La UE contra el comercio electrónico

La UE aprueba una nueva normativa que no permitirá vender por internet a menos tengas una tienda física. O, al menos, así será si el propietario de una determinada marca registrada lo reclama. Lo podemos leer en Reuters, a donde llegué vía un post de David Ballota (gracias, Dac).

Que la UE dé a las marcas ese privilegio que se ejecuta directamente a costa de mis libertades me parece terrible: al final no es más que otra posibilidad para impedirte desarrollar una actividad normal en la web. Y últimamente vamos sobrados de este tipo de excepciones.

Huelga decir que esta ley no permite frenar el comercio ilegal o no declarado, ni el de falsificaciones (aunque tales falsificaciones sólo existan en base a una legislación de propiedad intelectual cuestionable). No: esta ley lo que pretende es sustraernos el derecho a abrir un negocio próspero con una reducida barrera de entrada al mercado.

Y es que en internet la barrera de entrada se reduce: no hay que buscar un carísimo local bien situado (aún más caro), de los que escasean en nuestras ciudades (aún más caro), pagar enormes licencias y, en el mejor de los casos, anticipar el coste del alquiler (fianza) de ese caro-caro local durante el primer año, o dos; o vaya usted a saber. Obligando a todo el mundo a buscar un local físico, la UE está reduciendo la competencia vía introducción de una innecesaria barrera de entrada al mercado.

Al final, con esta normativa volvemos atrás 30 años, a cuando abrir un nuevo local era más un negocio inmobiliario que otra cosa, sin olvidar el hecho de que, por parte de la UE, afirmar que los usuarios necesitan la guía de una tienda física (como si el objetivo de esa tienda física fuera orientar al usuario y no fuera, realmente, vender a toda costa) para comprar algo es, sencillamente, atroz.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

6 comentarios

  1. Pues nada, si ya era dificil emprender en un territorio donde no hay «low hanging fruit», con este tipo de medidas se garantizan que quien quiera hacer cosas nuevas tenga que tomar el avión barco. Desempolvemos el diccionario de portugués, pongámonos las pilas con el mandarín, emigremos al río de la plata. Países BRIC, ¡¡¡here we go!!!

    1. No es sólo que te obliguen a coger el barco, es que se aseguran que los billetes de barco sean un poco más caros: quizá lo suficientemente caros como para que no los compre cualquiera…

      PD. Você quere falar português comigo? :D Estamous trabajandou en ellou, pero hay un largo largo camino por delante ;)

  2. Ahora en serio, mientras esté en anglolandia me seguiré centrando en el putonhua (es decir, el chino mandarín). Cuando ponga los pies en la Península me pasaré al portugués. Y es que ya lo he intentado, y tengo comprobado que aprender un idioma latoc con compañeros anglosajones es más penoso que ir al dentista :)

  3. Primer axioma de la política: la gente es gilipollas.

    Esto justifica para introducir cualquier medida con más o menos descaro, por precaria que sea la fundamentación, que al final todos terminarán tragando.

    Y ahora mucha gente pensará «yo sé que eso está mal, yo estoy en contra de eso, sé que es un timo, yo no soy gilipollas, lo son los demás».
    Lo siento chico, si les dejas practicar impunemente el arte de tocar las pelotas a base de injusticias y privilegios nobiliarios al final tú también eres gilipollas, porque terminas tragando mierda igual que el resto.

    Cada día entiendo más a qué se refería aquel tipo que me dijo «el juego nunca ha cambiado, todo sigue rigiéndose por la relación señor-esclavo».

    Y al final todos tontos perdíos.

  4. Otro tema es si se permite esta restricción en todos los puntos de la cadena de venta. Si tan sólo se permite en el primero, estaríamos hablando de aceptarle al fabricante discriminar dependiendo de si el comprador va a vender o no en Internet (o va a vender a otro que lo haga). En ese caso allá el fabricante con su fama, ya vendrían a reemplazarlo otros más amigables con el comercio en Internet. El asunto aquí sería hasta qué punto se inmiscuye el estado en regular la discriminación de precios según el comprador.

    Si al contrario se permite en toda la cadena, estaríamos ante un émulo bien claro del modelo de propiedad intelectual: después de vendido el producto, el que puso la marca de autor en él continúa controlando qué pueden hacer los sucesivos compradores/usuarios con el producto. Se le daría al fabricante carta blanca para meter las narices en transacciones económicas en que él no participa. Eso sí que sería desde mi punto de vista algo completamente inaceptable.

    La verdad es que no me queda claro cuál de los dos modelos ha aprobado la Comisión…

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