Transmedia y financiación colectiva: ¿un destino en común?

Hay dos fenómenos que escenifican muy bien el mestizaje que provoca la web: la mayor facilidad para lanzar proyectos por múltiples vías (disminución de barrera de entrada que repercute en una mayor meritocracia) y la mayor posibilidad de crear contenidos (a su vez, un tipo concreto de mercado especialmente meritocrático, por tener en la web una barrera de entrada especialmente baja). Estos fenómenos tienen en el fenómeno de lo transmedia y de la financiación colectiva dos espejos de lo que los próximos años nos podrían deparar. Aunque cada vez más habituales, no son todavía una rutina inevitable de lanzamiento. La cuestión es: ¿son flor de un día o parte de una nueva normalidad? ¿Cómo se relacionan?

CLANG, financiación colectiva para el videojuego de Mongoliad

Por aquí hemos seguido muy de cerca Mongoliad, una apuesta de Neal Stephenson por nuevos modelos editoriales que terminó donde recientemente parecen terminar todos los nuevos caminos editoriales [Nota: editado en Amazon]. Aparte de dejar algunas lecciones buenas y otras malas, como que permitieran renovar la suscripción para un segundo año y terminar el libro a las pocas semanas, un poco timo), Mongoliad era un proyecto innovador, al ofrecer suscripción por Internet con acceso privilegiado al material «en crudo» conforme el autor lo iba creando, y con vocación de ser mucho más que un libro: contenido complementario y adicional en vídeo, pedia de apoyo y videojuegos ambientados en el mismo mundo. Lo que los que de esto saben más que un servidor denominarían transmedia.

Y es aquí donde llegamos a CLANG, un nuevo proyecto que pretende desarrollar un entorno de ambientación y desarrollo de videojuegos tipo «arena», pero con espadas. El proyecto está impulsado por Neal Stephenson, que lo acaba de presentar en Kickstarter, de cara a la búsqueda de financiado colectiva. Vean el vídeo antes de continuar leyendo.

CLANG es parte del proyecto de Mongoliad (divertido guiño a los financiadores con una opción de 1241 dólares, siendo 1241 el año en el que está ambientado el comienzo de la historia en la novela). Tras ver el vídeo, debo decir que siendo aficionado a este tipo de ambientaciones (y en menor medida a los videojuegos de esa temática, ya que apenas uso videojuegos), la propuesta me parece de lo más interesante. La aproximación de CLANG promete llevar una experiencia «tipo Wii» (o «tipo Kinect») a otro tipo de juegos… y dispositivos, pues apuestan por el PC de toda la vida como plataforma.

Lo interesante es ver cómo en un proyecto ambiciosamente transmedia hay partes que son más fáciles de sostener en base a lo ingresado en post-creación (por ej. pago por un libro ya escrito, total o parcialmente) y otras abocadas casi de forma inevitable a la financiación colectiva. De esta forma, dos de los fenómenos más relevantes de los últimos años, uno desde el punto de vista de la comunicación flexible y otro desde el punto de vista de la organización social más horizontal y «democrática», se abrazan.

¿Dónde están los límites de este nuevo sistema?

En tanto la financiación colectiva va madurando como fruto de los nuevos sistemas de organización que la Red hace posible y en tanto que la creación de mensajes envolventes propios del transmedia son cada vez más habituales, será cada vez más normal que proyectos concebidos como integrales desde el punto de vista de la creación de una experiencia en torno a un producto/tema sean, a su vez, proyectos que apelan a ese compromiso especial de las personas que los van a disfrutar y, al mismo tiempo, hacer posible. ¿Dónde, entonces, tenemos los límites de expansión de este modelo?

Dado que no tenemos datos a largo plazo quedan preguntas sin resolver. Cuando Radiohead colgó su In Rainbows en Internet muchos pensaron que el éxito se debió a la novedad. (En parte, es verdad.) Pero con ligeras modificaciones (sobre todo de cara a comunicarlo, pero ligerísimas en el fondo del asunto), el esquema se ha repetido en muchas ocasiones con éxito. Con la financiación colectiva sucede igual: ¿es El Cosmonauta un proyecto pionero replicable o no pasa de ser una excepción? Plataformas como Goteo o Kickstarter tienen mucho buzz detrás, sin duda, pero creo que hay que ir asumiendo que no son «flor de un día» sino que apoyar de antemano los proyectos que queremos que se lleven a cabo es parte de esta «nueva normalidad» que nos trae la Red.

Complejidades de la experiencia

Para muchas personas no será un problema. Pero sí para un sector importante de esas personas afines cuyo apoyo has de conquistar. Cuando un proyecto transmedia recurre a esta relación especial, más comprometida, con el usuario-mecenas tenemos la posibilidad de que el mismo no se identifique con la totalidad del proyecto.

Personalmente, pese a ser un proyecto fascinante y un lector confeso de Stephenson, dos factores me han frenado de apoyar CLANG:

  • Primero, en la mínima FAQ parecen sugerir que no van a soportar Linux (hablan de hacer el proyecto lo menos costoso posible y lo harán sólo para Windows)
  • Segundo, en la FAQ no dicen nada sobre la licencia que adoptarán para ese framework, y tras preguntar ayer mismo me confirmaron que no va a ser software libre.

Como posible financiador del proyecto, son dos aspectos para mí irrenunciables (porque creo en el software libre y porque si en el futuro quiero probar ese juego, necesitaré que funcione bajo Linux). Dicho lo cual, estos factores podrían no ser un impedimento para otras personas con unas manías diferentes a las mías :)

Lejos de criticar una decisión tan personal, lo que quiero señalar es la dificultad de enganchar a la totalidad de personas que podrían estar interesados en apoyar un proyecto. La financiación colectiva es financiación, y abre oportunidades, pero representa una serie de retos.

¿Debilidad? Algún día habrá un pufo…

Si me preguntan a mí, hay una piedra que este tipo de sistemas tiene que aprender a esquivar: aún no ha habido grandes escándalos, pero en algún momento alguien cometerá un «pufo», no tanto porque salga corriendo con la pasta como porque el producto final esté terriblemente alejado de lo prometido y sea percibido como tal. ¿Cómo se gestionará desde las plataformas este tipo de crisis de reputación? ¿Cómo será entendido y cuál será la reacción de los mecenas?

Desde luego, no se va a hundir el sistema. Pero sí que me animan a pensar que ante el riesgo de decepción, esta nueva vía quedará reservada a un perfil de personas que busca algo más que un simple consumir: buscan comprometerse con su entorno en mayor medida, recuperar relaciones sociales que se habían enfriado mucho durante el pasado siglo XX e implicarse en la construcción de las cosas que quieren que se hagan. Pero no todo el mundo siente esa aproximación como una necesidad personal.

Conclusiones

Ver cómo la concreción de un proyecto que he seguido y me ha gustado tanto (Mongoliad) hacia el transmedia prometido culmina precisamente mediante financiación colectiva me parece doblemente interesante.

Transmedia y financiación colectiva van a ser una pareja a la que seguramente veremos bailar juntos más de una vez, pues son parte de esta «nueva normalidad» que nos trae la Red. Si bien mediante este tipo de aproximación se pueden lanzar proyectos «main stream», seguramente no es una vía para todo el mundo. E indudablemente no van a sustituir al modelo tradicional, pero sí ayudará a superar los límites de éste. Seguramente, con un modelo tradicional, CLANG nunca vería la luz… y aunque yo crea que algunas opciones podían haberse afinado mejor, estoy seguro de que el mismo va a alcanzar el límite de financiación marcado en muy pocos días. El futuro es ahora.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

6 comentarios

  1. Ésto me ha recordado a los mods que aparecen de los buenos videojuegos, si los creadores de los juegos se dedicaran a alentar a estos modders en lugar de ignorarlos (en el mejor de los casos), estas empresas se ganarían no solo el corazón de los incondicionales, si no posibles nuevos empleados comprometidos, comunidades muy al estilo del software libre y ¡trabajo gratis!
    No creo que una empresa pueda pedir mucho más, pero el copyright hace mucho daño, igual en un futuro cercano podamos ver algo así.
    Un saludo

    1. Yo nunca jugué al DOTA, pero creo que al final Blizzard incluso ha alojado servidores para jugar a este MOD… ya podían ser más abiertos de mente y andar menos empeñados en defender su «propiedad intelectual». Ganarían dinero, pero lo ganarían desde el respecto a las personas, creando valor para todos (y permitiendo que otros lo creen), y no frenando su creación :)

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