Pues vayámonos, respondieron a coro

Hace un mes se presentó LibreOffice, el fork que, ante el abandono de OpenOffice por parte de Oracle, lanzaban muchos de los viejos contribuyentes a este proyecto, bajo el paraguas de la recién fundada The Document Foundation. Está claro que lanzar un fork no garantiza el éxito, más bien es la casilla de salida de muchos proyectos. Y podría todo quedar ahí, pero Oracle tensó la cuerda obligando a los socios de OpenOffice a elegir entre un proyecto u otro… y la cuerda, parece, se le está rompiendo en forma de migración masiva de contribuyentes a LibreOffice. Váyanse marchando, dijo Oracle; así sea, respondieron todos como una única voz.

No a la marihuana, sí a más descomposición

Muchas espectativas se han depositado este último año en la legalización de la marihuana por parte de una California que necesita enfrentar sus problemas. Hasta muy al final, todas las encuestas daban al sí como claro vencedor. Este resultado era un duro golpe al narco que recibe de su comercio la mayor parte de sus ingresos. Pero no era sencillo de conseguir. En la mantención de la prohibición, los narcos tenían un aliado sorprendente: el estado de California y sus secuaces, funcionarios de todo tipo y condición. Curiosa joint venture entre narco y estado californiano, ya que este resultado sirve tan sólo para garantizar al primero los ingresos para combatir al segundo, cavando túneles si hace falta. Sorprendentemente, el Estado de California no legalizará la marihuana. Hay momentos en que la ausencia de una amplitud de miras suficiente impide tomar la decisión acertada; la descomposición social es, a menudo, causa de esta falta de visión panorámica. Pero ¿qué otra respuesta cabe si se responde desde la descomposición misma que alinea al Estado con el narco a uno y otro lado de la frontera? La legalización del comercio de maría por la frontera mexicana con los Estados Unidos es un escarceo entre las fuerzas que libran una de las grandes batallas de nuestro tiempo. Y por ahora hay un vencedor claro: no a la marihuana legal, aunque ese no a la marihuana equivalga a darle el sí a un narco que ve intactas sus aspiraciones. No a la marihuana, es verdad; pero sí, con tanta fuerza o mucha más, a la descomposición.

Por tus dioses te conocerán (II)

«Agamenón le birla a Aquiles una doncella, la desgraciada Criseida, que éste, a su vez, ha arrebatado a sus paders, y el ladrón robado se declara en huelga, dejando que los troyanos diezmen a su antojo las filas de sus compañeros. ¿Virtudes heroicas? La aristocracia homérica se comporta como los buenos burgueses del Manifiesto comunista, que sólo están de acuerdo en quitarse las mujeres unos a otros.»

Jon Juaristi, El bosque originario.

(Viene de Por tus dioses te conocerán (I))

Disciplina, ecologismo y cambio horario

Nos cambiaron la hora, como cada seis meses. David dice ver tras estos cambios horarios el totalitarismo metafísico del estado que, disciplinante hasta el tuétano, controla y quiere controlar hasta cómo dormimos. Algo de eso hay, es innegable. Yo, en el triunfo del cambio horario y en la matraca que cada año nos dan con él veo otra cosa: ¿para qué se ideó el cambio horario?, ¿para disminuir nuestra huella de carbono y cuidar mejor el planeta, para que –aún antes de Taylor— las extremidades de los obreros se movieran aún más eficientemente o para que las tropas del ejército propio fueran más eficientes y ganaran la guerra? Ya les adelanto: no fue para ahorrar energía. En el triunfo del cambio horario veo el éxito de la ignorancia. El reinado de los que jamás abrieron un libro, lo cual no les impide ir por ahí imponiendo medidas disciplinantes, realizando burdas demostraciones de poder en nombre de un pretendido ecologismo. Medidas tan baldías, de cara al medioambiente, que ya no se creen ni siquiera en el propio ecologismo.

En la que resolvemos un galimatías

Somos Malasaña publica una entrevista con un homeópata. En un momento dado encontramos la siguiente pregunta con su respuesta correspondiente:

-¿Qué enfermedades se pueden tratar con homeopatía?
La homeopatía trata cualquier enfermedad y en cualquier paciente. En realidad, la homeopatía trata a la persona, no a la enfermedad.

Ni sí, ni no, ni todo lo contrario. Lo curamos todo porque en realidad no curamos nada, sino que hacemos del cliente el objetivo de nuestra estrategia, que pasa por convencerlo de que en realidad estamos tratando la enfermedad. Lamentable, pero al menos queda resuelta la contradicción expuesta en la respuesta del entrevistado.

Conozco al equipo de Somos, me caen mejor que bien, son gente fantástica. No llego a entender cómo se les ha colado esta entrevista, que nadie firma (va firmada, a modo de Editorial, por La Redacción), en su periódico. No os perdáis los comentarios en el mismo periódico, algunos son muy elocuentes.

Victorias posmodernas

Al hilo del anuncio, hace unas semanas, del final oficial de la guerra de Irak, pudimos leer en Coming Anarchy un comentario interesante para entender no sólo esa guerra sino muchos otros problemas de seguridad:

«As the previous seven years of debate on this war has shown us, victory will not be absolute nor obvious, disappointing many Americans still conditioned to expect WWII or Cold War style total victory. Reading the news the last few days, it occured to me, the 21st century will be a century of us deciding what and when victory is.

(…)

The question is when a generally accepted definition of victory will be found and we can leave.»

Está claro que en un mundo donde las guerras no tienen la forma que tuvieron hasta el s. XX, en el que la descomposición desemboca en conflictos armados de diferente naturaleza, pero a menudo bajo formas distribuidas, esperar que un buen día se declare la derrota total de esos grupos dispersos que actúan de forma distribuida es, como mínimo, una demostración de gran candidez.

No. Y la pregunta real no es cuándo el enemigo desaparecerá del todo, a los partidarios de la política del miedo les encantará que esperemos esa derrota total, porque no habrá de llegar pero legitimará sus guerras eternas.

La pregunta real es cuándo hemos mitigado el riesgo hasta tal punto que hay que comenzar a dedicar nuestro esfuerzo y nuestro dinero a otro problema. Y riesgo es lo que se obtiene de ponderar la gravedad de un incidente con la posibilidad real de que ese incidente tenga lugar. Mitigar el riesgo lo suficiente no incluye ya exterminar la fuente del riesgo, eso es imposible.

Y el problema de dedicar los fondos disponibles a la tarea imposible equivocada es que el dinero es escaso y no tenemos todo el que nos gustaría para emplear en todos los problemas que nos gustaría solventar. Gastarlo en una cosa equivale a no tenerlo disponible para otra.

Por eso es tan importante encontrar y asimilar la nueva definición para la resolución de un conflicto de seguridad, del tipo que sea; también para el final de una guerra como la que en la última década ha tenido lugar contra los grupos dispersos de alQaeda. No es que las guerras ahora tengan final autoproclamado, es que no volverá a firmarse un acuerdo como el de Utrecht, de esos que marcaban un punto final a las guerras. Esos tiempos pasaron. Viviremos en un mundo fragmentado, en el que cabrán muchos mundos. Un mundo en el que los conflictos armados no se resuelven cuando dos ejércitos enormes se enfrentan, ése es sólo el comienzo.

La transformación es tan grande que no basta con aprender a
combatir un nuevo tipo de enemigo con unas herramientas nuevas (el nuevo grupo unificado de inteligencia europeo tendrá mucho menos agentes estilo Bond que analistas de fuente pública, afirmando lo que hace años que sabemos: que la clave es pública). Además hay que aprender a comprender las nuevas formas de la victoria, que ésta no durará para siempre, que no incluye la exterminación del enemigo, sino la disminución de los riesgos por debajo de un cierto nivel umbral. Sólo así podremos aprender a usar nuestros recursos de forma óptima, de forma que no sean un dispendio, de forma que no les demos coartada a los estados para imponer políticas de control social en nombre de una guerra irrelevante, inventada… y perpetua.

Los baños del Carmen

Los baños del Carmen

«Yo me senté, me quité los zapatos y hundí los pies en la fría arena. A lo lejos sonaron las campanas de la iglesia. Miré a mi alrededor. La arena, el mar, el horizonte. No había indeseables a la vista. Estaban en la iglesia, perdiéndose todos los milagros».

Alfredo de Hoces, Fuckowski, memorias de un ingeniero.

El balneario hoy estuvo muy tranquilo. Ese sitio es diferente, pero en un día tranquilo es verdaderamente cautivador, maravilloso.

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