En los últimos años, los amantes del software libre hemos tenido pocos estandartes a los que pegarnos sin reservas como los levantados por Canonical o Mozilla en torno a las licencias libres fuertes como la GPL. Sin embargo, ¿qué debemos esperar del futuro?
Canonical seguirá desarrollando un sistema linux completo para el escritorio porque no tiene alternativa si quiere sobrevivir en el mercado. Si Canonical lanzara un sistema operativo para móvil, tengo mis dudas entre la voluntad de Shuttleworth y su espíritu hacker y la tentación de seguir la tendencia del mercado usando licencias libres blandas que benefician más al intermediario que al usuario final.
Mozilla, sin embargo, no parece capaz de marcar tendencia. Aunque aún nos dé alegrías que otros no nos concederán.
Tomemos como referencia los navegadores: es posible que los navegadores sean un terreno maduro, demasiado maduro, que ya estén muy completos y sea difícil añadirle cosas que sean merecedoras de una nueva versión, de ir corriendo a instalar la nueva versión. ¿Qué opción tienen aquellos que programan navegadores? Llamar la atención, rebajar nuestro umbral de exigencia e incitarnos a instalar nuevas versiones que traen, cada vez, menos y más insignificantes novedades. Es la lógica que Google respalda con Chrome, al que trata como una más de sus aplicaciones web: actualizaciones constantes, pero casi inapreciables. Por eso en apenas un par de años ya van por la versión 12.
Firefox ha abandonado su lógica de trabajo, más tradicional, más común a muchas otras aplicaciones de escritorio (versiones más separadas en el tiempo que incorporaban grandes avances). ¿Por qué Firefox siente la presión de ir tras Chrome? ¿qué ganamos con eso? La respuesta sólo es posible mediante una mezcla de respuestas:
- Porque Chrome ha crecido hasta el 20% de cuota de usuarios mientras Firefox está estancado en el 30%. La erosión a IE ya no la está haciendo Firefox, sino Chrome. Ello les lleva a mimetizar la fórmula de Chrome, como si pudiera serles válida a ellos.
- Así, tenemos una política que consiste en actualizar el navegador cada 15 días. Como el sistema de extensiones de Firefox no está pensado para este sistema, con cada actualización la mitad de las extensiones se quedan inválidas y hay que parchearlas a mano (una tontería, pero que no todos los usuarios sabrían ni saben hacer). Molestias para el usuario. Justo lo que no quieres.
- Que Firefox tenga que dar esta falsa sensación de actividad, ¿demuestra que les queda fuerza o que se sienten incapaces de ganar sin cambiar la estrategia?
Y entonces leemos a Tristan Nitot, fundador de Mozilla Europa diciéndonos que «el paisaje cambia, el campo de batalla se amplía, tenemos que adaptarnos».
Y, ¿cuál es el fruto de esa adaptación? Mozilla prepara su propio sistema operativo para móviles y tablets. Podían haber partido de Linux, podían haber partido de Android. Pero van a partir de Chrome OS, ese engendro ultralimitado que Google pretende hacer pasar por un sistema libre.
El problema no es que Mozilla copie el buen diseño de Chrome, sino que aceptando el modo de hacer las cosas de Google está perdida, y todo indica que abrazan sus formas cada día con más ahínco. Es posible que de no innovar, Mozilla no tenga opciones frente a Google y su navegador. Pero convertirse en otro Chrome no es alternativa… y que tus ingresos se desplomen cuando tu máximo rival decida romper el contrato contigo no conforma un panorama halagueño.
Y aún habrá que esperar, es posible que demuestren, como hicieron con el fracasado Ubiquity que, en el estrecho sendero que separa maravilla y desastre, aún se puede mantener una mentalidad de software libre, distribuida y abierta.