Reciclar envases a cambio de dinero, ¿es oro todo lo que reluce?

Hace un tiempo que se viene hablando de la opción de introducir un incentivo económico para animar a retornar los envases de plástico. El mecanismo es más o menos parecido al que hace décadas se usaba para reciclar botellas de vidrio de La Casera o Coca-cola, pero aplicado esta vez a envases de plástico (sobre todo, botellas) y vidrio.

Se trata del famoso «cobrar por reciclar», que es más bien lo contrario: pagas un dinero extra por adelantado que luego te devuelven únicamente si reciclas. Así que pongámoslo en el sentido correcto para que se entienda mejor: pagar por no reciclar.

Es un sistema que se usa desde hace años en otros países europeos. Uno de esos países es Alemania, lo que coyunturalmente hace que yo conozca relativamente bien cómo funciona el mismo, así como algunas de sus implicaciones. De hecho, gran parte del runrún en este sentido llega por simple imitación de lo que sucede en el país teutón. Así que vamos al lío.

El principal problema, como siempre, es mirar a este asunto de forma superficial. Se explica como si fuera un problema sencillo y de fácil solución, y no lo es. Esta mirada simplista deja de lado el necesario enfoque complejo a un problema que es realmente enrevesado y para el que no valen las soluciones mágicas.

El efecto adverso de cuantificar económicamente los pequeños problemas morales

¿Qué sucede cuando ponemos precios a los pequeños pecadillos como no reciclar una botella de plástico? Lo que sucede es que convertimos un problema ético en uno económico, y el resultado es el contrario al que esperaba quien introdujo esta regulación.

Reciclar es un problema moral, o ético, que podemos estimar de mayor o menor importancia, pero es algo con lo que coincidimos casi seguro: reciclar es bueno, hay que reciclar si está a nuestro alcance.

Cuando no hay penalización económica tampoco hay redención para quien no recicle. Solo hay una vara de medir y es la moral. Si no reciclas, no estás haciendo lo correcto.

Cuando añadimos una penalización económica, si no reciclo pago mi penalización económica, y eso es todo. ¿Estoy haciendo lo correcto? No, pero ya he pagado por ello, así que déjame en paz. Ya me han condenado por ese pecadillo de no reciclar la botella, he pagado 25 céntimos que no recuperaré, así que deja de darme la chapa, que ya está todo dicho. He cumplido el trato; al menos, uno de los tratos posibles.

Esto, que parece una chorrada, es el meollo del asunto, ya que es lo que sucede cuando a problemas morales en los que estamos claramente de acuerdo les añadimos una dimensión económica. El efecto fue bien estudiado por Gneezy y Rustichini de la Universidad de California San Diego: al introducir pequeñas multas a los padres que llegaban tarde a recoger a sus niños del colegio, el número de padres que llegaba tarde se multiplicó. Freakonomics lo contaba genial.

Lo que antes era un problema moral (depender de la generosidad del maestro que se queda un rato extra porque tú te retrasas) es de repente una relación económica reglada: esos padres asumían el pago de una cantidad de dinero insignificante (4€/día) por el derecho a poder llegar hasta media hora tarde; ya no es un dilema ético porque el personal del centro sabe que tenemos un trato, así que termino lo que estoy haciendo aunque llegue media hora tarde). Al ponerle precio, nos liberamos del problema moral.

¿Se recicla más, o se recicla menos, con este sistema?

En Alemania no están contentos con el sistema: hace años que se observa un giro hacia botellas de un solo uso, más contaminantes, y se critica enérgicamente que los supermercados cobran este Pfand por cada botella que venden, y solo una cantidad ínfima de las mismas es devuelta en las condiciones necesarias para que devuelvan este dinero. Pueden leer una noticia en Die Welt de hace ya unos años, o si no pueden/quieren pasar por una web en alemán, también leer este post en inglés algo más reciente, donde también se comentan estas cosas.

En Alemania se usan ahora más envases de un único uso que antes de introducir este sistema, hasta el punto de que al igual que en España, la solución va a ser prohibir estas botellas, vía UE. El sistema que debía incentivar su abandono no ha servido para eso, y al mismo tiempo se critica que haya servido de excusa para generar ingresos extra a los supermercados que cobran fianza por unos envases que en su mayor parte jamás son entregados de vuelta.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

2 comentarios

  1. Que buen ‘post’, en un tono correcto y muy adecuado a un tema que suele llevar a acaloramientos que no conducen a nada.

    Además en un asunto de este calado veo importante volver cada tanto con idea de evitar acomodamientos en las posturas adoptadas.

    Gracias

    1. Gracias, por desgracia no tengo más conocimientos para sentar cátedra, pero sí los justos para intentar llamar la atención al respecto de que las cosas no son tan sencillas (¡ojalá fuera todo tan sencillo!). Estoy a favor de que usemos mejor nuestros recursos, y si el reciclaje nos ayuda y ayuda al medio ambiente, pues adelante. Pero antes de tomar medidas, hay que valorar no las consecuencias deseadas de esas medidas, sino las consecuencias probables.

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