Van a disculpar ustedes que tome una posición un poco más personal en el post de hoy, es algo que quizá se va a repetir algo más en los próximos días, ya que estoy atravesando una etapa de puro cambio vital y, qué les voy a decir, si no lo cuento yo en mi blog no lo contará nadie.
En alguna ocasión he dejado entrever que andaba cuestionándome el nuevo enfoque que deseaba para mi vida cuando acabase la etapa que, vislumbraba, se acercaba a un final.
Pues bien, esa etapa anterior como estudiante predoctoral tocó a su fin hace algunas semanas con la obtención de un doctorado.
Acabada la aventura anterior, pude por fin afrontar aquello que hacía meses que tenía claro, que me esperaba al otro lado del doctorado y que representó parte del impulso necesario para acabar una tesis que no encontraba la chispa para finalizar. Esta nueva etapa conlleva un gran cambio de ritmo respecto a mi tarea ocupación anterior. En todos los aspectos: pasar de trabajar como investigador en una Universidad pública, a realizar tareas un poco de todo en la Sociedad Cooperativa de las Indias Electrónicas; de estar viviendo en Málaga frente al mar a trasladarme a Madrid. ¿Pueden cambiar más cosas en menos tiempo?
Así de breve se enuncia, así de complejo es el cambio. De estar en un trabajo en el que no encontraba la motivación ni me ayudaban a encontrarla en un entorno plagado de pequeñas miserias e intereses personales (desde el funcionario hasta el aspirante, la universidad no genera una alternativa ideológica ni humana), a estar en un proyecto aparentemente más pequeño donde la motivación te llega a todas horas, donde el ambiente diario se rige por la cooperación, el esfuerzo y la cercanía humana de los que comparten contigo ese esfuerzo. Está claro que sí que podían cambiar más cosas en menos tiempo: el entorno diario es, aquí, radicalmente positivo.
Apenas una semana es un periodo demasiado breve para sacar conclusiones, pero de momento estar aquí es tan entusiasmante como prometía. Aunque adaptarse al cambio sea un reto que requerirá un tiempo y un esfuerzo.
Eso no es sencillo y no lo será nunca, porque los retos son retos precisamente porque no son sencillos de lograr. Sin embargo, apenas una semana en este nuevo entorno parecen confirmar que por primera vez en años estoy dedicando los días a algo que realmente me ilusiona hacer, y eso tan sólo puede ser una buena noticia.
Mañana más sobre los temas de siempre (o sobre esto mismo, lo veremos sobre la marcha).
