La responsabilidad personal es poesía

The Big Short

La verdad es poesía. Y, ¿sabes qué? La mayoría de la gente detesta la poesía.

– anónimo, citado en The Big Short

Este fin de semana pude ver, por fin, The Big Short. Una buena película, irónica, divertida y creo que didáctica sobre un tema al que ya hemos dedicado horas de lectura y comprensión, como es el de la crisis financiera de la última década, pero sobre el que siempre es bueno volver para seguir aprendiendo.

La frase anterior está extraída de la película, y la traigo aquí porque es aplicable a muchas otras cosas: el software libre hace posible un grado de autonomía personal elevado, los ordenadores personales articulan esta autonomía personal para permitir un desarrollo personal importante.

La autonomía y el desarrollo personal en el uso de ordenadores sufren un poco de lo mismo: una minoría valora poder crear con ellos. Escribir, diseñar, programar, hacer cosas nuevas que nadie más ha hecho. Mientras una mayoría quiere pasatiempos: consumir entretenimientos on-demand sin cuestionarse lo que cambia desde el consumo analógico de contenidos al digital. Ese proceso que hace años vengo en llamar tabletización de la informática de usuario.

No hay lugar para la sorpresa. La electrónica de consumo y la informática son mercados de masas, y el enfoque de sus productos está sesgado por y para contentar a esta mayoría de consumidores.

Al fin y al cabo, vivimos en una sociedad donde la responsabilidad personal es repudiada por una mayoría que quiere, pide, y suspira para que otros arreglen sus errores. Da igual que el error fuera comprar una hipoteca que no podían pagar, o estudiar una carrera para la que no hay trabajos. O invertir en bolsa y que te salga mal. «Soy adulto y puedo hacer lo que quiera, sí, pero tú me dejaste tomar esta decisión que me ha salido mal así que es culpa tuya y exijo compensación».

Me pregunto si quienes quieren que «socialicemos» sus inversiones fallidas en bolsa (recordemos que Bankia es un banco público, y la compensación afecta al balance de todos) habrían socializado los beneficios, o si este enfoque sólo aplica a banqueros malos y no a La Gente(tm) de la calle, que es buena. Quizá este chiste es tan asimétrico como aquel de «disfruten lo votado» que algunos insisten en que sólo se puede usar contra el PPSOE de la casta puaj puaj, y no contra la nueva política (sic) que no son casta y son puros y llenos de buenas intenciones.

El software libre es poesía, y la autonomía y el desarrollo personal son poesía. Por supuesto, la responsabilidad personal es poesía de la más indigerible, arte mayor cosido con endecasílabos. Y la mayoría de la gente detesta la poesía.

Todas estas cosas son valoradas por una exigua minoría, y despreciada por una mayoría infantilizada que vive más cómoda echando la culpa de sus dificultades a causas exógenas.

Claro que decir que una mayoría de la sociedad en la que vivimos está infantilizada y reniega profundamente de lo que nos hace adultos, como es la responsabilidad personal, suena a poesía. Y como tal, es una afirmación que será detestada y negada por muchos.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

6 comentarios

  1. La responsabilidad personal es esencial. Punto, no vengo aquí a quitarle ni un ápice de poesía a esta afirmación ;-) Pero oye, sí a matizarla. Entre otras cosas porque también existen responsabilidades colectivas (quizá muchas veces nuestros actos tienen, en distintas medidas, de ambas). Y algunas responsabilidades colectivas-además- se ejercen desde posiciones de poder. En el caso de las preferentes ha habido una serie de engaños, que de hecho están en los juzgados, que nos pueden llevar a decir tranquilamente que no se trata de “elecciones libres”.

    Pondré otro ejemplo al hilo de la tan vendida idea del emprendedor como figura clave para la economía española ¿Cuántas campañas institucionales incluyen la información real del porcentaje de empresas que sobreviven después del primer año? Yo no he visto ninguna, sólo mensajes institucionales animando a la gente a abrazar la ética emprendedora. Mensajes también repetidos hasta la saciedad en televisiones o periódicos. Que a mí me parece muy bien que la gente abra sus negocios, soy absoluto fan de la soberanía personal, pero también me parece irresponsable darle sólo luz a los aspectos de la realidad que interesa desde los púlpitos con más capacidad de permear en la sociedad. Esto es, sencillamente, mentir.

    Por otro lado, la responsabilidad también debe tener un equilibrio en cuanto a las consecuencias. Durante los últimos años he podido conocer a un buen número de personas en proceso de desahucio y prácticamente todas repetían lo mismo: lo único que pedían era la capacidad para, una vez perdida su vivienda, poder recomponer su vida. Si además de echarte de tu casa –que no es poca cosa- has de soportar una deuda nada desdeñable después, o si caes en el infierno de la gente sin hogar porque no tienes una red familiar en el país que te eche una mano, difícilmente puedes reincorporarte a la sociedad. Una consecuencia vital brutal por haber cabalgado esa ola que, no nos hagamos ahora los sorprendidos, predisponía masivamente a comprar. Y, vaya, quienes realmente tenían capacidad real para influir en ese estado generalizado de opinión en España “¡alquilar es tirar el dinero!” ¿qué consecuencias han sufrido? ¿Qué responsabilidades personales han asumido? (desde la Ley de Alquileres de Miguel Boyer que cambió la estructura residencial de este país para siempre hasta el experto del banco). A mí me parece que hay un desequilibro acusado en esta asunción de responsabilidades.

    Estoy totalmente de acuerdo en la necesidad de fomentar la responsabilidad individual pero no sobre la fantasía liberal de que la mera igualdad legislativa constituye una igualdad real de oportunidades. Dando algunos talleres sobre software libre a personas sin conocimientos de informática (gente a veces mayor, otras que, sencillamente, no han trabajado en su vida con un ordenador) es muy fácil de percibir la foto. Nunca será igual dale un pendrive autoinstalable de Ubuntu a alguien que se defiende con el ordenador que tratar de explicarle los rudimentos del ratón y el navegador a otra persona que no ha pasado por ese aprendizaje ¡¡el hecho de que la distribución esté ahí disponible para ambos no les da a los dos las mismas oportunidades!! Pasar más horas con esta última persona, dedicarle fondos públicos a su capacitación y ser más indulgente con sus errores no me parece paternalismo, me parece una forma elemental de funcionamiento.

    1. Aunque desde un punto de vista teórico estoy muy de acuerdo con el post, la verdad es desde el práctico Luis ha dado en el clavo. Desconfío de quienes echan la culpa a los demás de sus desgracias, de los que en todas partes ven responsables menos en sí mismos, de los que se abandonan al Estado. Y probablemente por esa razón he llegado a conocer versvs. Pero, desde una perspectiva liberal de la realidad he llegado a comprender que lo liberal funciona, cómo el marxismo, únicamente sobre el papel. El ser humano no toma decisiones con la razón. Casi siempre lo hace con los sentimientos (sistema 1 de Kahneman, ley mínimo esfuerzo). Eso predetermina toda la poesía que venga detrás y obviarlo desde un punto de vista político es imposible. Yo tengo otro ejemplo en lo que me dedico: la salud de la gente. Digamos que la razón dice una cosa: no fume, no beba, haga ejercicio, tomemos decisiones compartidas, etc…La realidad es que hay gente con la que te entiendes en esos términos y gente que necesita una actitud notablemente paternalista para llevar a cabo conductas de salud apropiadas. Pero no se trata de anécdotas, se trata de generalidades: lo que mueve al humano, para bien y para mal, no son las leyes, ni los consejos, ni la publicidad…Son los incentivos. Y el humano, incluso el más inteligente, es víctima de sesgos sistemáticos que dependen de elementos irracionales, fundamentalmente de incentivos (sentimientos respecto a algo). Si una sociedad en conjunto (y sus instituciones en concreto) incentivan un tipo de conducta, es lógico que la sociedad responda como tal aunque no sea la ejecutora material de la conducta impropia. El del software libre es el eterno debate, pero debería fijarse en la salud…Si queremos que la gente adopte conductas saludables, no vale que cuatro frikis en congresos médicos (lease foros de soporte de Ubuntu) digan qué bueno es el software libre. Hay toda una serie de incentivos sociales, de medidas legislativas, de campañas de sensibilización que tratan de fomentar la conducta que como sociedad, basandonos en el uso de la razón (de la razón institucional) hemos decidido que hay que incentivar. No es que no puedas adoptar otra actitud, es que para la mayoría de la gente, que no puede dedicarse a leer la evidencia científica sobre el papel del tabaco en la salud, confiar en sus instituciones es lo más que les queda. Estoy seguro que cuando yo voy al mecánico (con la idea, probablemente errónea y debida a mi ignorancia, de que me la mete doblada cada vez que voy) él piensa que saber arreglar el coche en un mundo en el que la movilidad de media distancia depende de él, sería una buena inversión. Lo mismo pensamos los médicos de los pacientes que no se cuidan. Y al final esto entronca con otro post tuyo sobre «la democracia directa». Si hemos de delegar para tomar decisiones fundamentalmente técnicas, y estoy de acuerdo, eso incluye poder confiar en las instituciones que incentivan determinadas conductas económicas. En el caso de la crisis la culpa es confederada…Seguro que el cliente la tiene (y la redimirá) pero tambien quien engaña y vende según qué cosas, quien no supervisa y quien incentiva fiscalmente, quien no educa en economía… La responsabilidad individual es clave en una sociedad como la nuestra. La institucional, aún más. Es decir, si queremos que la gente entienda poesía, debemos usar cuartetos en consonante. Siempre lo he pensado del software libre: mientras no sea igual de fácil de usar que Windows, jamás será relevante (y toda su poesía se irá cómo lágrimas en la lluvia). Mientras no haya empatía e incentivos (sistema 1) con aquél a quien quieres convencer no habrá cambio de conducta. Exactamente igual que no se consigue que la gente deje de fumar aportando pastillas y parches de nicotina.

      1. > La responsabilidad individual es clave en una sociedad como la nuestra. La institucional, aún más.

        Me quedo con esta frase, porque quizá por no explicitarlo puede pensarse que pienso diferente, y me gusta que lo traigas al frente :)

        La institucional es igual de importante, si no más, por ese papel de «delegado» que les otorgamos a las instituciones.

        Pero una no exime de la otra…

        PD. Si no lo he explicitado es porque intenté sacar el post «rápido» para que no se quede en borrador como tantos otros (aunque no lo parezca, abro mucho el editor y tengo docenas de borradores a medio madurar). Intento bloguear con más frecuencia. Haces bien dejando twitter, es un saco en el que es muy sacar provecho de las conversaciones.

    2. El tema de las preferentes es, de todos los «líos» bancarios de los últimos años, los únicos que abiertamente tienen mi empatía. Efectivamente, les engañaron. No es el caso que menciono en el post de gente que compró acciones de Bankia en su salida a bolsa. Personas como Iker Casillas que, cual infanta, afirma que no sabía lo que compraba. Un carajo: metiste €500k en acciones, en bolsa. No eran preferentes, y si no sabías lo que comprabas, es tu problema querido. Y no el de todos.

      Con quienes sufren gigantescas hipotecas siento no empatizar en el mismo grado que lo hago con los preferentistas. Es cierto que la ola te animaba a comprar… y hay que saber resistirse a la ola. Yo no compré en esos años en que todo el mundo compraba. Era obvio que era una locura. La crisis explota y el paro sube y los salarios suben, y ahora somos «afectados de la hipoteca». Pues tengo otra lectura: todos somos afectados por las hipotecas, incluso quienes no las firmamos, porque la crisis nos afecta a todos, incluso a quienes no entramos en esa burbuja…

      Esa voluntad de negar que comprabas acciones en bolsa y que si hubieran subido no habrías piado, y que si tu vivienda sube de precio no habrías abierto la boca me parece clave. Porque si sale bien, es que soy muy listo, y si sale mal es que me engañaron y no sabía lo que hacía y la ola me empujó…

      No sé, a mí ése me parece un enfoque arbitrario e interesado :(

      1. En eso estamos de acuerdo, pero por eso hablo de responsabilidad confederada. En el centro el individuo, en distintos grados de implicación, las instituciones. Por eso pongo también el ejemplo del fumar. Es obvio que la ejecución final depende de una persona, pero el caldo de cultivo social e institucional (los incentivos) son fundamentales a escala poblacional. Digamos que, como en tantos otros ámbitos, hay responsables individuales y colectivos y ninguno puede echar el muerto al otro en exclusiva.
        Yo tampoco me subí a la ola y he sufrido una caída del sueldo del 25% por los recortes derivados, pero de lo grande que ha sido la *stia a mi ya no me pillan en actitud complaciente ante los excesos económicos. Sean de familiares, de profesionales propensos a evasión de impuestos indirectos o de políticos. Tolerancia cero. Me hago responsable de no haber sido combativo de forma suficiente en mi entorno con conductas que ahora considero intolerables. Vaya que si.

  2. Por cierto…ahora que no existe Twitter para mí, estaría bien que volvieráis a escribir con frecuencia, que me aburro si no troleo blogs interesantes ;)

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