Amnistía fiscal

Tremendo revuelo se ha organizado con la aprobación, ayer mismo, por el gobierno de Espiña de lo que ya todo el mundo conoce como amnistía fiscal. En sí, necesito que alguien me explique bien de qué va el tema, porque tengo un par de preguntas.

Asumiendo (y es mucho asumir, pero hagámoslo for the sake of the argument) que es cierto lo que he leído y la amnistía fiscal sea un robo equivalente al impago de deudas (impuestos debidos al Estado). ¿En qué se diferencia de alabar la gestión de la crisis (por llamarlo de alguna forma) que hizo Islandia al dejar de pagar sus deudas o en qué se diferencia de la tantas veces pedida (por algunos) dación en pago para hipotecas con efecto retroactivo a aquellas hipotecas que no tenían esta cláusula en su contrato?

Quiero decir, dando por buenos los argumentos de los detractores de la aministía, serían exactamente lo mismo: personas que tienen deuda pero, casualmente, tienen el poder suficiente sobre el Estado para conseguir que les hagan una ley que legitime el impago de las deudas.

Debo decir que si eso es así, estoy tan contra de una cosa como de la otra (alabar a Islandia me parece extremadamente populista), pues todas ellas permiten la destrucción de la confianza y la creación de un entorno de inseguridad en el que nunca podremos estar seguros de si alguien que nos debe pagar lo que nos merecemos (por nuestro trabajo, por nuestros servicios, por un préstamo que nos tengan que devolver) será legitimado para no pagarlo. Me parece un panorama desolador pero, repito, que si hay alguien en la sala que se anime a explicármelo… no soy economista :)


Jose Alcántara
Resolviendo problemas mediante ciencia, software y tecnología. Hice un doctorado especializado en desarrollo de hardware para análisis químico. Especialista en desarrollo agile de software. Más sobre Jose Alcántara.

17 comentarios

  1. Pues no puedo decir que sea un experto en la cuestión. Pero te puedo dar mi punto de vista: una amnistía fiscal es el reconocimiento de un estado de impotencia del estado. Por un lado, el reconocimiento de que no tiene capacidad de coacción suficiente para imponer el cumplimeinto de las leyes en toda su extensión. Pero como hacerlo es sentar un precedente que incentiva al incumplidor a esperar en el futuro un pago menor de lo que pagaría hoy, sólo lo puede hacer cuando necesita recaudar desesperadamente. ¿Es inmoral? Qué complicado es esto. Digamos que, a priori, o lo es o debería serlo. Pero, ya conoces mi inclinación a la objeción fiscal y aquí tiro más de mis sensaciones que de disponer de un estudio detallado de la cuestión (lo cual me permite ser calificado de charlatán, calificativo que aceptaré de entrada por el mero hecho de ver si alguien puede dar datos en favor o en contra): está de moda ahora decir lo que España recauda o no recauda en comparación con muchos países eurepeos, viniendo más o menos a decir que en realidad se recauda poco y que esta crisis hay que arreglarla subiendo impuestos a los ricos. O a todos. En fin. Para mi la cuestión es que el sistema fiscal es depredador y va en contra de que la gente se gane la vida y que se desarrolla desde una posición de desigualdad impuesta por el estado. A saber: el diferente trato con el retraso en el pago (si yo llego tarde a pagar el IVA, tengo un recargo automático superdesincentivador del retraso, si el estado tarda en devolverme no sólo no sé la fecha, sino que no puedo esperar el mismo recargo), la prioridad de pago al estado sobre la supervivencia de tu negocio (el estado cobra siempre el primero, te embarga si no pagas a la seguridad social y le importa un pito – porque lo que cuenta es el poder de coacción – si tu empresa va a la quiebra o no si tiene que atender tus deudas con el fisco antes que seguir pagando nómina y proveedores), que el estado te traslade la carga de la prueba sobre el valor de los precios que aplicas a tu sueldo como administrador de sociedad o el alquiler de un inmueble propio (es decir, tienes que demostrar que lo que te pagas es de mercado, cuando debiera ser cosa mía decidir lo que me pago) y como esas tantas cosas. Súmesele los privilegios fiscales que se aplican los decisores de esas políticas y la discrecionalidad del gasto del dinero que aportas ganado con dureza y en ese entorno de coacción extremada como para que, simplemente, un servidor piense que la objeción fiscal es un mecanismo moralmente legitimado. ¿Es eso fraude? Merece una discusión que seguramente tenga que girar en torno a la forma de tomar la decisión, sus motivaciones y el destino del dinero evadido. Pero que le pregunten a un empleado con salario mínimo cuanto es el coste real para la empresa que le contrata de sus magros dineros, que no lo suele saber. En fin, pensar que no se pagan impuestos porque hay una posición ética al respecto sería una ingenuidad imperdonable por mi parte, pero es evidente que, salvada la idea de que siempre va a haber resistencia a pagar por poco que sea, algo pasa con el sistema fiscal español. Como se está gestionando la bancarrota del estado sin llamarlo bancarrota o quiebra (¿qué otra cosa es el hecho de que el estado ofrezca pagar pronto a quien le haga una quita de las deudas municipales?) hay que ir a por todas: amnistía pues, deme su dinero, que le perdono y ponemos el contador a cero y no lo vuelva a hacer, pero entienda que tengo que pagar el recibo de la luz y no me llega.

    1. Vamos, el clásico letrero de «liquidación por cierre» en el que quien más gangas se lleva es el que más dinero tenía en el bolsillo…

      … pero eso no convierte en más inmoral al que tenía dinero para llevarse las gangas. A mí lo que me inquieta es esa manipulación on demand de forma que cosas que tienen la misma naturaleza sean buenas o malas de forma arbitraria.

      Queda mi cuestión de cómo de igualados quedan, en una escala moral, acogerse a esta amnistía, reclamar la dación en pago retroactiva y decir que Islandia mola porque no paga sus deudas (¿Si fuera Santander el que deja de pagar sus deudas y se declara en quiebra, afirmaríamos lo mismo?).

      ¡Muchas gracias por el aporte, por supuesto!

      1. … pero eso no convierte en más inmoral al que tenía dinero para llevarse las gangas.

        Just a la fusta!

        Respecto a quién es más o menos moral creo que todo depende desde el lado del que se mire. Si lo hacemos nosotros o alguien con quien nos identificamos es moral, si lo hacen ellos es inmoral. Por eso el asunto de la dación en pago y el caso de Islandia (que no condeno) molan, mientras que la amnistía fiscal no. Ya nos gustaría a todos tener suficiente dinero en negro como para beneficiarnos de esta medida! Qué envidia! (yo el primero ;))

  2. Y olvidaba incluir entre las desigualdades impuestas el retraso de pago a proveedores de los mismos que te exigen pagar en fecha, la imposibilidad de compensar las deudas a las administraciones públicas con los cobros pendientes… que sufren esos retrasos propios de su propia ineficacia y el gasto por encima de sus posibilidades.

    Casualmente, he empezado a leer esta mañana un pequeño relato de Cipolla sobre una familia/compañía de comerciantes mediales. Lo interesante es cómo cuenta que para poder comercializar la lana inglesa, había que pedir permiso a los reyes. Los reyes, claro, siempre eran manirrotos con el dinero y aceptaban dejar comerciar a quien pagara adecuadamente por ese privilegio. La expresión «manirrotos» está en el texto y eso nos lleva al que creo el origen de todo: el control de la decisión de gasto y el poder de imponer la recaudación de quien no tiene control de su propio dispendio. Es decir, que en el fondo siempre es lo mismo: no taxation without representation. O cómo separar la decisión del gasto posible y su recaudación de quien tiene que gastarlo. Pensar que existe representación real de quienes son sujeto de los impuestos es de risa, salvo claro que seas del lobby de las renovables: ese caso de buscadores de renta de libro.

    1. juas juas, claro.

      El tema es que Krugman lleva un año y pico con el tema Ireland vs Iceland pero no es tan sencillo como Austeridad mala vs Gasto público bueno.

      1. Porque para que Islandia pueda gastar, tuvo que dejar colgados a todos los que le habían prestado antes. Hazlo en el mundo real y cágate el resto de tu vida de la mala reputación que te cae.
      2. Porque un político que sabe que será «rescatado» (por la máquina de imprimir billetes o por un banco central el que sea) no tomará medidas de transformación. Se limitará a endeudarse en nombre de la transformación del modelo económico (véase: cursos para los sindicatos, etc.) Un ejemplo de manual de la «cover-your-ass politics». Por supuesto, la sostenibilidad es lo de menos: el siguiente que apechugue, lo importante es la reelección. Pero la cosa es que al decir «gasta sin problemas que la situación lo merece y se te perdonará» se está enviando la señal equivocada: no hagas reformas, no cambies nada para que la economía sea de verdad próspera y beneficiosa para todos. Sigue tal cual, cava más hondo, cava más rápido.

      Y de la financición al estado mejor ni hablamos… porque eso de que tú no me pagas, ergo no tengo con qué pagarte, ergo me impones un recargo que en última instancia es culpa tuya… Demasiao duro. Por suerte no tengo negocios con las AAPP ni subvenciones. ¡Ese dolor de cabeza no es para mí!

  3. Salud

    En realidad son cosas distintas, las tres. Creo que llevarlas al mismo concepto es una simplificación equivocada. La diferencia no está solo en el concepto sino también en los agentes participantes y la trascendencia, en todo caso, del impago.

    Vaya por delante que no creo que la solución sea una pura dación en pago obligada de forma retroactiva (hace como un año le di vueltas al asunto), pero no es lo mismo un tipo que oculta una serie de capitales o ingresos para no pagar impuestos con la posibilidad de que entregando un bien tasado que debería ser suficiente al menos para cubrir el principal (en teoría la entidad financiera no puede dar un crédito que supere el 80% del valor de la vivienda), cancele al menos dicho principal.

    En el otro caso, el de Islandia (y no es el primer país que se niega a pagar la deuda, aunque sí es uno de los primeros al que le está saliendo más o menos bien, sin hiperinflación de por medio -el máximo fue de 21,9%, duró poco, lejos de ser hiperinflación, muy lejos de lo que conocí en Perú a finales de los ochenta :P-), ni ha sido tan unilateral como los defensores del «impago a la islandesa» a veces parecen apuntar, esto es, no ha «pues no pago nada y voy por libre», entre otras cosas porque media pacto con el FMI (incluso hacen pagos anticipados) y a la solución que llegaron es para los acreedores mucho pero que mucho mejor que haber permitido que esos tres grandes bancos islandeses («rescatados» por el Estado) quebrasen irremediablemente y con ellos el Estado no pudiera pagar nada pero nada. Ni los bancos. Este impago se parece más a un refinanciamiento global. Han perdonado mucha deuda doméstica (en determinadas condiciones) lo que les permite «no perder» en la suma total, al final los agentes en el «mercado internacional» no solo han perdonado esa primera medida islandesa de no hacer caso a las deudas contraídas con foráneos.

    Cuando un país (yendo al problema de la deuda de los estados) paga a precio de oro su deuda, los acreedores ya asumen (y por eso solo prestan a intereses altos) el riesgo de impago, este tipo de negocios tienen por detrás la posibilidad de pérdida (tanto el caso de la hipoteca como el de un bono del estado), mientras que la naturaleza de lo debido al estado por un impuesto no pasa por esa lógica de asumo un riesgo para obtener una ganancia, si me sale mal pierdo, si me sale bien gano. Aquí es donde podemos criticar la dación retroactiva en tanto que es un riesgo no asumido (las hipotecas con dación eran más caras), pero ahí los bancos, en general, sobreevaluaron a sabiendas los bienes (son también responsables de que el bien ejecutado no cubra el principal).

    Podemos criticar los impuestos (como hace el otro comentarista), pero su naturaleza es distinta a una deuda privada (aunque la deuda se tenga con un ente público), y, al menos en teoría, los impuestos no son un «negocio del estado» donde asume un riesgo («impago») esperando una ganancia (el «pago»), por eso el impago de una deuda jamás te puede llevar a la cárcel, el impago de los impuestos sí (depende de la cuantía y la voluntariedad en «ocultar» para «no pagar»). Esta naturaleza creo que no nos debe permitir comparar esos tres casos (al igual que, por lo antedicho, no me parece comparable lo de obligar a la dación en pago con un impago del Estado o provocado por el mismo -quien impagó en Islandia, realmente, fueron bancos quebrados-rescatados, no el estado como tal-).

    Con todo: Las amnistías fiscales sirven de poco, afloran poco dinero realmente (en Italia fue un fracaso, será mucho más efectiva en ese país, por ejemplo, la reforma fiscal para que la Iglesia pague determinados impuestos que no pagaba), son, como dice el otro comentarista, un ejemplo de la incapacidad del estado y, además, un incentivo para no pagar (esto en Lima era una constante en lo que sería nuestro IBI, hasta que se dieron cuenta que mucha gente no pagaba porque esperaba la amnistía para regularizar impuestos, con importantes rebajas o incluso borrón y cuenta nueva sobre lo impagado, que sabían que tarde o temprano llegaría, al final han ido creando programas de incentivos para que la gente prefiera pagar el impuesto -un ejemplo: en algunos distritos los residentes del mismo, si han pagado el «IBI», no pagan la hora al aparcar en «zona azul», en muchos hay descuentos si se paga a tiempo).

    ¿Y el refuerzo a la Agencia Tributaria? ¿Y el refuerzo a la Inspección de Trabajo? No, eso nunca lo hacen…

    (Hace no mucho se dio otra amnistía fiscal, más bien un «rescate de fondos en paraísos fiscales», pero finalista, esto es, para «lavar» ese dinero se tenía que comprar deuda pública española. En ese momento el PP cargó «en contra» de estas amnistías fiscales, hoy la aprueba, pero insistiendo en que «no es lo mismo» que la anterior, puesto que esta no es finalista, y presumen que inyectará dinero en la economía española…)

    Hasta luego ;)

    1. Mmm…. de verdad es sano que no pagar la deuda no conlleve cárcel? ¿No la conlleva? El impago de deuda privada conlleva pena, eso seguro: el hecho de que el tipo de interés contenga el riesgo de impago no exime de devolver la deuda. Un particular que no paga será desprovisto de la garantía que aporte que, para toda pyme o persona de a pie es personal: responde con todos sus bienes. Un particular que no paga, puede verse incurso en un proceso penal por la forma en que lo haga. ¿El que toma la decisión del Estado de no pagar? ¿El que sanciona o el que aprueba una emisión de deuda que no se pagará? Es decir, de nuevo estamos ante un desequilibrio de condiciones. El Estado abusa de su posición para gastar y recaudar de más gracias a su impunidad de facto. Algún buen especialista podría darnos una perspectiva histórica de las quiebras de los estados y, sobre todo, si hay alguna hacienda moderna que no haya quebrado para ver qué hay detrás.

      PD: yo me sigo asombrando la cantida de ministros y gobiernos que reforman sus despachos nada más asumir el puesto. No sé los de ahora, que van de austeros. Pero lo asombroso es que se hace sin que pase nada. Pólvora del rey. Si el refranero ya lo dice todo.

      1. Salud

        Cuando hablo de pena lo hago en el sentido penal, no de penalización económica. Si el particular puede ser penalmente procesado no es tanto por el impago (al menos no en España) sino por estafa (donde el impago es consecuencia de una decisión consciente parte de una actividad que ya estaba encaminada a no pagar) o por insolvencia punible (ahí no se castiga por tener una deuda, sino por realizar una serie de acciones encaminadas a fastidiar a los acreedores, cuando muchas veces se podía pagar esa deuda), que son dos cosas diametralmente distintas; la deuda en sí (y su protección) y los posibles delitos vinculados con deudas protegen bienes jurídicos distintos al hecho de la deuda, mientras que el tipo penal de los delitos contra la hacienda y la seguridad social están vinculados directamente con dicha deuda. Y no digo que sea «sano» que el impago de impuestos pueda ser delito (no siempre lo es tampoco), o falta administrativa (esto siempre lo es), sino que la naturaleza y bien jurídico son tan distintos que esto puede decidirse sin que suene que volvemos a la primera época romana en que la deuda se salda entregando al deudor al acreedor y que este lo pueda vender fuera de la ciudad o partir en pedazos.

        Siempre se puede limitar, contractualmente, la responsabilidad personal ilimitada (esa que viene por defecto, ese con tus bienes presentes y futuros), mientras que la responsabilidad por impago de impuestos no se puede limitar. Que no se haga, o que pymes que tiene detrás de una persona jurídica terminen pidiendo préstamos con el aval personal de personas físicas, es un tema contractual, y muy vinculado a la cultura de préstamo en España y el poco uso del procedimiento concursal.

        (Lo más interesante del caso islandés es el procesamiento penal de los responsables políticos por tomar determinadas decisiones que llevaron a parte del impago.)

        Son muchos los estados que nunca han entrado en suspensión de pagos de una forma u otra. Incluso debiendo burradas de dinero. Ahí depende más de otros intereses en juego antes del interés en una deuda concreta (eso se ve, por ejemplo, en los bonos gringos -aunque sí es un país que en cuanto a haciendas ha tocado fondo más de una vez-, si el gobierno chino compra burradas de los mismos no es por su rendimiento económico, ni hay desequilibrio entre el que emite la deuda y quien la adquiere).

        Uno de los pocos sectores donde no se rige por la contratación administrativa común y corriente (donde la administración impone por completo sus condiciones) está en la relación de los entes del sistema crediticio con el Estado, ahí no hay realmente desequilibrio, igual que en cuanto a la venta/compra de deuda. ¿Que puede el estado decidir no pagar? Bueno, como lo hace un particular, no paga y se declara insolvente. ¿Que el estado tiene más impunidad que otros particulares? También es más seguro en el pago, tarde, pero suele pagar. El que le presta ya sabe todo eso, lo descuenta y lo acepta, no es obligatorio prestarle al Estado (a ninguno). Por eso digo que los impuestos tienen otra naturaleza.

        ¿Que el estado es una bestia grande que se comporta de forma abusona e incoherente? Sí, claro que lo es, y ahí tenemos parte de responsabilidad cuando seguimos votando por personas que defienden ese comportamiento (no por palabra, sino por sus hechos, que eso de políticos condenados por corrupción indultados por el gobierno escama mucho, u otros comportamientos aun más tristes). No digo que ellos sean irresponsables y la propia organización o estructura del estado libre de culpa, pero sí que es algo más complejo que un simple ciudadano frente a otro simple ciudadano donde entre ellos se genera una deuda tras un contrato.

        Hasta luego ;)

        PD: A mí esas cosas, como toda malversación de fondos públicos, también me sacan de quicio, pero por el mismo motivo que el impago de impuestos por un simple hecho de enriquecerse más (con ello descuento objeción fiscal militar o impagos por no tener realmente de dónde sacar), porque se está estafando a los demás miembros de la sociedad (unos por no pagar y otros por gastar en sí mismos -y muchas veces enriquecerse ilegalmente, bien lo sabe Matas- en vez de en dicha sociedad), eso o actitudes lamentablemente legales como, por ejemplo, poder cobrar una pensión del Estado que es el 80% de lo que fue su sueldo público y poder compatibilizarlo con sueldos privados, esa «pensión» se supone que es para que tras salir de lo público no queden «sin ingresos», debería ser absolutamente incompatible con cualquier salario. También me saca de quicio que sea menor la carga fiscal sobre la plusvalía del capital que sobre las rentas de trabajo, o que existan instrumentos legales para pagar menos impuestos (como son las SICAV).

        1. Aprecio las sutilezas jurídicas y conceptuales. La cuestión es que si damos por buena como parece ser la diferencia entre deuda pública y deuda privada incurrimos en un desequilibrio estructural que es, podemos ponerlo así, inmoral. El dinero sale del bolsillo de un particular, tanto del impuesto que sirve para pagar princilal e intereses de la deuda, como la misma deuda que el Estado presenta como un negocio muy seguro o totalmente seguro para poder beneficiarse del tipo de interés más bajo. El mercado lo suele aceptar porque, como norma general, es cierto. Y lo es porque tiene el poder que no tiene el particular de imponer su propia recaudación y no tiene más límite para emitir nueva deuda que pague la antigua que la capacidad del mercado para comprarla. Eso de que el estado al final paga, no me atrevo a decir que sea cierto: desde luego no paga sin quita cuando llega la quiebra (aunque no se le llame así) y lo hemos visto en los ayuntamientos ahora mismo. Y sin tener en cuenta que el propio retraso del pago sin intereses de demora (que nunca serán los tipos de descubierto que aplica la banca, o las tasas de descuento de los inversores de riesgo) ya supone una quita de facto impuesta forzosamente y sin poder defenderse ni recurrir. Es decir, el juicio moral debemos llevarlo desde la perspectiva de que el estado hace las reglas y las rompe a su conveniencia mientras que el particular no tiene esa opción creando una situación de injusticia: el abuso del estado que no acepta ser tratado como un particular para el conjunto de sus cobros, pagos y deuda nos convierte más en súbditos que en contribuyentes, que es la promesa de la ciudadanía. Por eso, más allá de la naturaleza jurídica de lo que sea la deuda pública, me atrevo a valorar la cuestión del fraude y el impago desde una posición ética que llamo objeción fiscal: el dinero donde mejor está es en el bolsillo de la gente y si no hay más remedio que retirarle parte coactivamente merece un trato equivalente al que tendría un particular en la misma situación: pagar en la fecha establecida, abonar los intereses de los retrasos no pactados, aplicar sistemas de compensación entre cobros y pagos y no competir (con esa posición de fuerza) contra el particular en la captura de recursos financieros. Lo que incluye la responsabilidad civil y penal del «representante legal» que, en el caso del estado no es otro que el cargo electo o los nombrados por él. Por eso no termino de ver que la amnistía fiscal sea inmoral, al menos ésta: es la respuesta inmoral a una situación inmoral de partida.

          PD: con las SICAVS estamos en lo mismo. La impotencia del estado para coaccionar al dinero que aspira a recaudar. Como todos sabemos o deberíamos saber, la razón de ser de la SICAV es asegurarse que el que tiene dinero para contribuir no busque otro domicilio fiscal. Como el estado necesita recaudar como un fin en si mismo (para que los ocupantes temporales del poder político aspiren a su renovación), busca soluciones inmorales a su propia moralidad dudosa.

  4. Es un placer poner las dudas por escrito cuando hay tan interesantes aportes :)

    Entiendo que el hecho de que un trato implique riesgo no exime del cumplimiento del trato. Por otra parte, es verdad que los impuestos no son una opción, como decía aquel… «nada es seguro excepto la muerte y los impuestos», pero me parece duro que sean algo tan obligatorio que hay que considerarlo como diferente a otros «impagos», cuando en realidad todo es lo mismo: dejar de pagar un dinero.

    Eso me lleva a pensar que hay un fracaso de organización. Parece buena idea hacer grupo para poder costear ciertas cosas que uno sólo no podría costear y hacerlo de forma «desintermediada» (esto es, montar nosotros el centro de salud en lugar de contratar a un intermediario que lo gestione). Pero entonces, ¿por qué es algo tan obligatorio y su incumplimiento tan punible? Hay algo de paradoja: si es tan positivo, la gente debería haber adquirido el compromiso de cumplir el pacto y no habría que perseguirlos.

    Y creo que aquí viene el chiste: en cuanto nombras a un gerente de la cosa pública «hucha común» desintermediada que no responde de su gestión en la misma extensión que lo haces tú como individual (yo puedo ir a la cárcel por no pagar, pero él tan sólo perderá su cargo por no cumplir su labor), tenemos exactamente el mismo problema de confianza y enforcement que tienen las corporaciones. En realidad ese gerente es un intermediario con los mismos defectos y sesgos que el anterior y el avance queda en algo bastante pobre (que explicaría por qué gobierne quien gobierne siempre andamos corriendo delante del puntapié del gestor y al que se descuida le muerde el cancerbero, je je).

    Gracias :)

  5. En mi opinión, la diferencia reside en el grado de responsabilidad. No soy de los defensores a ultranza de la dación en pago ni de la solución islandesa, pero hay que reconocer la siguiente diferencia:

    -En esos casos, el impagador fue un ciudadano que se comportó irresponsablemente en su endeudamiento, pero que pagaba comisiones a un especialista financiero (el banco) para que éste le protegiera de su desconocimiento. No existía voluntad de impago.

    -En el caso de la aministía fiscal, el impagador es precisamente un especialista (un ejército de especialistas) con voluntad de impago.

    No sostengo que al ciudadano islandés o al hipotecado arruinado se le considere irresponsable, en ese caso nunca aprenderemos nada. Pero defiendo que se intenten diferenciar grados de responsabilidad. Hilando fino. Por eso veo claro que son casos diferentes. No es lo mismo el que se arriesga alegremente, confiando en su asesor, que el que quiere evitar sus obligaciones de entrada.

    1. Hay una diferencia en grados de responsabilidad, pero discrepo en algo: tienes toda la razón en que quienes confían en el banco para invertir y son engañados por éste tienen derecho a patalear y protestar. Es el caso de las ahora (tristemente) famosas «preferentes», un drama cuya explosión venía madurando hace mucho tiempo (y sin duda en blogs como especulacion.org lo venían avisando: huid de ellas). Aún así, tienes razón: es un drama cuando tu asesor te engaña.

      Lo que sucede es que la mayoría de «hipotecados» en realidad no lo hacían engañados por el hombre de la ventanilla. El mood que se respiraba era muy diferente: «esto es una ganga, esto no baja y si no te hipotecas pierdes la carrera frente a todos los que sí lo harán y verán revalorizada su inversión». ¿Los bancos daban más pasta de la que valía la casa? ¿Y quién te obliga a coger a crédito un dinero que tendrás que devolver y estrictamente no necesitas? Ese dinero de más se veía como un pronto-pago del beneficio que la casa (hipoteca mediante) prometía…

      No sé, de acuerdo contigo en que el que no es especialista y es asesorado deliberadamente mal tenga una responsabilidad diferente. En el caso concreto de las hipotecas, creo que o hemos vivido realidades muy diferentes o coincidimos en que la gran mayoría no invertían asesorados por el banco… (que ya es grave que el pueblo «llano» se dedique a invertir en inmóviles como si fueran terratenientes, pero ésa es otra historia).

  6. Creo que me estás dando la razón. «esto es una ganga, esto no baja y si no te hipotecas pierdes la carrera frente a todos los que sí lo harán y verán revalorizada su inversión»: esto es un acto de asesoría, de los que van en la comisión, y para mí el mero hecho de no mencionar que las inversiones no se revalorizan siempre y la economía no puede crecer para siempre constituye culpa, dolo, miseria y de todo.

    Podemos y debemos poner a parir a los griegos por votar a los corruptos parásitos que han votado, pero no me cabe duda de que el griego medio creía sinceramente que su trabajo generaba toda la riqueza que ganaba y además la mordida para el parásito. Del mismo modo que el islandés medio no tenía el menor conocimiento de la causa de tener que pedir crédito para comprar una casa carísima y del origen de ese crédito, seguro que creía que el encarecimiento era por cosas que Islandia estaba haciendo bien.

    Ya tenemos bastante con la gente (abundante) que quiere descargar a ciudadanos normales de todo asomo de responsabilidad en este desastre, porque el establishment les engañó. No vayamos al otro extremo y les degrademos a la misma altura moral que ese establishment que les engañó conscientemente, y que es el beneficiado en la amnistía que estamos tratando.

    (Aparte de que obviamente no es tu caso, pero el argumento de no hay culpables/todos igual de culpables es una de las primeras líneas de defensa de ese establishment. Cfr. Theodoros Pangalos, ‘mazí ta fágame’.)

    1. Añado que firmo el resto de reflexiones sobre la impotencia del estado, el fracaso organizativo, etc.

    2. Es cierto que es asesoría (al menos, formalmente). Yo nunca fui al banco a pedir esa info, y nunca nadie me cobró por ella. Sin embargo me caía encima de forma inesperada: el domingo en la paella familiar, el martes con una caña, un viernes cualquiera. En ese sentido, era más fanfarronería que asesoría. Pero bueno, no me repetiré: creo que hemos aclarado bien nuestros argumentos y el que llegue a leer este hilo se va a quedar flipando de que haya personas que sistemáticamente escriben comentarios de más de 1000 letras. ¡Qué dirán en Twitter si nos descubren discutiendo a nuestas anchas! :D

  7. Después de leer vuestras aportaciones me avergüenzo de mi ignorancia! (y del comentario tonto que he puesto arriba)

    He visto ideas muy interesantes y en síntesis creo que el problema de la amnistía fiscal radica en el desequilibrio de poder. Ni siquiera creo que sea una deficiencia organizativa. De hecho, me parece todo bastante bien organizado si tenemos en cuenta que

    ese establishment que les engañó conscientemente (…) es el beneficiado en la amnistía que estamos tratando.

    Me huele más a chanchulleo oportunista que a medida para paliar la deuda del Estado, eso último es la justificación.
    Puede que esté exagerando pero me parece, cada vez más claramente, que el Estado es un fin en sí mismo y no un medio como debería ser. Eso explica la mala gestión (de la mano de supuestos especialistas), el cover you ass, el «donde dije digo digo diego» dependiente de las circunstancias del momento, el porqué se desincentiva el emprendedorismo en beneficio del status quo, etc.
    Explica también el por qué de la obligatoriedad de los impuestos.
    Con todo, me parece un panorama bastante desalentador.

    1. Lo inevitable es desalentador. «Si no tiene arreglo no le des más vueltas y no te preocupes». Pero es imposible no darle vueltas a algo que nos sabe mal, y saberlo inevitable tan sólo resulta… desalentador.

      Yo creo que hay deuda, y creo que no son de fiar ninguno. (Ni el que ve con buenos ojos la maldita amnistía fiscal, ni el que con buenos ojos el incumplimiento de contratos firmados entre adultos que se ponen dignos y responsables a la hora de exigir responsabilidades.)

      Y esto es todo por hoy :D

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