Sobre mecánicas de juego y Wordle

Como aficionado a los juegos de mesa, y al rol pero para esto último la vida ya no me da el tiempo que me dio en otros momentos, el diseño de la mecánica de un juego es un aspecto interesantísimo que siempre captura mi atención.

Ser capaz de tejer una mecánica de juego que sea entretenida para muchos jugadores determina si el juego tendrá éxito; esto es, si los jugadores lo disfrutarán y querrán repetir. Cuando eso sucede, el juego tiene éxito. Cuanto más suceda esto entre los jugadores, cuanto más se diviertan y quieran repetir, más probable es que el éxito también sea comercial o económico, pero el primer requisito necesario es que jugar al mismo tiene que resultar divertido. Piensen en Catán o Carcassonne como clásicos familiares recientes.

A estas alturas ya habrán ustedes oido hablar de Wordle, esa reimplementación web del Lingo televisivo de hace ya unas décadas. Un éxito meteórico que en cuestión de semanas ha llevado a su creador a venderlo al New York Times por un millón de dólares. Not bad.

Se ha hablado mucho de la propuesta pura del juego: una web, sin pretensiones, sin anuncios, sin trackers… Con una bonita historia por detrás pues Josh Wardle (sí, viendo su apellido el nombre se convierte en un juego de palabras y se entiende mejor) lo programó como regalo para su pareja. Pero la clave es que el juego gusta. Que sí, que está muy bien lo de la web ligerita y sin spam, pero webs bonitas y románticas en ese sentido hay muchas y no damos la brasa con ellas. La clave es que el juego gustó a todo el que pasó por allí.

¿Cuál es el aspecto de diseño clave en Wordle? El de tener un juego que parece difícil sin serlo y sin que el hacerlo fácil haya sacrificado la diversión. Lograr que los jugadores se sientan más listos de lo que en realidad son sin que se note mucho que el juego te lleva de la mano para que logres resolver el crucigrama.

Si miramos a la distribución de resultados de un día cualquiera, por ejemplo el pasado 27 de enero, con más de 300.000 resultados el número de jugadores que no logra resolver el crucigrama es del 1%. Si damos por buenos esos números (es previsible que el fracaso esté subestimado porque puede haber personas falseando su resultado para bien o no publicando su pifia), apenas un 1% de los jugadores falla el crucigrama. Habría el mismo número de personas acertando a la primera (puro azar) que fallando el acertijo.

¿Aún te sientes muy listo cuando resuelves el juego? Bien, el juego está diseñado para que así sea, para ayudarte a recorrer el camino sin que te sientas como un espectador de los Teletubbies.

Ahí está la magia del asunto. Si hablamos de diseño de mecánicas de juego, lograr esa experiencia conservando la diversión es muy, muy difícil.

Multitud de buenos juegos quedan reducidos a nichos de mercado porque para retar a los jugadores terminan siendo complejos, o por el contrario pivotan hacia diseño demasiado lineal y pierden la chispa. En cualquier caso, complejidad o infantilización, es imposible gustar a todos. Cuidar ese equilibrio es muy complicado y es lo que hace que un juego sea un todoterreno.

El arte de gobernar

A world is supported by four things: the learning of the wise, the justice of the great, the prayers of the righteous, and the valour of the brave. But all of these are as nothing without a ruler who knows the art of ruling.

Frank Herbert, Dune

Un mundo se apoya sobre cuatro cosas: el aprendizaje de los sabios, la justicia de los grandes, las oraciones de los justos, y el valor de los valientes. Pero todas ellas no valen nada sin un gobernante que conozca el arte de gobernar.

Ya hablé por aquí de Herbert hace un tiempo.

!!!

«Signos de exclamación múltiples», siguió diciendo mientras negaba con la cabeza, «son un signo claro de una mente enferma».

Terry Pratchett, en Eric

Titulitis, MBA, certificaciones, y prácticas de empresa

Buceando entre borradores nunca publicados de este blog encuentro un enlace a un post de Marginal Revolution de 2014, por lo que presumo que lleva casi ocho años entre los borradores.

En él se comenta un (entonces nuevo, ya tiene ocho años) trabajo sobre el efecto en la empleabilidad futura de realizar un máster de negocios o unas prácticas de empresa, con el siguiente hallazgo:

Despite applying exclusively to business-related job openings, we find no evidence that business degrees improve employment prospects. Furthermore, we find no evidence linking particular degrees to interview-request rates. By contrast, internship experience increases the interview-request rate by about 14 percent.

Un MBA no mejora tu empleabilidad. Ni siquiera mejora tus opciones de ser llamado a una entrevista para un empleo. Unas prácticas en empresa sí mejoran tu empleabilidad, y lo hacen de forma significativa con un 14% más.

¿Quienes tienen un buen MBA tienen mejores trabajos? Si hacemos caso a los datos arriba mencionados, una posible explicación es que esos estudiantes ya tenían el perfil correcto antes del máster.

Corolario 1, de carrera profesional

Si no estás logrando escalar la jerarquía corporativa, el MBA no te va a ayudar. Las cartas que tienes que jugar son otras y lo que debes mejorar está en otro sitio.

Corolario 2, del chiringuito de certificaciones

A día de hoy hay toda una industria de la certificación. Pero, ¿quién quiere la certificación?

No las empresas, pues las empresas quieren trabajadores cualificados, y no trabajadores certificados. Si sabes hacer tu trabajo, el papelito es no ya secundario, sino terciario. Les escribe alguien que no cursó informática ni telecomunicaciones, lo cual no me ha impedido crecer en un sector profesional que me encanta.

No los trabajadores, pues los trabajadores lo que quieren es, hablando en plata, mejor salario. Pero ya hemos visto que las empresas buscan candidatos aptos, no candidatos con el equivalente premium a una etiqueta de anís del mono. Si quieres un mejor salario has de aprender a hacer tareas que añadan más valor a quien te paga por ellas.

¿Quién quiere que tengas certificaciones, realmente? Solo el vendedor de certificaciones. No te dejes nublar la vista por el timeline inacabable de LinkedIn.

Cambiando cosas en Matrix

Este blog cambia temporalmente su aspecto por cosillas del directo. El código de mi viejo tema está tirando errores y no tengo ganas de rehacer el código así que lo más probable es que con algo de tiempo busque un tema que me guste (el tema por omisión de WordPress no me gusta) y eso sea todo.

Similar problema afecta a Ad Astra.

Actualización (2022-01-23 @ 15:48 AKA 10 minutos después): Ya está el tema de vuelta en su sitio. Luego con algo de tiempo dejaré la barra lateral de vuelta en su sitio. Qué horrendo y qué pobre funcionalmente es el tema por defecto de WordPress, ¡ni siquiera indica cuándo una nota tiene comentarios! Será bueno a nivel de código, pero no cumple su función.

Crisis generacionales que se repiten cada quince años

Como siempre que el futuro se nubla, la conversación pendula en torno a las oportunidades, o falta de ellas, para capear esa situación adversa y cómo afecta esto especialmente a los jóvenes.

La grave situación de paro en España condiciona todo. España tiene un paro inaceptablemente alto. La situación de los jóvenes es estándar si comparamos con Europa, con su tasa de paro siendo el doble que el paro general, que es lo que pasa en toda Europa occidental. El problema es que el paro general es altísimo.

Así, si uno escucha lo que los veinteañeros comentan ahora descubre que la queja es muy parecida a la que tenía la generación previa cuando teníamos los mismos 20-25 años. Que si no hay trabajo y el que hay es precario, que hay una generación que hace tapón, que si nuestros (y ahora sus) padres vivían mejor a su edad, que nunca van a tener una casa.

Repeticiones generacionales: ¡las nuevas generaciones dicen lo mismo que decía la mía! No sirve de mucho explicarles que no son los primeros en sentir eso, en cierto sentido esa primera adultez es como la última adolescencia y esos jóvenes tienen que darse cuenta por sí mismos.

Cualquier intento de traspasar el mensaje es tomado por condescendencia o, peor aún, por simple desconocimiento del drama generacional y grosera falta de empatía.

Este blog usa cookies para su funcionamiento.    Más información
Privacidad