Sesgos cognitivos e influencia de los medios

Uno de los temas sobre los que hemos hablado mucho esta semana es el resultado electoral en Estados Unidos, con Donald Trump como próximo presidente de aquel país. Como todo resultado electoral, especialmente en estos últimos tiempos en que las elecciones se toman con una dosis creciente de emoción (entiéndase implicación emocional, y no incertidumbre), las reacciones han sido encendidas en la mayoría de los casos.

Sesgo cognitivo por referencia errónea

No vamos a debatir aquí si Clinton era mejor candidata que Trump, o los por qués. Como pueden imaginar, yo también tengo mis preferencias, pero son irrelevantes, como lo es la de usted, a menos que sea usted votante en EE.UU. Quiero, sin embargo, detenerme sobre la exageración que rodea a la figura de Trump. En estos días se suceden titulares dramáticos que en algunos de los periódicos más influyentes del mundo, y también en los más chusqueros periódicos españoles, anuncian todo tipo de penurias. A juzgar por las premoniciones, Trump encarna no a cuatro sino a una veintena de jinetes del apocalipsis.

Ahora bien, es posible que Trump haga esas cosas, si la democracia estadounidense se lo permite, ya que posee poderes verdaderamente separados y muchas más garantías que las habituales a este lado del atlántico. Pero también es posible que no las haga todas, o que no las lleve a los extremos anunciados. Y en ese caso por sencilla comparación la imagen percibida de Trump no será tan terrible como sus actos. Tan sólo porque algunos medios están vendiendo que EEUU es un estado fallido, o que en cuestión de poco tiempo se va a convertir en un totalitarismo incontestable. Sin duda los encargados de escribir esos titulares harían bien en ceñirse a la realidad. Claro que está por ver que contando tan sólo la realidad, un periódico consiga vender ejemplares, o clicks, o lo que sea que necesiten para ganar dinero.

¿Y si no tener medios influyentes fuera aún peor que tenerlos?

De aquí vamos directamente a la segunda cuestión. ¿Por qué fallan repetidamente las encuestas electorales? Da igual el país, da igual todo: parece que nadie sea capaz de hacer una encuesta bien hecha… Y yo no me lo creo. Muy al contrario, creo que si algo demuestra el repetido fracaso de las encuestas electorales es que las mismas no se hacen para informar sobre la intención de voto existente, sino para condicionar dicho voto, para manipularlo.

La novedad es que ni eso están consiguiendo. Decía Antonio Ortiz al hilo de la victoria de Trump que los medios han perdido la capacidad de influir en la opinión pública. Puede ser, pero yo no estoy del todo de acuerdo. El agenda setting está hoy en día controlado por los grandes grupos de medios con más fuerza que lo estuvo nunca desde la emergencia de Internet.

Conste que yo vería con buenos ojos ese declive, al fin y al cabo hace casi una década que dijimos que era urgente que dejásemos de atender a los medios masivos. Vería, condicional. Cuando argumento que es beneficioso dejar de atender a medios masivos lo hago pensando en que cada persona va a cuidar de la responsabilidad de configurar su propia agenda informativa, para informarse mejor sustituyendo esa información genérica por una selección que trate temas que le interesen, y que lo haga de forma equilibrada.

Si el párrafo anterior no te ha provocado siquiera un suspiro por el idealismo perdido, no puedo ayudarte. Pues sucede que sí, que la mayoría de la población parece tomar decisiones influidos por algo más que la portada del NY Times, pero no parece que hayan construido esa «dieta informativa» equilibrada y bien organizada. Más bien usan servicios tipo Facebook y Twitter sin demasiada reflexión, lo que ya sabemos que termina convirtiendo estos nuevos medios en cámaras de eco personalizadas en las que todo el mundo nos da la razón y leemos mayoritariamente a aquellos que van a confirmar nuestro prejuicios.

Este escenario, huelga decirlo, produce resultados tan mediocres como el clásico en que un oligopolio controlaba los medios masivos y estos constituían la única fuente de información para tomar decisiones de calado, como lo es a quién votar en unas elecciones presidenciales. Diría que peores, pero no puedo cuantificarlo así que me callo. En Facebook y en Twitter se comenta desde hace años lo que primero sale en la televisión. ¿O no vais todos a tuitear como locos lo de Ana Pastor o lo de Jordi Évole esta noche? Pues eso. Hay quien sigue creyéndose aquello que ya sonaba ridículo en el aftermath del 15M, de que «la revolución no será televisada», mientras cada semana se concentra muy fuerte en repetir lo que sea que el canal de televisión de turno decida meterle en vena.

Esa combinación: cierta desconfianza hacia los medios de masas «porque están manipulados» con los sesgos introducidos cuando nos informamos únicamente a partir de fuentes homogéneas (nuestro círculo de amigos) que nos hacen llegar mensajes alternativos pero nada imparciales podría estar facilitando la extensión de un mensaje de odio en todo occidente, y sirviendo de apoyo a la difusión del nuevo fascismo, como ya comenté en un post hace casi ocho meses.

Tengo la sensación de que este post deja más interrogantes que respuestas, pero no tuve tiempo para organizarlo más. Lo publico en la sana esperanza de poder avanzar la reflexión en los próximos días, quién sabe si con el apoyo de algunos comentarios.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

6 comentarios

  1. El mensaje de tomar las riendas de tu vida y ser responsable de tus decisiones y tus actos no vende. Lo que vende es el mesías de turno que promete un mundo maravilloso y solucionar todos los problemas a cambio de obediencia ciega. Creo que por eso cuesta tanto hacer llegar el mensaje a las masas.

    Aún así, intento ser optimista ya que es la única manera de sobrevivir. El mundo sigue mejorando y aunque en los próximos años/décadas pisemos un bache, a la larga el mundo mejorará. Si cada uno de nosotros seguimos haciendo aquello en lo que creemos todo debería ir bien. Al fin y al cabo, lo de ir «bien» o «mal» no es algo objetivo, sino que depende de la percepción de cada uno. Viendo «La Vida es Bella» me di cuenta de que se puede ser optimista incluso en las peores circunstancias; es una cuestión interna, no externa.

    1. Muy de acuerdo, la responsabilidad personal es poesía en un mundo en el que la mayoría de las personas detestan la poesía :)

  2. Cómo recuerdo eso de que «la revolución no será televisada», y qué deprimente resulta…

    Es bastante terrible, la verdad. Hubo bastantes que vivieron lo de esos días con esperanza inicial… y, curiosamente, la esperanza se mantuvo más en los que menos se implicaron. En los que sí se implicaron, o vieron lo que había realmente detrás o quisieron su trocito de pastel.

    O también: Orwell sigue sin ser leído. Incluso el flim, para no leer 1984, nos pone sobre numerosas pistas sobre lo que se repite una y otra vez

    Finalmente: parece que sí hay ciclos. Muy largos. Hay modas de ciclo largo, y parece que vuelve a ser «in» ir de commie por la vida, como en aquellos años de los pantalones de campana y las patillas de hacha. Pero con iphones

    1. Hay algo de dialéctica en todo esto, y de humano. Una generación quiere acceder a las posiciones de influencia y control que posee la generación anterior, y aprovecha a generar espíritu de grupo e identidad por antagonía a la generación que quiere suplantar.

      Como no es nada que se haya inventado hoy, es razonable que todo parezcan modas que vienen de vuelta, porque en gran parte es lo que son.

  3. Hay una frustración interiorizada y un cabreo latente evidente. Ante la impotencia la gente quiere soñar con alguien que haga de caja de resonancia de sus dolores y así sentirse comprendido y apoyado, y sobre todo quieren soluciones tipo «mágica», que sin esfuerzo por su parte fulmine los problemas. Un poco (o mucho) como aquel paciente que va al médico con la idea de que le den «una pastilla» para su dolencia [y que coge soberano cabreo cuando lo ponen a dieta y lo mandan a fisioterapia] [solo que en el panorama político actual no veo tampoco a nadie sugiriendo la fisioterapia, menos la dieta. De hecho no pueden: si lo hacen, ¿quién les va a votar? Y es por eso que no me canso de gritar: OCLOCRACIA].

    1. Hay un cabreo y el hecho de que una parte importante de la población no entienda ni a los cabreados ni a sus por qués no es precisamente de ayuda.

      Sin que esa incomprensión convierta a quien sufre ese cabreo y esa frustración en sujeto de razón, porque quizá lo que propone no sea razonable. Lo que sucede es que caracterizar a los votantes de Trump de paletos es igual de simplista que calificar a los votantes del PP de viejos que votan mal. Ninguna de las dos es correcta.

      Lo de la oclocracia me encanta. Sin usar ese nombre siempre digo que a raiz de los movimientos «indignados» una de las cosas que más me sorprende es que se dicen partidarios de la democracia y para ello defienden referenda para todo. Esto es, se dicen expertos en democracia y parecen haber olvidado que democracia no es únicamente votar, sino también separación de poderes. Proponen en nombre de una mejor democracia otra democracia empobrecida en la que debatir no es posible (porque no quieren debatir: si no les das la razón es que eres un facha o no entiendes nada, o ambas, no conciben que puedas entenderlo todo y no estar de acuerdo), Alguien no tiene claro los conceptos que maneja :)

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