La madurez de la tecnoutopía

Gracias a comandogopegui llego a una pequeña crítica combinada que César Rendueles hace de un par de ensayos de Morozov y Lanier. Llegado un momento dice:

«Las herramientas 2.0 no han resuelto el problema de la fragilización del vínculo social en la modernidad, más bien lo han hecho más opaco mediante la difusión de prótesis sociales informáticas. Del mismo modo, los psicofármacos no acabaron con la experiencia de la alienación industrial, más bien la hicieron más tolerable y menos conflictiva.»

Estoy finalizando el ensayo de Lanier y tengo unas ganas locas de terminarlo para postear al respecto, porque creo que contiene varias ideas muy interesantes, pero vamos a tope de trabajo y no me da tiempo. De Morozov, sin embargo, sólo he leído columnas, algunas me dieron para escribir. El otro día comentaba en el blog de Antonello que últimamente me siento muy alineado con este discurso menos eufórico y más maduro.

En todo caso, la afirmación de Rendueles es fruto de la tabletización de la informática de consumo (y de Internet, por extensión): la creación de entornos que permiten migrar a sistemas digitales sin cuestionar los viejos modelos, sin aprovechar las mejoras y todo lo que lo digital podría traernos y, por tanto, haciendo que el tránsito desde la sociedad analógica a la digital sea menos conflictivo, ya que se ha convertido en aquello que Jose Miguel Vadillo, que dirigiera mi tesis doctoral, siempre definía como «una revolución estéril».

Que éste sea el estado de las cosas es beneficioso sobre todo para los que ya tenían la sartén por el mango y han frenado el efecto transformador de la Red porque ese status quo era lo que les salió, por pura inercia. Ojo, millones de usuarios abrazaron estos sistemas, también por pura inercia. Está claro que muchos harían las cosas de forma diferente de conocer que hay otras formas de hacer las cosas en Internet, pero la mayoría no cambiarían aunque lo supieran. Sin que esto sea criticable.

Si soñaban o sueñan con ver un cambio radical de mundo (positivo o negativo, que de todo hay en la viña del señor), desengáñense: Internet materializará aún cambios, pero serán secuenciales y no disruptivos; al menos más secuenciales y no disruptivos de lo que se creyó en aquellos ochenta donde Haraway o Bey exploraban ese post-anarquismo de identidades fraccionadas.

Estos cambios tendrán lugar, sobre todo, para aquellos que decidan abrazarlo, tomando las riendas de su vida, de su aprendizaje, de sus relaciones. El resto seguirá más o menos como siempre (más jodidos, si acaso), sin que eso sea ni radicalmente bueno ni radicalmente malo, excepto en términos de coste de oportunidad: esa oportunidad perdida cuyos efectos supuestos echaremos de menos aunque nunca los hayamos disfrutado (porque, recordemos, fue una oportunidad perdida), en un ejemplo de manual de lo que Jon Juaristi define como melancolía: la nostalgia del paraíso digital perdido que nunca llegamos a materializar.

Y sin embargo, hay motivos para el optimismo: esta madurez posibilita un momento de reconciliación entre aspiración y realismo, ser conscientes del entorno que tenemos es el punto de partida para construir de verdad las cosas que queremos construir.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

7 comentarios

  1. Hola Jose, que sincronizado que me siento con respecto a este post y reflexiones tuyas. Hace tiempo que no escribo en mi propio blog y ahora veo que tiene que ver con cierto estado de ánimo que se explicas por las desilusiones del ciberutopismo que traes. Sí, me quedé sin «plan». Digamos que me encuentro mirando hacia atrás con cierta tristeza, pero, sí, también, ternura.
    OKey, algunos hemos soñado con los paraisos ciberlibertarios. En algún momento también creí que estaba camino a experimentarlos… Pero la verdad es que no alcanza con las ilusiones y las ganas de Bey u otros. Detrás de las ideologías, como con muchas otras cosas, están inevitablemente detrás nuestros segos, nuestros deseos, de que las cosas sean de tal manera. Hoy releí por pura casulidad un párrafo del «Fin de la historia» de Fukuyama y no pude evitar revisar el concepto que tengo suyo en mi mente a la luz de esto que te comento.

    Tal vez Fukuyama no sea solamente un mercenario (como pensaba), creo que aparte de ganarse el cobre de maneras más o menos honestas de acuerdo a mi escala de valores, creo que, aparte de eso, en verdad deseó – y se ilusionó- con que la caída de la Cortina de Hierro supusiese la inevitable ‘victoria’ de la Democracia Occidental. Y en ese sentido lo veo menos ‘mercenario’ y bastante más ‘ingenuo’. En fin… me extiendo demasiado y te lleno el post de divagues personales y no demasiado pensados.

    Leyendo tu párrafo final: sí, hay motivos para el perdonarse las ‘inocencias’ de uno mismo. Como cada paso que significa madurez, este no está excento de ciertos dolores, dolores de crecimiento que les dicen. Y nada mejor dicho.
    Hoy estoy mirando hacia atrás con cierta ternura al ciberutopico ingenuo que fuí. Pero también mirando hacia delante con la certeza que me queda, de que algo de lo aprendido en el viaje seguirá conmigo. Y que será cosa de adaptarse primero y construir después. O mejor dicho, de aceptar las reglas del juego primero y luego construir otros pequeños mundos con la mixutra que podamos hacer de nuestras aspiraciones y ellas.

    «reconciliación entre aspiración y realismo», sí. Vamos que podemos!

    Un abrazo grande

    1. Pues creo que hay que intentar ser realista, sin perder el optimismo, mas descartando algunas ideas.

      En el futuro hay proporcionalmente más hackers que los que se han sumado a la Red en el último lustro, se trata de conseguir el mínimo: que la vía del conocimiento quede abierta para que los interesados en abrazar los cambios, puedan hacerlo.

      Inevitablemente, en todo caso, habrá cambios: la conectividad global permite que la competencia sea global y ahí sólo hay una alternativa, que es especializarte y ser el mejor en un nicho muy pequeño. Y eso cambia el mundo cada día un poquito, como seremos capaces de percibir más adelante.

      Lo que sucede es que durante un tiempo parecía que el mundo tal y como lo conocíamos iba a romper su cascarón para dar lugar a otra cosa… y ahora sabemos que quien quiera cerrar los ojos y seguir viviendo en el mundo que vivió hasta ahora, podrá hacerlo con pequeños matices.

      Es a eso con lo que me refiero cuando hablo de «conciliar realismo y aspiración». Hay aspiración y hay realismo, ambos en clave positiva: pero para lograr que sean útiles hay que ponerlos en su verdadera escala…

  2. Entre el post y el comentario viene muy a punto mi subrayado del Ted de Charles Leadbeater

    “En la lucha entre lo abierto y lo cerrado quedarán lugares interesantes que la gente ocupará: nuevos modelos organizacionales con remezclas ingeniosas y con importante potencial de nuevos modelos económicos”

    Y el párrafo final del post me llevó a la frase de Iago cuando al fin se había puesto a explicar cómo se le ocurrió hacer Máscaras, y que ahora hemos adoptado como eslogan:

    «Es sencillo… Coger un punto de partida, potenciar los elementos y… dejar que suceda»

    Abrazos!

    1. Es que esa frase de Iago es muy interesante por lo que conlleva. No es sólo que a mí ese punto situacionista me resulte sugerente, es que va más allá: estudia tu entorno, dótate de autonomía a ti y a los que te rodean… y deja que sucedan cosas fantásticas :)

      ¡Un abrazo grande!

  3. Pues a mí me resulta imposible ponerme en el lugar de alguien decepcionado porque la tecnoutopía llega con retraso. Soy capaz de comprenderlo intelectualmente, lógicamente, en plan «las ideologías del siglo XIX y XX inculcaron a mucha gente la esperanza de tintes religiosos en una revolución que traería la justicia y la paz al mundo, y mucha gente transfirió el anhelo de tener esa esperanza a la tecnología». Puedo hacer ese razonamiento y suponer cómo muchos llegaron a pensar así.

    Pero mal rayo me parta si soy capaz de ponerme en su lugar.

    Veo «decepcionados» haciendo ejercicio de «realismo» últimamente, pero no son los más objetivos. Están decepcionados, son gente que hace diez años se lo había creído todo, todito, la ideología californiana al completo. Morozov es muy bueno demoliéndola. Pero es que hay discursos más allá de la ideología californiana. Siempre los ha habido. Solo que no salen en la prensa.

    1. Great! Ser optimista es importantísimo. Yo soy optimista, Internet ha hecho nuestra vida mejor, y la va a hacer aún mejor. Pero hace un tiempo habríamos creído que el mundo iba a salir de su crisálida convertido en mariposa… y ahora sabemos que la mayoría de personas está bien como está, y por supuesto es una opción válida. Por eso sistemas, herramientas y contextos que ni son libres ni dotan de autonomía tienen éxito. Por eso el poder de los grandes medios de comunicación es cada vez menos cuestionado en Internet, incluso por las so called «élites blogueras».

      Por otra parte, no me sorprende que Morozov sea buen demoliéndo esa idelogía californiana, sobre todo si durante muchos años comulgó 100% con ella. Yo estudié en un colegio católico y durante años fui martillo de todo aquel que me hablaba de religión… porque sabía anticipar todas las respuesta que iban a darme :)

      Dicho lo cual, digo como más arriba: Internet sigue abierta para el que quiera aprovechar las oportunidades, y eso es motivo suficiente para ser optimista. Nunca nadie logró avanzar sin esfuerzo, ni más libertad sin luchar por ella. Aquellos que no sientan la preocupación de buscar herramientas que les den más autonomía (o que no quieran aprovechar las nuevas oportunidades laborales/personales que abre Internet) no podrán impedir que aquellos que sí tengan esa inquietud pongan el nuevo mundo al servicio de sus planes… y eso es suficiente :)

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