«Yo es que lo quiero natural», ¿estás seguro?

La naturaleza es horrible. No es hermosa y adorable. Es mata o muere.

Robert Crumb, humorista gráfico estadounidense

Veo con frecuencia apologías vacías de lo natural. Tan vacías que lo que queda es una mera falacia, pura guerra semántica en la que lo natural es bueno y todo lo que no sea natural es malo, sin más matices, sin más opciones.

Cada vez que me encuentro una de estas defensas estériles pienso en la tontería de la comida ecológica, cuya defensas recurre comúnmente a los mismos argumentos.

 

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

3 comentarios

  1. Me gustan los productos naturales, por ejemplo, la tela de algodón, los alimentos poco procesados, etc. Pero entiendo que «natural» no es sinónimo de «bueno» y «manufacturado» no es sinónimo de «nocivo». Una seta venenosa es muy natural, pero comérsela no parece una buena idea.

    Me pregunto si las personas que sistemáticamente detestan los productos hechos por el ser humano odian a la misma humanidad, o no se quieren ellos mismos. El ser humano es producto de la naturaleza, y sus productos, por lo tanto, también.

    1. > “natural” no es sinónimo de “bueno” y “manufacturado” no es sinónimo de “nocivo”

      Ésta es la clave de todo este asunto, para mí. Se nos presenta una falsa dicotomía entre natural y nocivo, cuando una cosa no excluye a la otra, y de hecho en muchos casos van de la mano (como esas amanitas de las que hablas).

      En general, la humanidad ha avanzado mucho alejándose de lo natural: si nos ponemos filosóficos, el mundo en que vivimos, con sus multas de tráfico y su estado de derecho es una muestra enorme de que algunas cosas «artificiales» son mucho mejor que el orden natural de las cosas, que implicaría darnos de hostias para ver quién nos arregla el coche, con el daño y el peligro que ello conlleva.

  2. Yo también prefiero comprar alimentos «naturales» (poco procesados) y procesarlos yo misma (o sea: cocinar). En mi experiencia me sientan mejor. Para dolencias sencillas (costipados, malas digestiones…) defiendo el uso de las plantas que usaron nuestros abuelos y abogo por el descanso en lugar de por el «Frenadol para no perderte el partido de pádel». (Pero tengo mi carnet de vacunaciones al día y si me parto una pierna, llévenme por favor a un hospital convencional). También tengo cierto respeto hacia esos eco-emprendedores que te encuentras en algún mercado de alimentación ambulante, jóvenes que se han ido al campo en busca de la vida natural. Los ves curtidos, más delgados y algo sucillos, y mi respeto viene de que al menos predican con el ejemplo. Pero los que no abandonan la ciudad y se pasan la vida presumiendo de su «naturalidad» a los cuatro vientos a través de redes sociales… esos se me hacen muy incoherentes.

Los comentarios están cerrados.

Este blog usa cookies para su funcionamiento.    Más información
Privacidad