me aburre discutir, no sé si siempre fue así pero ahora mismo los autodenominados divulgadores científicos no son más que periodistas con falacia de autoridad integrada. La última pandemia nos brindó numerosos casos de esto.

Por si fuera poco -quizá como muchos científicos, pero ése es otro debate- adolecen con frecuencia de la humildad necesaria para la ciencia. Donde los primeros están a menudo más interesados en la satisfacción que les otorga trabajar en ciencia, y de no tener que buscar un trabajo normal, que en la generación de conocimiento científico en sí mismo, el derivado comercial -el divulgador- está más preocupado en tener razón que en difundir conocimiento, parapetando afirmaciones tras La Ciencia como quien se pone a salvo de metralla tras una trinchera.

[Imagen: Carl Sagan estilo Ghibli, hecha con LeonardoAI.]

El coche (eléctrico) como vehículo de lujo y su impacto en los modelos de urbanismo mayoritarios

Área urbana

The End of Suburbia es un documental sobre cómo el final del petróleo tendrá como una de sus consecuencias el final del desarrollismo urbano en torno a suburbios: áreas de nueva urbanización alejadas del centro de las ciudades en las que el menor valor del suelo sirve para que las familias puedan adquirir casas más grandes.

En su versión castiza estos suburbios no se traducen tanto en casas unifamiliares como en bloques de vivienda estándar en los que el terreno extra que se puede comprar al alejarse del centro de la ciudad se dedica a espacios comunes (piscinas, jardines, pistas de pádel). Lo que vienen siendo los PAUs, proyectos de actuación urbanística, hacia los que cierta parte de la población apunta con mal tino sus cañones.

En la primera parte del documental introducen cómo se ha llegado a este tipo de desarrollo urbanístico y una de las claves está en el desarrollo industrial. Las ciudades se convierten en lugar de oportunidades, pero al precio de ser sucios, estar contaminadas, y tener a su población muy concentrada; actualmente la contaminación ha remitido mucho en el primer mundo, pero la masificación en los centros de las ciudades sigue existiendo.

La reacción social fue casi de forma espontánea desear un regreso a vivir sin apreturas, fuera de las zonas más industrializadas, para poder recuperar parte de esas condiciones de vida entregadas a cambio de mejoras en otros ámbitos, sacrificios hechos todos ellos en el altar del progreso industrial.

Con semejante introducción, ya me quedé viendolo hasta el final, pues en ese momento leía Behemoth, un libro sobre la historia de la fábrica y su influencia en el mundo contemporáneo, y del que ya he hablado en estas páginas al hilo de la mal denominada gran renuncia y del optimismo pacifista actual y donde se describe con detalle la evolución de la ciudad durante el s. XIX y su creciente industrialización.

Volviendo al documental, una de sus principales gracias a estas alturas es que fue rodado hace veinte años y las predicciones en él vertidas se ven de otra forma a estas alturas; principalmente como una sucesión de fallos. En él van haciendo intervenciones casi en bucle, como si de una rueda de castigo se tratase, todo tipo de profetas del apocalipsis: el pico de petróleo va a llegar, à la Fernando Arrabal. Con la salvedad de que predicen el mismo para fechas ya pasadas… sin que hayamos visto mayor impacto; al menos por ahora.

Es necesario tomarse en serio el asunto de la energía, con rigor y con números, no dejándolo en manos de activistas que, como dice Velarde Daoiz, nunca pagan los platos rotos. En Energía, seguridad energética, y cambio climático mencionamos de pasada Energy for Future Presidents y creo que es una buena lectura, sobre cómo afrontar el problema de reducir las emisiones de dióxido de carbono. Si bien estoy seguro de que los datos ya no serán demasiado actuales, conceptualmente todo sigue más o menos vigente.

Regresando momentáneamente a los platos rotos, ahora mismo faltaría saber cuál es el impacto real de la nueva transición a energías verdes en la riqueza general, así como qué otros efectos en el urbanismo actual si la reconversión eléctrica del parque móvil conlleva una disminución de la disponibilidad de vehículos privados para uso familiar. Si no podemos tener coches para movernos fácilmente, las personas querrán volver a vivir cerca del centro de las ciudades.

A día de hoy, no tenemos capacidad minera ni industrial para extraer los metales necesarios (como poco cobre y litio) para reconvertir en vehículos eléctricos el parque móvil actual de forma masiva. Esto no significa que no podamos mejorar nuestra tecnología de minas, pero está por hacerse y la transición eléctrica en regiones como la Unión Europea está fechada para el año 2035. Más aún, esos metales habrá que extraerlos y refinarlos… y está por ver que sea viable hacer eso usando energías renovables; a ver si no vamos a terminar emitiendo aún más gases de efecto invernadero solo que en lugares donde el concienciado votante urbanita no lo vea. Típica filosofía de no en mi jardín.

Como digo, una posibilidad es que en el futuro haya menos coches, que los mismos pasen a ser infrecuentes. Pero ello conllevaría una reconcentración de la población desde los suburbios hacia el centro de las ciudades. Si les parece que vivir en el centro es caro ahora, esperen a que las clases medias con sus buenos salarios entre en la pugna por vivir también en el centro.

[Imagen: Área urbana, hecha con LeonardoAI.]

La gente, populismo, tiranía

De aquellos hombres que han derrocado las libertades de las repúblicas, la mayor parte ha comenzado su carrera pagando obsequioso cortejo a la gente; comenzando como demagogos y terminando como tiranos.

Alexander Hamilton, en The Federalist Papers

Lo nuevo, lo bueno, y la heurística de la novedad tecnológica fuera de lugar

Gregorio Luri en La Malagueta

Un error habitual en nuestra sociedad actual, tan acostumbrada a la aparición constante de nuevas herramientas tecnológicas que mejoran a las anteriores, es la atribución de la cualidad de bueno a cosas por el mero hecho de que son nuevas, cuando aún tienen que demostrar que realmente son buenas.

Cuando hablamos de herramientas tecnológicas, esa línea se difumina un poco porque es cierto que una nueva aplicación de software suele mejorar a la anterior, ya sea el editor de texto o ChatGPT. Inmersos como estamos en la vorágine de novedades digitales es fácil, por tanto, confundirse y pensar que lo nuevo es siempre e inevitablemente mejor y generalmente hay poca penalización por equivocarse al juzgar así servicios digitales o software. Es lo que yo llamo la heurística de la novedad tecnológica.

El problema es cuando extrapolamos esta forma de juzgar lo nuevo hacia fuera del ámbito tecnológico. ¿Es la enseñanza por proyectos mejor que la tradicional o tan solo es que es algo que no se hacía cuando nosotros fuimos al colegio? ¿Es una cuchara de forma innovadora mejor que la tradicional por el solo hecho de tener una forma nueva? Si le aplicamos la heurística comentada arriba, por el hecho de ser nuevo debe seguramente ser mejor, pero eso es un error. Las reglas son diferentes cuando no hablamos de sistemas digitales. En estos casos, el error no es inocuo y suele tener consecuencias al seleccionar como mejor algo que en efecto no lo es.

Les hablo de todo esto porque hoy estuve viendo una pequeña conferencia en La Malagueta, o entrevista quizá, con Gregorio Luri donde se abordó, entre otros, el tema de la transposición de significados nuevo-bueno, algo que él ya comentó a fondo en La escuela no es un parque de atracciones (libro que hemos visitado en estas páginas en un par de ocasiones) y me ha parecido que algo que no hemos llegado a comentar por falta de tiempo era precisamente esto, que a veces este tipo de confusiones nacen de la influencia que la tecnología tiene en nuestra percepción del mundo. Estamos juzgando cosas como si fueran herramientas digitales cuando no lo son, y eso equivale a extrapolar conceptos más allá de su rango de aplicación válido.

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