Confianza y especialización

El progreso social contemplado con perspectiva histórica es un sendero de especialización. Internet, que en una mirada superficial parece suprimir la necesidad de especialización (al permitir conectar con proveedores de todo tipo), lleva esta necesidad de especialización un paso más allá. Cuando la conexión es global, p2p y masiva, la especialización alcanza un nuevo nivel, pues cuando hay menos lock-in y la competencia aumenta, sólo ser excelente te permite salir adelante en un entorno meritocrático.

La historia de la sociedad humana (y de un reducido número de especies más) es una historia de creciente especialización, de desarrollo de maestría a base de tesón y perseverancia. Es lo que Malcolm Gladwell denominó «la regla de las 10.000 horas» en su libro Outliers (2008).

En su libro más reciente (que nos dejó algunas ideas más que interesantes que venimos desgranando) Bruce Schneier describe cómo la especialización, y el enorme progreso que la misma hace posible, surge de la confianza y desaparece en su ausencia. Él pone el ejemplo de los leones de la savana. Allí, leones macho y hembra se especializan: unos van a cazar y otros cuidan la camada. Eso permite obtener cazadores expertos y cuidadores dedicados. Pero esa actitud es insostenible si no hay confianza: confianza de que el león que consiga una presa la compartirá tanto con la camada como con los cuidadores de la misma. La confianza de que esa camada a la que alimentaré realmente es mi camada.

El ejemplo no me termina de gustar, pero trasladémoslo a un ámbito más cotidiano: yo no sé fabricar zapatos, ni pan, ni vaqueros, ni teléfonos móviles. Ni vagones de metro, ni siquiera sabría cómo cuidar adecuadamente un patatal, de forma que produzca comida para todos. Pero soy bueno haciendo un par de cosas: me especialicé con un doctorado en fisicoquímica y láseres, y durante la última década me especialicé también en redes, en la influencia de Internet en nuestra vida y en la percepción que tenemos de nuestras relaciones sociales y nuestra intimidad.

Además de confiar en que alguien fabricará zapatos, pan, móviles y vagones de metro, aún tengo que confiar en que eso que yo sé hacer de forma excelente sea valioso para otras personas que posiblemente ni siquiera hacen vaqueros ni pan, pero saben hacer otras cosas y, al igual que yo, confían en una institución que emite moneda (y confiamos en que otros aceptarán esa moneda). Esta institución es un proxy de Dunbar y actúa como pegamento social que sólo solidifica de verdad cuando existe confianza.

Lo positivo de todo ello es que esta confianza nos abre las puertas de un desarrollo personal mucho más alineado con la ética hacker y (tanto a nosotros como a los demás) mejorar nuestra habilidad para llevar a cabo una cierta tarea. El cocinero cocinará mejor, el jardinero tendrá jardines más bonitos y el analista hará mejores análisis. Y todo ello requiere de una confianza base en los demás, en el sistema social que permite que convivamos.

Dando por buena la concepción de las 10.000 horas que hace Gladwell como el tiempo necesario para la adquisición de la maestría (sin la que es imposible que exista excelencia), algo avalado por el conocimiento acumulado sobre aprendizaje al observar la historia desde los gremios medievales a los pilotos de aerolíneas comerciales, una persona no puede hacerlo todo y, de esa forma, la negación de la especialización debe ser contemplada como una incapacidad para articular la confianza y el reparto eficaz de tareas que nacen de ella y la revalidan cada día.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

10 comentarios

  1. Mira a tu alrededor y dime qué instituciones, qué organizaciones, qué empresas, qué asociaciones, qué profesionales te dan confianza. Mi porcentaje es irrisorio!!
    Salud.

    1. en realidad el post iba más aún encaminado prevenir la falta de confianza dentro de tu misma institución o grupo de trabajo… donde unos compañeros creen que la competencia no está fuera sino dentro del equipo: cualquiera puede ser tu competencia si es él quien dice la frase acertada en la reunión, si es su idea la que prospera, etc.

      Eso es lo inasumible: en un equipo pequeño (y todo buen equipo es pequeño, aunque un centro grande pueda tener muchos equipos) no se puede perder el tiempo con eso…

      PD. Está el panorama como para fiarse de instituciones así al tuntún xD

  2. Ejemplo: las competencias básicas en programación disminuyen respecto al porcentaje total de la población. La tendencia la marcan los dispositivos desempoderantes

    Contrajemplo: las crecientes y pujantes iniciativas DIY para aprender a programar desde cero

    Mi conclusión: la especialización también está conectada con tres recursos limitados: a) acceso a los recursos que hacen posible una labor b) conocimiento c) tiempo disponible

    Si el recurso no es material, o si el acceso al recurso puede ser modificado, b y c pueden sufrir cambios profundos. La especialización (solidaridad orgánica en términos de Durkheim) es una situación industrial, o pre-internet, que en nuestra época no desaparece pero sí que sufre profundas modificaciones

    sobre todo, si tiene razón shirky con lo del cognitive surplus

    1. Yo sin embargo creo que lo propio de la era industrial no es tanto la especialización (que creo que sigue siendo válida) como la estandarización. No me interesa tanto tener especialistas como que todos sepan hacer lo mismo, y si hace falta rebajo el nivel de exigencia en la universidad… pero lo importante es que la sociedad pueda calcular con precisión (y previsión) lo que ese recién titulado sabe hacer el primer día de trabajo, cuando está recién contratado. Esa gestión «biopolítica» (en términos de Foucault) de los recursos es lo que yo identifico con la era industrial, pues es la que permite a Taylor conocer con exactitud cómo de eficiente es el movimiento de los brazos de ese operario.

      Creo que el cambio que imprime la Red es que permite que las personas sean mucho menos replicables, permite la diferenciación curricular (mayor cuanto mayor sean b y c)… pero eso no los hace menos especialistas, sino diferentes…

      Me tengo que leer algo de Shirky, pero de entrada lo de la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica de Durkheim es cierto que encaja perfectamente en este hilo… ¡mil gracias por tu aporte!

      1. ¿Cómo relacionas lo comentado con este movimiento de vuelta a la programación que comento? Es que al hilo de lo que comentas del universitario, hay un momento «Naked Emperor» importante: el universitario sale de la universidad y no es que todos saben hacer lo mismo, es que muchísimos no saben hacer lo que demandan las empresas, y lo que saben no es demandado. De la misma manera, la perversión tanto del publish or perish como de la evaluación de las tesis doctorales (ni hablo de máster) al final da más valor al edupunk y similares, aunque sea sólo para traer aire fresco a tanta podredumbre.

        Pero volviendo al ejemplo: si tantos biólogos, geólogos, matemáticos, politólogos, etceterólogos, tienen que encajar en empresas ajenas a su formación, y por lo tanto formarse in-company (o a tortas) lo de la especialización para los cuellos blancos es otro naked emperor. La cadena de valor nunca funcionó realmente, hasta el punto de que para muchos puestos se pide «licenciatura», y no pocos empresarios son pragmáticos y piden sólo experiencia.

        No niego el valor de la especialización. Lo que digo es que, si fuera como dice la teoría, sólo trabajaríamos una mínima parte de la fuerza laboral existente. Me da un poco de cosa ponerme como ejemplo, pero lo cierto es que me ha costado muchos tumbos y requiebros acabar ejerciendo de antropólogo, y sólo se debe a que aparqué el máximo de vicios universitarios que pude y me concentré en generar valor identificable y diferenciable de otros que ofrecen servicios comparables a los míos. O sea, que soy un hiperespecialista que no debería existir, porque la universidad en España no forma para ejercer lo que hago.

        1. Tienes razón, al igualar a la baja a los estudiantes tenemos una situación dolorosa: el menos habilidoso de los estudiantes no sabe hacer prácticamente nada… e igualar las clases a ese nivel da los resultados que da (eso sí, perfectamente predecibles). La universidad es a menudo un instituto 2.0, con profesores pasando lista en clase, examenes semanales (no sea que se tengan que estudiar 200 páginas para un único examen y sean incapaces).

          Entiendo lo del publish or perish, pero (quizá por desconocimiento de ese ámbito educativo concreto) no llego a captar tanto el rol del edupunk. En ciencias (yo hice doctorado en fisicoquímica) no hay lugar para prácticas educativas revolucionarias… o hay método científico o nanai.

          Creo que con lo que señalas daría para montar una preciosa mesa en la que también participara nuestro amigo el señor Tricas, porque hay una cosa cierta: en el sentido más ideal, la universidad está para proveer lo que la sociedad necesita (por ej. matemáticos portentosos capaces de ampliar los límites teóricos de la computación o la bioquímica, aunque estos matemáticos no encuentren nunca trabajo en una empresa), pero hasta qué punto es admisible la desconexión de la Universidad con el mundo real? Me interesa especialmente el tema porque la investigación es un tema que me gusta (si no, no habría hecho mi doctorado), pero también me gusta el mundo de las cosas aplicadas, de la ciencia cuando toca al mundo real…

          Por último, en el límite, cada persona sería especial y única en lo suyo. Es cierto que es un límite inalcanzable (como el de las redes auténticamente horizontales o el del mercado empresarial sin chanchulleos y amiguismos), pero no veo que Internet invalide la especialización. De hecho, creo que todo lo que no requiere de un especialista es susceptible de ser automatizado… y eso al final se lo quedan las máquinas. Es la viñeta de Dilbert sobre Siri.

          PD. Me tienes que contar más sobre la ocupación de antropólogo, aunque te describes como tal, yo te imaginaba más haciendo cosas super tecchies :D

          1. No es lo uno o lo otro, la educación formal o el edupunk. No se puede ser antropólogo sin educación formal, aprovechando las enseñanzas de los que te precedieron. Por más que haya ocupaciones comparables (el misionero es la tópica al respecto), la comparación no se tiene en pie de igualdad porque, precisamente, el misionero o el cooperante no se sube a hombros de gigantes. Y dejamos tanto el desprecio de mis compañeros a los gigantes como la necesidad continua de práctica de la etnografía para mejor ocasión, que se puede liar :D.

            Sin embargo, el edupunk demuestra que en este siglo hay un gran vacío en la educación formal en este siglo, porque con todos los medios y el potencial de acceso a la información, se mantiene una estructura innecesariamente rígida y, sobre todo, unos cuellos de botella innecesarios en los tiempos en los que una revista académica es un archivo PDF. Y dado que la innovación tecno-social no está conectada con ninguna especialidad académica ni en manos de sus especialistas, algo está fallando que se suma a la tradicional desconexión universidad-empresa, que por tradicional ya hiede. En ningún momento hablo de reinventar la academia, pero sí de la urgente necesidad de conectarla con el resto de la sociedad, de soplar para que caigan de puro huecas esas torres de marfil y la relación universidad-sociedad se reinvente desde las dos direcciones.

            Entre otras cosas, se trataría de facilitar el acceso a los campos de especialidad académica no con el insultante café para todos, sino liberando al máximo el acceso a la producción académica. Por no seguir citando a edupunk, todas las iniciativas del tipo khan academy o udemy demuestran que hay demanda social de esto y que, ante su falta, se resuelve mal y se vuelve caldo de cultivo para los farsantes. Pero sin pretender que todos los interesados acabaran doctorándose en su tema de interés (porque exige una dedicación y esfuerzo que no renta en la mayoría de los casos), adquirir conocimiento solvente, patrimonializable y aplicable es una demanda tan urgente como oculta y que podría tener efectos imprevistos para la solución de los gravísimos problemas que estamos viviendo.

            Este movimiento también demuestra que el conocimiento de las disciplinas académicas tiene el potencial de que se le reconozca en un amplio espectro de grises desde el blanco (la ausencia) al negro (el conocimiento completo e hiperespecializado). Wikipedia presta un gran servicio, pero es muy mejorable en este sentido: hay mucho por hacer para acercar cada rama del conocimiento a la sociedad. Sí, para cometer ese pecado conocido como divulgación, aprovechando los medios de la Red.

            La presentación maniquea del panorama del conocimiento como un archipiélago infinito donde sólo se puede vivir en una pequeña isla hiperespecializada es una justificación interesada de ciertos puestos y ciertos recursos de poder. Esa especialización, además de que apantalla con eficacia la valía y capacidad personal, no impide otro tipo de abusos como el intrusismo disciplinario. Esos no se sufren en campos como el tuyo, pero en cultura humana son tan constantes como sangrantes. Desde genetistas a psicólogos pasando por todo tipo de matemáticos y físicos entran en la delicada maraña de un problema cultural como elefantes en una cacharrería, sueltan cualquier boutade obviando el arte previo y se van tras lograr la subvención o el impacto buscado. He puesto todos esos ejemplos juntos a propósito, porque todos tienen algo en común: «trabajan» problemas culturales sin escuchar a la gente en sus contextos.

            Y paro.

            P.S.: lo uno no quita lo otro a menos que el antropólogo tenga tecnofobia supina. Dado el impacto del software social en la sociedad y en las culturas, el antropólogo se queda al margen de la sociedad si no las aborda. Si encima las disfruta, no te cuento :).

          2. Yo tampoco quiero esa dialéctica formal vs edupunk. Pero ésta sólo cubre una parte de los espacios de aprendizaje, y seguramente sea la que menos está adaptándose a los tiempos que corren. Está claro que enfocar la formación como un continuo, más desde la óptica de una ética hacker es mucho más positivo, quizá el único camino viable. Cuando armamos el proyecto de prácticas laborales en el extranjero en que el alumno debe aprender a gestionarlo él todo, es en esta lógica del hacker que se forma más allá de lo formal en lo que estamos pensando. Pero, claro, para eso hay que dejar de concebir la formación como «algo que comenzamos y terminamos» para dar paso al resto de nuestra vida, sin buscar aprender más. Pero para eso hay que hacer de ese aprendizaje algo disfrutable, como señala Asimov en ese vídeo.

            Parece que tenemos temas inevitables: creo que para liberalizar esa generación de conocimiento (que indicas como necesaria, visión que comparto) lo más perentorio es cepillarnos los derechos patrimoniales sobre el conocimiento producido: las patentes y la propiedad intelectual dañan más que arreglan.

            Y estoy de acuerdo en que los «todólogos» buscan justificar una renta en nombre de nosesabequé… a mí el intrusismo no me parece gravísimo. Lo grave es que no haya problemas para «destapar al impostor» y que no vuelva a ser contratado para una tarea que no sabe llevar a cabo. Pero en sí, la posibilidad de ese intrusismo (justificado por muchos colegios profesionales para argumentar atribuciones exclusivas) hace posible que muchos que no tienen «educación formal» pero sí se han dedicado a aprender sobre un tema puedan ejercer y aprovechar su conocimiento.

            Por lo demás… a las subvenciones no entro porque tengo historias divertidas de qué palabras hay que poner en un proyecto para que te den la pasta. Un ex-compañero, Keith Terezschuk, nos abrió una vez un debate sobre el fund hunting científico de lo más interesante.

            PD. ¡viva! :D

          3. Gracias a Pere Quintana llego a un enlace interesante en el El País:

            «“El hecho de que España no haya conseguido ni un solo premio Nobel desde que Ramón y Cajal lo ganara en 1906 tendría que hacer meditar cuando las universidades hablan de excelencia académica”. Para José Adolfo de Azcárraga (Valencia, 1941), catedrático de Física Teórica en la Universitat de València, la mejor manera de corregir los aspectos menos nobles de la naturaleza humana consiste en conocerla. Con esa filosofía lleva 25 años defendiendo en foros públicos su tesis sobre lo que debiera ser la institución para la que ha trabajado más de 40 años: “Como servicio público, la universidad real debería concebirse al servicio de los estudiantes y la sociedad, no al servicio de los profesores y el personal administrativo, como suele ser el caso”.»

  3. Creo que la especialización sigue siendo muy necesaria y valiosa. También es cierto que a partir de los 90 se empezó a hablar del «hombre del renacimiento» y de la «persona T» quien se mueve en una gama amplia de competencias (la línea horizontal de la T) con una (o más) especialidades (la línea vertical). En un mundo en red, hiperconectado, cada vez hay más vínculos entre los distintos dominios de conocimiento que se entrecruzan y los acontecimientos en un dominio tienen impactos en muchos otros. Esto no hace superfluo la especialización (es más bien un argumento contra el encapsulamiento) sino le pone nuevos retos relacionados con la metacognición (el aprender a aprender) y la colaboración.

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