Estremecerse dirigiendo la vida propia

Son mayoría las personas que rigen su vida obedeciendo al falso principio según el cual montar tu propia empresa es arriesgado, mientras buscar un trabajo fijo en cualquier multinacional es una bendición, un paraíso de la seguridad.

Esta percepción obvia que todas las empresas pueden ir mal y que la principal diferencia es que si tú estás al volante, al menos puedes intentar no estrellarte. Si no pasas de ser un empleado más, todo lo que puedes hacer es encomendarte a los dioses-gerentes de forma pasiva. Pero la historia nos enseña que las empresas grandes también se la pegan total o parcialmente y reducen plantillas y/o salarios sin que los empleados puedan, en efecto, aportar otra visión: recoge tus mierdas y te vas.

No vale, por tanto, expresar el dilema en términos de seguridad. No existen las certezas y así debe ser si queremos una vida que nos haga feliz. Pero más aún, cuando encontramos certezas es a cambio de todo lo que aporta sabor a la vida, todo lo que permitirá moldear nuestro mundo para que sea ése en el que queremos vivir.

Pero si no podemos hablar de seguridad, todo lo que queda es el miedo. Siempre el miedo. No deberíamos extrañarnos, por lo tanto, de que las sociedades cuyos miembros tienen como máxima aspiración ser funcionario del sector público, y en ocasiones también del sector privado, sean crecientemente conservadoras y reaccionarias. Se rinden ante sus miedos, prefieren seguridad a libertad, no merecen ni una ni otra y, seguramente, acabarán perdiendo ambas.

Quizá por eso son emocionantes las iniciativas encaminadas a aplanar la pista de salida; el impacto será tremendo. Tomar las riendas de la vida propia es una decisión que exige coraje, y no todos recorrerán ese sendero blakeniano, pero esa sensación de necesitar poner toda nuestra atención para no caernos, como cuando descendemos en bicicleta un poco demasiado rápido, es estremecedora, genera oxitocinas, engancha y es tremendamente empoderadora.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

3 comentarios

  1. Es cierto que está muy arraigada esa falsa sensación de seguridad. Tanto está convencida la gente que trabajar en una empresa ajena les va a dar un puesto fijo para toda la vida, que luego cuando quiebra alguna o echa a gente te encuentras manifestaciones de los despedidos exigiendo que los vuelvan a contratar… ¡como si la empresa lo hubiese hecho por gusto! En España es casi algo sagrado el puesto fijo para toda la vida y la gente se toma fatal lo de los despidos. De hecho los sindicatos no hacen más que exigir que las leyes contra ellos se pongan más rígidas. Yo creo que eso es un error. Imposibilitar o dificultar el despido no crea efectos positivos, sino al contrario. Si los trabajadores saben que no los van a echar, pueden estar rascándose las gónadas tranquilos sin dar palo al agua, mientras chupan del bote. Por otro lado, para intentar evitar eso, las empresas se vuelven extremadamente cuidadosas a la hora de contratar gente: cuanto menos personal mejor (no sea que luego quiera reducir plantilla y me caneen), y mil recelos a la hora de contratar, que sea gente con experiencia y que sea de fiar (¡que si me sale rana no podré echarlo!). Si dificultas el despido, también dificultas la contratación. Pero aquí ni los millones de parados que tenemos nos hacen ver eso, y en el a última huelga que se convocó, precisamente por tanto parado que hay, lo que los sindicatos pedían, entre otras cosas, era seguir dificultando el despido… ¿no es una incongruencia?

    En cualquier caso, aunque exista la inseguridad en ambos casos, siendo trabajador ajeno o propio, sí que quizá la «seguridad» es mayor al trabajar para alguna empresa grande y bien establecida, más que nada porque si ya tiene un chiringuito montado que le va bien, probablemente le siga yendo bien. Si te haces tú una, como tú dices, no podrás evitar el miedo a que salga mal.

    Hay también otra importante diferencia, es que estar al mando y dirigir un cotarro exige también mucho trabajo y dedicación. Y enfrentarte a muchos problemas. Pero trabajar para otro (o cobrar el paro si no encuentras para quién trabajar) es fácil y sencillo, no tienes que comerte la cabeza. Mucha gente yo creo que ni se plantea el trabajar por cuenta propia o montar su empresa porque no sabrían ni por dónde empezar, necesitan que les den las cosas hechas, por mucho que luego sean infelices. Como dije en otro comentario, además, aquí en España creo que es especialmente difícil sacar un negocio palante.

    En fin, supongo que lo de siempre: quien algo quiere, algo le cuesta.

    1. Es verdad que al arrancar un proyecto de cero se atraviesa una etapa de mayor inestabilidad, pero bien gestionada esa etapa se lleva a una estabilización en la cual el proyecto camina, aunque exija dedicación.

      Está claro que no todo el mundo necesita coger un camino así, no pasa nada. Pero es una pena que muchas personas que sí podrían tomarlo y lo tomarían con gusto no lo hagan tan sólo por una percepción de riesgos equivocada. Porque al hacerte cargo de la gestión de riesgos e incertidumbres, puede parecer que éstos aumentan de tamaño desproporcionadamente, cuando tan sólo no los estábamos viendo.

      Dicho esto, es verdad que hay lugares donde emprender no es fácil. ¡Pero siempre hay vías abiertas! ;)

  2. Lo que está fatal es la falta de coherencia. No comprender el asalariado que está ligado a un compromiso (intercambio de trabajo x dinero a fin de mes) y que más allá de eso, no tiene ningún derecho, o comprenderlo pero no actuar en consecuencia.

    Emprender no es una tarea fácil. Se precisa mucho esfuerzo, algo de dinero, y ni por esas hay garantía de éxito. Se habla de los casos de éxito, pero hay muchos fracasos ensuciando los márgenes de la carretera. En mi entorno conozco algunos: pérdidas importantes de dinero, de salud, divorcios, etc.

    Además, montar un negocio cuando todavía no tienes clientes ni ingresos es caro, carísimo. Desearía para España un sistema como el inglés (puede la persona darse de alta como trabajador independiente y paga impuestos solamente sobre rendimiento de ese trabajo, y a la vez trabajar por cuenta ajena pagando impuestos por esa renta también y favoreciéndose de la SS (NI allá) por el pago hecho como asalariado), pero mientras tanto… a pagar módulos, seguridad social, de todo, incluso si es redundante, incluso si faltan meses hasta que puedas ver un duro. Emprender en España de modo abierto y legalmente es un salto al vacío sin red. O ya tienes una cartera de clientes, o estás loco, o no tienes más remedio (se te va a acabar el subsidio de desempleo).

    Aunque no nos confundamos. Somos un país de funcionario-wannabe, de acuerdo, pero en España hay en realidad muchos emprendedores. Son absolutamente todos los que se dedican íntegra o parcialmente a ofrecer servicios en la economía sumergida.

    Saludos.

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