Liars & Outliers, o cómo se articula la confianza

Liars & Outliers, de Bruce SchneierLiars & Outliers es el nuevo libro de Bruce Schneier que recibí hace unas semanas por cortesía de Wiley. Aunque el libro sale a la venta en los próximos días, ya se puede pedir en pre-order y ciertamente si ya han leído otros libros de Schneier, seguramente no se arrepentirán de buscar este Liars & outliers. Pero antes de que nadie se aburra, vamos con algo de chicha sobre el libro :)

Schneier, como es habitual, construye un ensayo sólido al que dota de un relato y un hilo conductor que te va desglosando en capítulos-píldora de unas 20 páginas. Por hacer un símil rápido, y salvando las (enormes) distancias, Liars & Outliers es a la seguridad lo que Freakonomics es a la economía. La comparación es un tanto injusta, porque Freakonomics es una simple colección de casos curiosos donde Liars & Outliers hace un enorme y valioso trabajo de conceptualización, pero ambos ilustran con gran certeza la enormísima dificultad de construir un sistema que equilibre los incentivos en la dirección deseada.

Schneier lo hace, además, cumpliendo gratamente con las expectativas: continúa la línea de sus últimos libros, alejándose cada vez más de los aspectos técnicos de la seguridad e indagando en los sistemas que sirven para controlar nuestra reacción ante los riesgos que, en último término, nos llevan a evaluar cómo se gestionan y organizan los sistemas para respaldar las normas sociales. En ese último punto es donde transcurre este ensayo, en el que Schneier consigue explicar de forma sencilla lo que, en realidad, es bastante complicado.

Siguiendo esquemas habituales en teoría de juegos (que enfrentan la norma de grupo frente a los intereses que entran en competencia con los mismos), Schneier va construyendo el marco teórico en el que se apoya para detallar algunas cosas interesantes. Hay muchas ideas en el libro, hoy quiero mencionar sólo algunas:

  • Nuevos sistemas permiten escalar el tamaño de la sociedad. La clasificación de las presiones sociales en 4 niveles (moral, reputacional, institucional y sistemas de seguridad), cada uno de los cuales permite escalar el tamaño de la sociedad en la que rigen. Claramente, el valor moral sólo servía para grupos reducidísimos (y de hecho, sigue siendo así), el reputacional permite gestionar la vida en aldeas y pueblos pequeños pero allí donde nadie se conoce (grandes ciudades) hace falta presión institucional y, en último término, no es nada recomendable tener una vivienda sin puerta y cerrojo (sistema de seguridad), por lo que pueda pasar.
  • Algunas «sociedades» (individuos, grupos de personas, organizaciones, o la sociedad al completo) escapan a alguno de los niveles de presión social. Ésta idea me pareció también brillante. Sirve para explicar el sesgo de las empresas hacia el dinero. El sistema institucional reserva el daño físico (por ejemplo, encarcelamiento) para sus delitos más graves. Pero no se puede encarcelar a una empresa (en casos especiales, sí a sus responsables, pero hay muchas salidas), así que lo peor que una empresa afronta es una multa… y actúa en consecuencia: valorando el dinero a ganar saltándose la norma con la cuantía de la multa y la probabilidad de que la misma se haga efectiva.
  • Hacen falta quienes se saltan las normas. Quizá lo menos novedoso de las ideas, pero vale la pena recordarlo y resulta muy clarificador que Schneier los llame Outliers, el mismo término que Gladwell usara en 2008 para su famoso libro sobre la maestría en el trabajo. La sociedad evoluciona gracias a quienes se saltan las normas y, finalmente, amplían sus límites. La norma social hace dos siglos era no otorgar los mismos derechos sociales a personas en función de criterios como el color de la piel o el sexo. Algunas personas decidieron regirse por otra norma (no discriminar en función de sexo o color de la piel) y, con el tiempo, ésta pasa a ser la «norma de grupo». La sociedad avanzó gracias a quienes decidieron saltarse la norma.

Hay muchas otras ideas y prometo más adelante dedicar algún post a comentarlas. Pero ya me estoy alargando bastante así que por ahora esto es todo, sólo reiterar el hecho de que el libro me ha parecido una lectura de lo más recomendable. De alguna forma creo que no leía nada tan interesante desde que hace ya varios años me leí The science of fear de Dan Gardner.

Actualización 2012-02-16 @ 20:17: En un nuevo post he comentado un aspecto que olvidé comentar sobre compras online.

Bocados de Actualidad (143º)

Llevábamos unas semanas de parón, pero aquí volvemos con los Bocados, una colección de enlaces que no tuve tiempo (o ganas) de comentar y, al mismo tiempo, la sección fija menos fija de la blogosfera. La entrega centésima cuadragésima tercera llega mecida por Ani DiFranco, ¿algo mejor para una mañana de domingo? Así que no me enrollo más, ahí van los enlaces:

  • Gonzalo Martín y «los torrents no hacen daño a la taquilla de Estados Unidos». Sin irse tan lejos, toda la verdad sobre los cines llenos tras el cierre de Megaupload en Malaprensa.
  • Bianka Hajdu habla de libro electrónico y de «la segunda textualidad».
  • Javier Gª Recuenco de cómo nació la personalización y nació la personotecnia.
  • Tres sobre Tumblr: Error 500 y los posts con chincheta patrocinados (una buena idea), Bianka Hajdu y Tumblr cubriendo la tumblerosfera y Cartograf sobre las herramientas con vocación de medio.
  • Mondopixel PG habla de crowdfunding y permite atisbar el origen de las críticas de la industria al mismo.
  • Ivan Lasso continúa dando píldoras de alfabetización digital.
  • Manel Guerra e Internet ya no es una Zona Temporalmente Autónoma.
  • Guerras Posmodernas y una crítica a los malos analistas.
  • Error 500 y Path liándola con el asunto de la libreta de direcciones.
  • Miguel Almeida y ¿certificados SSL a 7 Euros? Diría que take me to your dealer, pero sobre SSL, en Schneier leemos que Verisign fue hackeada con éxito repetidamente en 2010.
  • Pere Quintana estrena su pedia: Diccionario amorós dels bits.
  • Douglas Rushkoff y Facebook enfrentándose a la realidad.
  • Cumpleaños con muchas tablas: Rinze cumple 8, fernand0 cumple 10 y Blogpocket 11. Suman 29 años de blogs, ¿hay tablas o no?

Recordar que (casi) diariamente voy dejando enlaces y notas en mis marcadores, y que os podéis suscribir mediante RSS.

Antes de irnos, os dejo con una impresionante Ani DiFranco que, ella solita, llena el escenario con Two Little Girls.

V for Anonymous

«Y sobre las ideas que fueron propuestas tentativamente en esa fantasía distópica hace 30 años, estaría mintiendo si no admitiera que cualquier utilidad que le puedan entregar al radicalismo moderno es muy satisfactoria.»

Alan Moore, creador de V for Vendetta, sobre la inspiración que su obra le ha dado a varios movimientos de protesta.
(via El diablo en los detalles)

Natalie Portman en V de Vendetta

Para faltar a la tradición, hablamos de V de Vendetta y no es 5 de noviembre. Previously on Versvs: 2006, 2007, 2009.

[Huelga decir que sigo pensando que no todo vale.]

Es que no caben argumentos

Esta mañana mis dos buenos amigos Alkar y Antonello (ahora son señores respetables y se llaman Andrés Peña y Antonio Ortiz, pero claro que este post ahora lo firma Jose Alcántara, ¡ay, el tiempo que no perdona!) se lanzaban a debatir la reforma laboral española. Como quiera que hay rumores de colores acerca de qué harán y me interesa saber si ganaremos algo por una vez, quería conocer la opinión y argumentos de ambos. Porque son amigos y porque prometían aportar diferentes visiones al asunto. El tema es que me he quedado con las ganas porque es una mierda que se intenten armar ese tipo de conversaciones en sitios como Twitter, me aburrí de la mierda de interfaz y al segundo mensaje me fui. Antonello se rindió a la evidencia: «hay cosas que no se pueden discutir por twitter». Y mucho me temo que me perderé sus aportes (de ambos), sus visiones y lo que podría aprender del asunto, porque no creo que blogueen sobre el tema (que sería la solución óptima al tema). Tiene razón Gonzalo Martín cuando en un momento dado te tira a la cara un enlace que reza por qué a partir de un cierto punto, ya no cambio twits. Y tenía razón Bianka Hajdu cuando comentaba (en Medios e intermediarios frente a la promesa de Internet) que en su afán por intermediar el conocimiento (algo normal en los tiempos que corren), algunas herramientas ahogan la generación del mismo.

Cuatro claves para desmitificar el rol del curador de contenidos

«Dame una idea, que la noticia ya está en todas partes». Es la frase que pronuncié ayer a un cliente, mientras hablábamos sobre cómo la necesidad de diferenciación en la Red pasa inevitablemente por la creación de contenido de calidad. Terminé citando a The Economist y su famosísimo slogan: Provoking Thought.

Hablábamos sobre cómo estar en la web y cómo articular un discurso alrededor de nuestro proyecto, sea cual sea su naturaleza y la respuesta fue que hay que ofrecer algo más que la mera noticia. El comentario sin reflexión ni mayor aporte es inútil la mayor parte del tiempo porque la noticia está en todas partes: esto es Internet, la información fluye rápido y por caminos imprevisibles. Cuando nos hacemos una pregunta, buscamos información; y probablemente ya tenemos el titular, de forma que lo que necesitamos es un buen análisis.

Todo esto lo traigo a colación porque cuando concluimos la reunión y volvimos al trabajo, casi lo primero que me encontré entre mis lecturas pendientes fue un artículo de Karry Lauerman, editor jefe de Salon.com, en el que explicaba cómo ese medio, que había perdido el rumbo e incluso entrado a vender contenidos al peso, como si se tratase de una industria cárnica, decidió redirigir su estrategia: publicar menos noticias, más largas, con más análisis en profundidad. Los resultados: publicaron un 33% menos de noticias, y tuvieron un 40% más de tráfico.

Hay cosas más importantes que el tráfico de una web, por supuesto que sí. Pero es sintomático: al ofrecer un mensaje más valioso, captó más atención. Y cuando la competencia es infinita, captar la atención es la casilla de salida para conseguir cualquier otro objetivo.

Existe un cierto hype acerca del impresionante futuro de eso que llaman web curators, augurándoles la pronta conquista del olimpo. El argumento general pierde el foco: no vale únicamente curar contenido. Hay que ser muy bueno en lo que uno hace y, además, aportar a lo curado: añadir el toque de conocimiento que tenemos.

Hay cuatro claves para poner en contexto la curación de contenidos:

  1. Nuestro público-cliente, ¿qué espera de nosotros?. Obviamente, escupir noticias de dos párrafos es mucho más rápido que producir un análisis maduro. La pregunta que debemos hacernos es si nuestro cliente espera de nosotros el titular o una explicación sobre cómo responder a la nueva situación anunciada en el titular. ¿Somos la agencia de noticias o estamos especializados en un tema sobre el que se espera que aportemos análisis? Aunque es posible que estemos en el primer caso, lo más habitual es que seamos lo segundo: especialistas en un tema más o menos concreto.
  2. El contenido es estratégico. Ofrecer contenido de calidad (que no interrumpa sino que aporte valor, que respete al lector y no sea –demasiado– autopromocional), que forme parte de una experiencia diferente es la única vía de diferenciación y por tanto hay que tratarlo como un asunto estratégico. En el largo plazo, cuando a la publicidad cada vez prestamos menos atención lo interesante es no interrumpir; ésta es la única vía para realizar nuevas ventas en mercados a los que no habríamos tenido acceso de otra forma.
  3. Abierto a ideas externas. Por si ha pasado desapercibido, que el contenido no sea excesivamente autoreferencial conlleva que recojamos ideas interesantes de fuera (y típicamente las enlacemos). Sí, el contenido de calidad incluye la curación, pero necesariamente va más allá.
  4. No basta con agregar/curar. La agregación sigue teniendo un hueco discutible, pero si no aporta y se limita a agregar, el valor añadido por esa supuesta curación de contenidos se reduce drásticamente: cuando cualquiera puede ir a la fuente de la noticia, el curador no aporta valor diferencial si no analiza y completa.

Parece sorprendente que en 2012 haya que debatir estas cosas. Corría el año 1996 cuado Bill Gates publicó su archiconocido Content is King. Comenzaba con un premonitorio Content is where I expect much of the real money will be made on the Internet, a pesar de lo cual hemos de hacer notar que esta certidumbre no permitió a Microsoft conquistar el liderazgo en la Red a partir de su indiscutible posición en el ordenador personal. Seguramente porque ese contenido iba a ser el camino para ganar dinero, pero no usando las técnicas que habían servido hasta entonces.

Lo cual nos lleva a incluir una bola extra, una quinta clave aplicable a casi todos los ámbitos: saber cómo van a suceder las cosas no es suficiente, hasta los líderes caen si no toman medidas para adaptarse rápidamente a los cambios.

Criptodivisas, anonimato y libertad

Me comentaba Pere ayer, al hilo sobre el post que dediqué al auge de las criptodivisas, que Bitcoin no es completamente anónimo, y que haciendo minado adecuadamente puede desvelarse la identidad del pagador.

Tiene razón, se almacena en público un registro de todas las transacciones que tienen lugar, así que tan sólo con que un ordenador con Bitcoin sea comprometido toda la información corre peligro. Luego, aplicando técnicas habituales de data matching y otras técnicas de análisis de redes (combinando otras fuentes existentes de información acerca de quién se relaciona con quién por otras vías) se podría llegar a identificar a los usuarios.

Por si fuera poco, la mayoría de usuarios de Bitcoin realizan pagos usando sistemas tipo Tor, por lo que ciertamente no son anónimos. Pero trazar la ruta desde el momento de la transacción hacia el inicio de la petición puede ser complicado. Uno de los casos más famosos de robo de bitcoins, el pasado septiembre, resultó en una gran polémica (muchos no terminaron de creer el asunto). Lo cierto es que más allá de que nuestros sistemas son tan seguros como el más inseguro de sus componentes, y al usuario afectado más le habría valido tener su reserva de bitcoins protegida con TrueCrypt o algún sistema similar. El caso está sin resolver (tanto si hubo como si no hubo robo real, nada sabemos).

Ahora bien, todo y que es cierto, la realidad es que sistemas que permitan volver opacos los movimientos de dinero tendrán un hueco ante el retroceso de la globalización ante los estados nacionales. Eso incluye minimizar los pagos automatizando lo que vulgarmente conocemos como «la cuenta de la vieja».

La cuestión es si llegado el momento de su adopción más o menos masiva se legitimará su uso o si, por el contrario, el uso de este tipo de sistemas estará perseguido y marginalizado como están otras muchas de las tecnologías que han llegado a nuestras manos en tiempos recientes y cuyo uso nos recuerda el camino de la libertad.

*** Actualizado 2012-08-09 @ 16:59: Gracias de nuevo a Pere, por su aporte :)

La inminente llegada de la tasa Tobin y el auge de las criptodivisas

Bitcoins

No es la primera vez que hablamos de la tasa Tobin como una de esas medidas cuya adopción tiene mucho de teoría del caos y puede acabar desencadenando la extensión de todo tipo de trucos para burlar el pago del impuesto al mover dinero a través de la frontera. Las criptodivisas, por supuesto, se perfilan como la opción más fiable.

Al ver cómo su puesta en marcha es inminente (tras la aprobación el pasado verano, ya son 9 los Estados de la UE que urgen a su entrada en funcionamiento) no puedo sino pensar que, al igual que el cierre de Megaupload traerá un afortunado renacer del p2p, la creación de un impuesto a los movimientos transfronterizos de capital impulsará el uso de sistemas ocultos entre aquellos que más necesitan hacer esto.

Y si hay un sector que mueve dinero a través de las fronteras, es el de envío de remesas, con Western Union a la cabeza. La entrada en vigor de la tasa Tobin debiera darles mucho que pensar a estos actores, por el auge que puede dar al uso de criptodivisas como Bitcoin.

Lo más relevante sobre este tema lo podemos leer en Criptodivisas, software libre y autonomía en un mundo post-geográfico.

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