Así que la brecha digital en 2018 era esto

Hablamos hoy de brecha digital y, signo de los tiempos, comenzaremos con un fotograma de The Princess Bride y una de las frases que, sin ser la más recordada de esa película, es de las que a mí siempre me gustaron más de ese filme. ¿Brecha digital? Bien, haced caso al señor Montoya.

Sigues usando esa palabra, y no creo que signifique lo que tú crees que significa.

Hace más de una década advertíamos que, por lejano que pareciese, llegaría ese momento en el que todos tendríamos acceso a Internet y que la verdadera brecha no sería ésa de la que hablaban los medios sino la que ya se intuía acerca del provecho que cada cual extrae de la tecnología. La brecha nunca fue el acceso, sino la capacidad de usarla, aprovecharla, sacarle partido.

Después supimos que cuando todo el mundo comenzó a tener ancho de banda, el valor añadido que para muchos trabajadores cualificados ofrecía el disponer de acceso a la red era la resolución rápida de tareas simples que de otra forma habrían pedido a trabajadores menos cualificados. Vamos, que la información rápida disponible en Internet disminuye la necesidad de tener secretarios y ayudantes. (No vamos a hacernos los sorprendidos, pero está bien que haya alguien que estudie sistemáticamente estas cosas.)

Pues bien, es 2018 y hace un rato me he topado con el siguiente banner:

Un anuncio de un portátil que nos llega por obra y gracia de un gran distribuidor español y en el que la única especificación técnica del mismo es el tamaño del monitor (y ni siquiera indican la resolución en píxeles); acompañado, eso sí, del precio.

El tamaño de la pantalla es con seguridad el parámetro menos importante para evaluar si el cacharro será capaz de hacer lo que necesitamos, y nos lo transmiten de la peor forma posible (sin indicarnos qué resolución alcanza esa pantalla de 14″, que es un factor que también influye en la productividad que sacaremos del mismo). Y si el equipo de marketing de ECI ha optado por mostrar esa característica y no otra es porque tienen estudiado que para una gran parte del público eso puede influir en su voluntad de comprar (o no comprar).

Ahora, esto es lo que yo diría que en 2018 es la brecha digital. Una gran cantidad de la población ha decidido voluntariamente tener entre cero y ningún conocimiento sobre ordenadores cómo valorar el hardware que compran; ni hablar de aprender a programar (y no hablemos de desplegar una aplicación web); eso es ciencia ficción.

Lo que no termino de explicarme es que alguien haya decidido que yo encajo en el perfil de persona a la que este banner iba a convencer de algo. Pero mejor no pienso en eso que hoy ya no tengo el cerebro para overclocking.

Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

2 comentarios

    1. Mucha razón tienes trayendo ese tuit de Victoriano.

      No sé si pudiste leer Program or be programmed de Rushkoff. Es un librito muy corto que ya tiene casi 10 años pero es muy importante porque lo que cuenta es fundamental: en un mundo donde todo se va a gestionar con ordenadores, las personas se diferencian en dos grandes grupos, quienes saben de ordenadores y quienes no. Los primeros hacen con las máquinas lo que quieren y los segundos hacen únicamente lo que se les permita en las opciones de las máquinas que les toca usar.

      Sorprendentemente, siendo ése un hecho tan evidente, una gran mayoría de nuestros vecinos ha elegido escorarse voluntariamente al grupo que no esperábamos.

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